Mi primera vez con el tiburón azotador, el Doña Marilyn y la isla Gato


El relato comenzó en El salto a Dubai que comienza las vacaciones

Para aquellos que vivis en la zona horaria Virtuditas quiero deciros que hay vida a las cinco menos cuarto de la mañana y por eso, un montón de gente nos reunimos en el club de buceo para salir de jolgorio. A esa hora nos íbamos hacia Monad Shoal, lugar obviamente conocido por todos y en donde se produce un milagro que solo se puede ver en unos pocos lugares del universo conocido y por conocer. Es uno de los pocos sitios en los que se puede ver al tiburón azotador, uno que conocemos todos y que si digo que levanten la mano aquellos que lo han visto en el océano y no en un acuario, seremos una multitud los que la levantaremos … espera Merillein que me he quedado más solo que la una … que aparte del Elegido, no conocemos a otros seres humanos que lo hayan ido a ver. El viaje es de na media hora en un barco en el que todos estamos más excitados que un cura en la puerta de un colegio o un truscolán el día que cobra el tres por ciento. Al llegar nos ponemos los trajes, aletas, gafas, chalecos, botellas y demás parafernalia y cada grupo se lanza con su maestro jedi de buceo. Los tiburones se ven a treinta metros de profundidad y en ese lugar del universo hay una isla hundida a dieciséis metros o así y que tiene una terraza a treinta. Allí estábamos todos, de todos los clubs de buceo de Malapascua habían botes, como cien buceadores. Tienen acotada una zona para que no se moleste a los bichos, que están en aquel lugar para que otros peces los desparasiten. Hay como cuatro puntos para mirar. Llegamos al primero y no había nada así que después de un minuto nos movimos al segundo. A esa profundidad no puedes pasar demasiado tiempo y por eso, en lugar de perder la oportunidad nos movimos y al poquísimo aparece uno, esbelto y con una cola, en dos palabras, FA BULOSA. Al poco vimos pasar un segundo tiburón (o el mismo dando la vuelta), un tercero y hasta un cuarto antes de que tuviéramos que dejar el lugar. No hice vídeo alguno porque hay momentos en el que tienes que disfrutar lo que ves y no perdértelo por culpa de la tecnología. La imagen está en mi memoria. Salimos haciendo una parada de un minuto a doce metros y otra de tres minutos a cinco. Estábamos eufóricos. De los otros tres grupos de mi club, uno no vio nada, otro vio uno y el otro vio dos, con los que se confirma que el Ángel de la Guarda de The Chosen One es mucho más poderoso. 

Nuestro viaje estaba petado de españoles. Dos dive masters, dos parejas, il Scelto y una pareja chilena. Desde allí volvimos a tierra llegando sobre las siete de la mñana. Tenía otra salida planeada para las nueve así que me fui a desayunar con una de las parejas españolas y después fuimos juntos a la panadería a comprar donuts recíen hechos para llevárnoslos. El Segundo viaje tenía a las dos parejas españolas pero una de ellas, la que buceaba conmigo, solo quería bucear en el segundo sitio al que íbamos con lo que se quedarían en el barco esperando. Los chilenos no vinieron. Había también una pareja de judíos y más gente. 

Tardamos hora y media en llegar al lugar en el que está el pecio de Doña Marilyn, barco que hundió el tifón Unsang matando a trescientos ochenta y nueve julays, que siguen en las ventanas del barco saludando y en las bocas de muchos de ellos se puede ver que murieron cantando truscoluña no es nación. Yo creo que al barco lo gafó que la naviera propietaria fuera la Sulpicio lines, es que hay que tener un poquito de por favor con los nombres. Esto se merece una visita a la wikipedia para que lo leáis, así como que el barco hermano de este llamado Doña Paz, de la misma naviera, se hundió el año anterior en el mayor desastre marítimo de la historia del universo con más de cuatro mil muertos. El barco tenía más de cien metros de eslora y está ya cubierto de corales e invadido por peces, mantas y de todo. Bajamos a treinta metros de profundidad y flipé en colores. El judío se mareó en la ida y no bajó, se quedó potando el judaísmo en el barco. Su novia sí se vino. Desde allí fuimos hasta la isla Gato, con nombre claramente en tagalo, igual que los de los barcos, que resultan incomprensibles para nosotros los que hablamos una lengua sinceramente superior al resto. El buceo en esa isla fue FLIPANTE, solo bajamos a veinte metros y el regreso lo hicimos subiendo por un túnel increíble y llenísimo de pescado. Vi un montón de caballitos de mar e igual hasta tengo vídeos. Me gustó tanto que me he apuntado para tripartir y ese será el relato de mañana. El judío tampoco bajó y su novia se quedó con él jodida y seguramente mal pagada.   Volvimos desde allí a Malapascua llegando sobre las tres y media. El resto del día se me fue volando. Hablé con todo el mundo, apalabré mis salidas de los dos siguientes días y cambié mi opinión sobre el siguiente destino tras mis días en Malapascua, algo que tarde o temprano llegará en el relato. También un julay me dio un bitio de información con un valor incalculable, hay una boutique airline on cutre-avión que vuela una o dos veces al día desde Cebú al aeropuerto del Nido, una pista minúscula en la que se aterriza rezando y te recibe una banda de música ((lo juro por los calzoncillos que llevo usando desde hace cuatro días). Me va a costar cuarenta leuros más y me ahorrará siete horas en una mini-furgoneta jugándome la vida. Cené adobo de cerdo y pollo en el restaurante la Isla Bonita. 

El relato continúa en Regresando a la isla Gato

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4 respuestas a “Mi primera vez con el tiburón azotador, el Doña Marilyn y la isla Gato”

  1. Virtu, es que me los imagino como dibujos animados como los de aquella peli «La novia» creo que se titulaba y molaría un montón… 🙂