Hace cosa de una semana estábamos con el tiempo rechiflado y un día estábamos en treinta y pico grados y al día siguiente en veintipocos, unos bandazos que no veas y que eran el resultado de encontrarnos en el borde de la zona de calor y según el viento la movía, entrábamos y salíamos. El problema con eso es que las nubes, con el calor extremo, se cargan y se cargan y se cargan y en los días más fríos, si te pilla una de esas, diluvia, pero no con el estilo al que estamos acostumbrados en los Países Bajos sino trombas que suceden en minutos y para las que la infraestructura no está preparada, con lo que hemos tenido túneles anegados, autopistas cerradas porque se transforman en ríos y bueno, los cuatro gatos con un sótano en su keli, si tienen la mala suerte de encontrarse en la ruta de una de esas trombas, lo pueden pasar fatal. De la misma manera, si tienes las ventanas abiertas para enfriar la keli y cae una de esas trombas, saber nadar puede ser lo que te salve.
En uno de esos días locos, durante el fin de semana, con alerta naranja o algo así, me fui al cine. Según todos los programas que tengo en el telefonino, que son tres, en algún momento mientras veía la peli igual llovía o diluviaba, no quedaba claro. Me fui al cine y al salir del multicine, las calles estaban mojadísimas, pero no como resultado de una lluvia normal, sino como si hubieran anegado la zona y el suelo aún no había tenido tiempo de absorber la cantidad de agua. Cogí mi bici y comencé el regreso a mi keli, con la idea de desviarme para pasar por el supermercado y así no tener que ir al día siguiente. El desvío está junto a un canal y tengo que subir a un puente que lo cruza y que es bastante alto y no es de los que se abren. Cuando llegué al lugar en el que tengo que hacer el giro de noventa grados, en esa cuesta, había una cantidad brutal de tierra y barro y la bicicleta resbaló en las substancias y me di una hostia del copón, que sucedió en nanosegundos, aunque mi cerebro lo estiró y la sensación fue que estuve cayendo durante minutos. Cuando caí, la gente alrededor en seguida vino a ayudarme y a que me sentara a descansar o algo así, mientras que yo lo que buscaba era salir por patas para llegar a mi keli antes de enfriarme y que me doliera, así que ignoré a todo el mundo, me subí en la bici, que estaba intacta y me piré para hacer los cuatro kilómetros que me faltaban, con el pequeño detalle que cuando iba a medio camino, las heridas ya sangraban con gusto y la mano que se ve en la imagen estaba totalmente cubierta de sangre y por la rodilla me caía un río de sangre que era imposible achicar.
Por suerte tenemos tecnología muy avanzada y al llegar a mi keli me limpié las heridas en la ducha, usé el spray tirita mágico y maravilloso y eso comenzó la creación de las caspas, de las que tengo unas cuantas y las de la mano, la gente me pregunta lo que pasó y a todos les digo que me hostié con un truscolán, suciolista y podemita y partirle la cara a un caradura de esos termina produciendo heridas.
El dedo índice fue el que salió peor parado, aunque la parte terrible está fuera de la foto y todavía tiene una depresión considerable en el lugar en el que falta un pedazo de carne de la buena, que yo como chancho casi a diario.
2 respuestas a “Otra caída”
Menudo hostiazo que te pegaste, y menos mal que no te pasó mas, demás está que te diga que tengas mucho cuidado, que mira que si te caes a un canal, y a lo peor todavía queda gentuza de la mala, tipo truscolana y podemita que insisten en que el cambio climático es una milonga…
Salud
Al menos alguien intentó ayudarte, que en los tiempos que corren ya es algo loable… mejórate rápido y recupera esa carne, que falta te hace 😉