Siempre que mis padres me visitan estoy atento a las ofertas de vuelos de los portales de viajes y compañías aéreas y así planeo alguna salida con ellos a algún lugar del universo. Juntos hemos estado en Nueva York, Bruselas, Brujas, París, Colonia, Berlín y otras ciudades. Son viajes más relajados en los que procuro reducir el ritmo habitual o extender la estancia para que nos de tiempo a verlo todo. El año pasado, cuando supe que venían, compré billetes para ir a la ciudad de Praga unos días. Yo ya había estado allí en el año 2005 junto a mi amigo Kike y el relato de ese viaje lo tenéis en Día 1. Nos vemos en Praga y me apetecía volver a esa ciudad. Organizando el viaje opté por usar dos compañías aéreas diferentes. Para la ida iríamos desde Amsterdam con SkyEurope y volveríamos con WizzAir por Eindhoven. La razón eran los horarios, ya que quería ir el jueves por la tarde. Compré los billetes, reservé el hotel y me olvidé de todo.
A primeros de septiembre leí en algún lado que una compañía aérea de bajo coste se había ido a hacer puñetas y no lo asocié con mi viaje. Sin embargo, unos días más tarde, revisando las reservas, entré en la página de SkyEurope y encontré un anuncio en el que decían que la compañía ya no volaba y que tendría que buscarme la vida. Me lancé de cabeza a Internet para buscar alguna alternativa y la cosa pintaba mal hasta que vi que WizzAir había incrementado los vuelos a Eindhoven y reservé tres plazas para el mismo día en el que habíamos previsto ir. La diferencia estribaba en que con este nuevo vuelo iríamos a primera hora de la mañana y tendría que tomar un día adicional de vacaciones. Además, como el avión salía a las ocho y media de la mañana, podía tener un problema logístico para llegar al aeropuerto. La opción de un taxi era prohibitiva y con el tren se me antojaba un palizón de cojones así que se me ocurrió pasarme por la página de Hertz y resultaba que podía alquilar un coche en Utrecht el día anterior y dejarlo en el aeropuerto por muy poco dinero. El coste total del alquiler del coche y los tres nuevos billetes era inferior al que pagaba por volar con SkyEurope, algo asombroso ya que aquel billete ya me parecía muy barato. Contacté con mi banco e inicié el procedimiento para recuperar el dinero pagado con mi tarjeta de crédito al comprar los primeros billetes y así quedó todo más o menos apalancado.
El día anterior a nuestra salida recogí el coche y lo dejé en la puerta de mi casa. Por la mañana, pasadas las seis, salimos en dirección a Eindhoven por unas carreteras que comenzaban poco a poco a llenarse de coches. Cerca del aeropuerto, en Best, hice una parada técnica para llenar el tanque de gasolina y unos minutos más tarde ya estábamos en el pequeño y agradable aeropuerto de Eindhoven, uno de mis favoritos. Desayunamos mientras esperábamos a que abriera la oficina de la compañía de alquiler de coches y cuando lo hicieron, entregué las llaves, pasamos el control de seguridad y nos dirigimos a la sala de espera. El avión daba la impresión de ir bastante lleno. Al igual que sucede con Ryanair, hay que pagar un dinero adicional si quieres tener prioridad a la hora del embarque y como no lo hicimos, nos tocaba correr por la pista con los otros pasajeros y perder la poca dignidad que tenemos para conseguir los asientos deseados. Yo me encargué del tema mientras mis padres me seguían a distancia y así bloqueé una tira y nos sentamos los tres juntos. El avión se veía en muy buen estado y salimos a la hora prevista en un vuelo que no tuvo mayores incidencias. Llegamos a Praga a primera hora de la mañana y en el mismo aeropuerto compramos el bono de transporte ilimitado para los siguientes tres días. Después buscamos el autobús que nos debía llevar hasta la estación de metro en donde lo tomamos para ir hasta la estación Andels, cercana a nuestro hotel, el cual compartía nombre con la estación. Sin andar por la zona antigua de la ciudad, elegí el hotel porque era moderno, tenía muy buenas críticas, me lo había recomendado un compañero y los precios eran de risa.
