No soy un número


Un día de esta semana estaba hablando con un conocido de estos que te pillan de refilón y con los que eres cortés y educado pero que al fin y al cabo, te la sudan completamente y me pidió mi número de teléfono ya que intentó llamarme y descubrió que el número que tenía ya no es el correcto. Le sorprendió porque ese número tenía poco más de dos años y cuando le expliqué que con cada nuevo contrato telefónico pido que me cambien el número, no podía entenderlo. Al parecer lo normal es mantener los mismos dígitos a lo largo de toda tu vida y que más y más gente tenga esa información.

Yo navego contra corriente. Mi número anterior lo tenían al menos ochenta y dos contactos (posiblemente más) y el nuevo lo tienen veinte contactos (y ni uno más). En siete meses se acaba mi contrato y volveré a cambiar el número. No me cuesta nada enviar un SMS o un correo a aquellos que quiero que tengan el nuevo y a la vez me sirve para poner tierra de por medio con esos otros que han sido degradados a otros medios de comunicación. Hablar con otras personas lo reservo para unos pocos, no es algo que haga con cualquiera ni tampoco quiero que otras personas tengan el número. Mis direcciones de correo son estables y más o menos públicas. Una de ellas se remonta al año 1992, algo de lo que muy pocos dosputocerolos pueden presumir y la otra al año 2004, en una de las primeras tandas de usuarios de GMail. Si alguna persona que me conoce desde el año 1992 me dice que no puede contactar conmigo o que no sabe como hacerlo, la respuesta lógica es que en la época en la que me trató nunca llegó a alcanzar un grado de amistad suficiente para conocer mi cuenta de correo, esa que lleva diecinueve años activa y sin cambios.

Para cualquier asunto relacionado con compras u otras gestiones que requiera un número de teléfono, doy el de una tarjeta de prepago que tengo hace cinco años y que no caduca ni pierde el saldo si mando un SMS cada seis meses. Enciendo el teléfono en la época en la que espero la llamada y una vez he logrado el objetivo lo apago y lo olvido en un cajón hasta la siguiente ocasión.

Lo sé, es paranoico, pero de la misma forma que otros valoran su exposición social y le dan mucha importancia, yo valoro mi privacidad y ya suministro suficiente información a través de esta bitácora. Al fin y al cabo, muy pocos pueden presumir de tener su diario colgado en la red desde enero del año 2004 y además haber tenido una presencia activa en la vida de otros a través de una lista de distribución desde noviembre del año 1999, lista que por cierto sigue en funcionamiento.

¿Y tú? ¿Cuántos años has mantenido el número de teléfono móvil? ¿y tu dirección de correo electrónica?


12 respuestas a “No soy un número”

  1. Pues creo que números de teléfono he tenido un par de ellos, este último que es de tarjeta porque no quiero contratos en vista de como de vez en cuando joden al usuario con facturas de llamadas que nunca han hecho, lo tengo desde «siempre».

    Las teléfonicas andan locas para ofrecerme contrato con grandes ventajas, ofertas que ignoro totalmente.

    Mi dirección de Hotmail, la tengo desde que descubrí el mundo de Internet, hace bastantísimo tiempo, y la de Gmail que uso solo casi para cosas y contactos de blog y compras y que es mas o menos público, solo que yo solo escribo correos con el Hotmail porque es el que mejor se manejar y controlo a diario.
    Cada loco con su tema…jajaja
    Salud

  2. yo te he tenido varios fijos, porque me he mudado, pero este último ya no me lo sé. Número de móvil sólo he tenido uno, el que tengo y es el único teléfono que me sé. Lo que me encantaría sería cambiar el servidor de internet, que telefónica me está clavando una barbaridad, pero mirando los demás y viendo lo que opina la gente, parece que es de lo malo lo mejor, aunque carísimo.

  3. Yo no me sé mi número pero como no lo voy dando por ahí, no me hace falta sabérmelo.

    Por Internet, desde hace más de dos años pago 20 eurolos por 20MB (incluyendo el coste de la línea de teléfono y sin tener un teléfono en casa) de los cuales, reales lo que se dice reales, me llegan 11 MB pero igual sigo contento y mientras no me suban la cuota no haré nada por buscar una alternativa.

  4. El mío particular lo tengo desde hace más de diez años. La verdad, como nunca me han dado la lata y se lo doy a poca gente, tampoco me pasa por la cabeza cambiar de número. Los únicos que molestan son los amiguitos de «Teleafónica Vomistar» y con activar el modo Shrek, listos. La dirección de correo habitual es otra que va para diez años.

  5. Pues el número de móvil español tiene más de 10 años aunque ha estado apagado durante mis estancias en el extranjero ya que era de prepago y cada 6 meses recargaba el mínimo. Aún así tengo mucho cuidado a quien se lo doy y por ahora estoy a salvo de timos. Mis primeras cuentas de email desaparecieron porque sus servicios cerraron. La de Hotmail tendrá 10 años y la de Gmail principal de 2004-2005.

  6. A mí no me pueden llamar aunque quieran. Mi nombre y mi número están en una base de datos nacional de los que no quieren ser contactados para venderles productos y las denuncias por ese tema se toman muy en serio. De esa manera, mi proveedor telefónico está atado de manos y pies y a menos que yo explícitamente lo pida, se tienen que meter sus productos por el recto.

  7. Yo desde que tengo móvil no lo he cambiado, además me gusta seguir con el mismo número, pero claro que también lo uso como contacto para mi trabajo, así que mi posición es algo distinta.

    ¿cómo te diste de alta en la base de datos antipublicidad?

  8. Es una holandesa, para residentes en Holanda con números de teléfono holandeses. Pones tu nombre y tu número en la misma y ninguna compañía que haga marketing en este país te puede llamar. Creo que tienen a cerca del 40% de todos los teléfonos del país.

    Ahora te ponen una golosina delante para lograr llamarte. Por ejemplo, la semana pasada la Chinita me pasó una web en la que te apuntas y te mandan luces gratis para la bicicleta. A cambio, permites que te llamen en los siguientes días para venderte algo. Por desgracia para ellos no piqué, las luces las compro por 1 euro en una tienda de productos a bajo precio y cuando se les acaban las baterías vuelvo a comprar.

  9. Yo quiero ese servicio, que todos los días, tal que me echo a dormir la siesta, me llama algún gilipollas para ofrecerme algo.

  10. Darliz, se que en España hay algo de eso (si estás en España), no se donde hay que «apuntarse», ni que tal funciona, se supone que bien. Busca por internet listas Robinson, que creo que las llaman así coloquialmente.

    Por lo de Robinson Crusoe, para gente que se aísla del mundo.

  11. Pues yo sigo usando la primera dirección de correo que me hice, en 1996, la anterior era de la universidad y no podía conservarla. Por cierto, que fui la primera de mi especialidad con email (en 1994). Entonces había que pedir autorización al jefe del departamento y tuve que explicarle qué era internet… Había unos ordenadores para consultar el correo (pantalla verde) y otros para navegar, con Mosaic, un navegador prehistórico y lento como él solo, anterior incluso al Netscape, pero era lo que había. Qué tiempos.
    Por lo del teléfono, me borré de la guía telefónica hace años y bajaron las llamadas no deseadas, aunque no desaparecieron. Lo de la lista Robinson lo he pensado, pero parece que no funciona del todo, ya que las empresas de marketing no están obligadas a respetarla.