Hoy comenzábamos el día casi con temperaturas veraniegas. Con catorce grados bajo cero es como muy caluroso. Opté por ir en bici al trabajo ya que a menos que la temperatura sea inferior a los quince grados bajo cero, es de julandrones ir en guagua. En realidad y según el termómetro de mi jardín, eran catorce grados y medio bajo cero. Llegué a la estación sin más problemas y pese a que tenemos los horarios de trenes alterados y en modo emergencia, sigue habiendo uno cada media hora hacia Hilversum. Llegué al trabajo sin más problemas que no poder usar el freno trasero de mi bici ya que se congeló hace una semana aunque tampoco es que me haya hecho falta ya que procuro pedalear con cuidado.

Durante la mañana tenía varias reuniones y como siempre, se requería de mi magia y mis dotes para marear la perdiz para salir adelante. Después de una dura media jornada de trabajo, a las doce me junté con tres más en la recepción para nuevamente ir a patinar. En esta ocasión, al colega del primer día se le unió el Moreno y otro colega.

Fuimos como el día anterior a Anna’s Hoeve y el lugar estaba un poco más concurrido ya que los bomberos habían ido a patinar y disfrutar del día. En lugar de quedarnos en el primer lago, fuimos a través del canal que une los diferentes lagos hasta el más interior ya que en este el hielo está en mejores condiciones y es más tranquilo.

En este primer documento espeluznante podéis ver a mis tres amigos, siendo el tercero de ellos y el que al final del vídeo me ataca ese que conocéis como el Moreno. En el vídeo también se puede ver un bombero y a una chama que se entrenaba allí dándose unas hostias del copón e imagino que lo hacía para no hacer el ridículo cuando quede con sus amigos o con el chamo que le hincha la pipa del eso. Mientras patinábamos, la chusma y la gentuza de mi empresa venía y se paraba a mirarnos y tratar de mantener conversación o directamente a hacernos fotos y vídeos. Los tres que vinieron conmigo pertenecen al departamento de desarrollo y el director del mismo me tiene una manía que no veas, algo mutuo ya que igualmente, yo no lloraría si un meteorito lo aplasta mañana delante mío y tampoco gastaría un minuto de mi contrato telefónico para avisar a una ambulancia si se diera el caso. Ver llegar al tipo, primero visualizar a sus empleados y después toparse conmigo y agriársele el semblante, no tuvo precio.

Como muchos de vosotros estudiasteis todas las letras, seguro que habréis notado que el primer vídeo es estático. Por eso, añado un segundo vídeo con parte del recorrido que hicieron mis colegas realizado por un servidor, sujetando el iPhone con la mano a siete grados bajo cero y acordándose de todos sus lectores mientras se le congelaban los dedos.

Y así ha transcurrido un nuevo día en el País del hielo y mañana seguiré patinando durante el almuerzo aunque al parecer las temperaturas van a ser casi tropicales, ligeramente por debajo de los cero grados.