Los invasores


En agosto, con las olas de caló y todo eso, noté algo en mi jardín, algo extraño. Un día, por el rabillo del ojo, vi un movimiento rápido y contundente por uno de los lindes del jardín con mis vecinos. Un par de días después, sucedió de nuevo, solo que esta vez pude ver un invasor, un okupa truscolán y podemita, un ratón. Se lo comenté a los vecinos de ambos lados y tanto por la izquierda como por la derecha, me llegó un baño de incredulidad y básicamente, que eso no podía ser verdad. Visto que ninguno iba a hacer nada, me puse a mirar y descubrí que en una de mis tiendas de morralla favorita tenían en oferta paquetes con dos trampas para ratones por cuarenta y nueve céntimos de leuro, así que decidí tirar la keli por la ventana y me gasté noventa y ocho céntimos de leuro y compré cuatro trampas. Tras hacer un estudio había decidido que esa era la mejor manera de resolver el problema, muerte rápida y pillados con la boca en la masa, frente a los papeles con pegamento que después te obliga a deshacerte del invasor seguramente aún vivo o esas trampas que son como jaulas y que después te obligan a pasar el problema a otro lugar del barrio. Elegí como cebo, trocitos de un queso Cheddar, que justo la semana anterior habíamos tenido la semana brexitiana, truscolana y podemita en el lidel y me compré hasta tres tipos distintos de este queso. Comencé con dos trampas, en ambos lados de mi keli y a la mañana siguiente, no había queso y no había pillado ningún ratón. Ahí fue cuando decidí cambiar la estrategia y usando unos cuantos ladrillos que sobraron cuando embaldosé la parte delantera, creé dos pasillos, a la izquierda y a la derecha de la keli, en la ruta que seguirían los invasores truscolanes y podemitas si quieren ir de un vecino al otro. En ese pequeño túnel, puse dos trampas, pero con el queso en el medio, enfrentadas, de forma que para llegar al queso, por ambos lados, tenían que ir al centro. La primera vez puse el queso no muy bien agarrado y se lo comieron y escaparon, pero después de eso, pillé el primer ratón, al que llamaremos Puerkagón y que en la foto es el de la parte superior izquierda. Antes de deshacerme del susodicho, se lo enseñé a los vecinos, que fliparon porque sus teorías de que eran gilipolleces mías, se hicieron añicos.

Volví a poner el cebo y a veces se lo comían y fallaba, pero al día siguiente, justo después de levantarme, puse comida, me fui a correr y cuando volví, tenía el segundo, que aunque en la foto no se aprecie, es el más grande. Después fui al cine y al volver había pillado el tercero, con lo que para mí ya estábamos hablando de una plaga truscolana y podemita y ya los vecinos empezaron a mosquearse, sobre todo cuando les mandaba las fotos y les decía que los pillé viniendo desde su keli. Un día más tarde cayó el cuarto y después tuve varios días seguidos sin pillar ninguno, con lo que empecé a asumir que ya los había trincado todos, pero me mosqueaba que a veces la comida desaparecía, así que continué sebando las trampas y cuatro días más tarde, quizás cinco, cayó el quinto y último invasor truscolán y podemita.

Desde entonces han pasado casi diez días sin ninguna víctima y ya he retirado tres de las cuatro trampas, aunque en una de ellas, una noche, pillé una babosa comiéndose el queso, lo cual puede explicar algunas de las desapariciones de queso. Por descontado, esa babosa ya está en el infierno del que nunca debió salir y me ha hecho recordar que tengo que comprar una botella de cerveza de la mala o quizás de la peor y poner el recipiente en el jardín para atraer y asesinar a las babosas que pueda haber en el mismo, que no pueden ser muchas porque la hierba está amarilla y este debe ser uno de los peores veranos de la historia para esas bestias miserables, aunque en los días en los que llovió, yo hice mis paseos habituales por el barrio con el objetivo de pisar y asesinar al menos a cincuenta de ellas por día y puedo confirmar y confirmo que logré mi cuota en todas las ocasiones y a veces hasta la dupliqué.

Si alguno de estos invasores pensaba que podría entrar en mi keli e ir a por mi despensa con kilos de harina y legumbres deliciosas, que asuma que yo, cuando se trata de ratones, saco la artillería pesada y voy a por el exterminio. A mis vecinos, ahora saben que a todos los que mato les hago foto y se la mando a su güazá por si ellos quieren organizar una misa funeral sin corpore insepulto, que yo voy al contenedor subterráneo de la basura y me deshago de ellos allí. El manejo de las trampas, tanto la eliminación del truscolán y podemita como la recarga, se hizo siempre usando guantes de silicona, que no se diga que no soy cuidadoso con el asunto.


3 respuestas a “Los invasores”

  1. ME MUERO. Hay pocas cosas que me hagan perder el control, pero los ratones/ratas es una de ellas… dejo de razonar y con ello todo lo que me hace ser humana y me convierto en un ente aterrorizado… recuerdo una vez que, trabajando en un pub, salió un ratoncillo (y cuando yo digo ratoncillo es porque debía ser minúsculo, ya que yo los veo todos gigantescos en mi terror) de detrás de un cubo de reciclaje… automáticamente casi de un salto me subí en la barra y advertí a los jefes que yo de allí no bajaba hasta que viera salir el cadáver por la puerta (tampoco me vale que lo dejasen allí, ni aunque fuera muerto). No veais los números que tuvieron que hacer para pillarlo a escobazos porque había que abrir y yo no me bajaba de la barra.
    Un ridículo espantoso.

  2. Gracias Virtu por contarnos la historia, lo que me he podido reír… 🙂
    A mi los ratoncillos, sobre todo los de las orejas largas, osea, de campo, me caen bien, pero las que me causan el mismo efecto que a ti, o mas terrorífico y repugnante, si puede caber, son las ratas, no lo puedo evitar, hasta me hacen temblar de asco, como un poseso, y no paro hasta que me las cargo a todas, sin reparar en medios ni sistemas…
    Salud

  3. A mi me dan cierta penita los ratones, como le decía a Virtu, me caen bien, pero no hasta el punto de dejarlos sobrevivir conmigo, así que felicitaciones por la masacre, es como me gustaría a mi que resultase la guerra de Putin, siendo este, los ratones… 😉
    Salud