Para cuando dejamos las maletas y tomamos posesión de nuestras habitaciones se aproximaba la hora de comer y optamos por ir al centro de la ciudad, dar un pequeño paseo y de paso almorzar. Tomamos el tranvía y en unos minutos ya andábamos cerca de la plaza del mercado y veíamos por primera vez el Reloj astronómico – Starom?stský orloj. En este viaje decidí usar toda la tecnología a mi disposición y a través de Internet seleccioné una serie de restaurantes que tenían muy buenas referencias y además mi amigo el Rubio me recomendó algunos. Introduje la información de esos lugares en mi pequeño Garmin y estando por la zona lo usé para localizar el »Restaurante STOLETÍ«, uno especializado en comida checa. Mi padre alucinó en colores cuando íbamos andando por la calle y la voz de la chama que habita dentro de mi navegador nos puso en la puerta del local sin cometer ningún error. Después de años obligándolo a dar vueltas por mi nefasta capacidad para orientarme, esto fue posiblemente lo mejor del viaje para él. La comida en aquel local fue deliciosa y el servicio fantástico y de hecho, fuimos a almorzar todos los días de nuestra estancia.
Tras la comida volvimos al hotel para una pequeña siesta y yo también aproveché para conseguir un adaptador para el enchufe de mi portátil ya que en las tomas de pared tienen un pitote metálico que sale del enchufe que jode bastante. Por la tarde volvimos al centro y paseamos por las zonas más turísticas sin rumbo fijo, tomando un café en donde se terciaba, entrando en tiendas y cruzamos el Puente de San Carlos ? Karl?v most. Por la noche fuimos a cenar al Ristorante Carmelita el cual tenía unas recomendaciones tan buenas que lo habían aupado a la segunda posición de los novecientos restaurantes con críticas de la ciudad. De nuevo llegamos sin más problemas gracias a la magia de mi Garmin y la comida no solo fue barata sino que estaba de morirse de buena. Casi en la misma puerta tomamos el tranvía que nos llevó de vuelta a nuestro hotel y una vez me aseguré que mis padres se iban a la cama yo aproveché para ir al centro comercial cercano al hotel y darme un garbeo y ver una película en el cine que hay en el lugar. Fue un primer día en el que acabas cansado por el viaje, ya que madrugas demasiado y quieras que no, al final del día se nota.
Cinco años después de mi primera visita, la ciudad seguía teniendo el encanto que recordaba.
El relato continúa en El castillo de Praga y la Iglesia de San Nicolás
7 respuestas a “Mi segunda visita a Praga”
Me quedaré bien atento a la serie de Praga, es un destino al que también le tengo ganas y todo lo que sea ir sabiendo lo que te puedes encontrar siempre es de agradecer.
De las pocas ciudades que estoy pensando visitar, está Praga, así que tomaré buena nota.
Salud
Por curiosidad, llegaste e recuperar la pasta del billete cancelado. A mi, afortunadamente, nunca me ha pasado, y no se como reaccionarían los bancos aquí. Me temo la carcajada del «colega del banco» cuanto intente hacer la reclamación :-(.
Luis, me mandaron unos formularios, los rellené y los de Mastercard me devolvieron el dinero pasados dos meses. Creo que lo único que me pidieron fue una copia del correo en el que te informan que has completado la transacción y tienes tu billete.
Me gustaría saber que pasaría aquí, o que paso con los pobres que air comet dejó tirados en Navidad.
En fin, si algún lector lo tiene claro y es tan amable de saciar mi curiosidad.
Contratando el seguro de cancelación de la propia compañía aérea o solo reclamando a Mastercard? Es que yo por ahorrarme dos duros nunca contrato el dichoso seguro, pero si es lo que funciona para reclamar cuando te hacen la putada… habrá que pensárselo.
Yo tengo un seguro de viaje (doorlopende reisverzekering) que pago anualmente, aunque creo que no cubre las cancelaciones y solo los gastos médicos que no entren dentro de mi seguro médico holandés. Me parece que son 30 euros al año o algo así y visto que ando siempre del tingo al tango, merece la pena.
En el caso de SkyEurope, como pagué con Mastercard y el viaje no llegó a producirse, es Mastercard quien me tiene que devolver el dinero (y lo hacen). Para la gente que eligió pagar con transferencia bancaria, esos perdieron el dinero.