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  • Inmersión en el pecio del Cermona II, tercera parte

    8 de mayo de 2024

    Seguimos con la visita al pecio del Cermona II y esta es la tercera parte. En este tramo, que resulta que me confundí y es el penúltimo, vemos sobre todo el banco de roncadores local. La música es la canción Zombie de los fantásticos The Cranberries

    Comenzamos algo alejados del pecio y vemos peces pasando y voy dando una vuelta por el lugar, en el que los peces siempre pasan en pequeños grupos. A lo lejos está el banco de roncadores y hay también una parte del pecio. Después del primer minuto volvemos a ver los roncadores, que me enseñan sus culitos y al fondo el pecio del Cermona II, al que me voy acercando. Por allí como siempre, los fascinantes peces trompeta, casi siempre estáticos y me acerco muchísimo a uno de ellos. Después vamos avanzando por el interior del pecio y siempre se puede ver a los otros buceadores, que estábamos todos desperdigados por el pecio. Ya llegando al cuarto minuto les vuelvo a dar la lata al banco de roncadores, que mira que tienen paciencia con nosotros y vemos el gigantesco grupo en toda su gloria y con ellos llegamos al final del vídeo.

  • La pava con falda a cuadros verde

    7 de mayo de 2024

    Por las circunstancias de la vida del cambio climático ese de los cojones con el que nos han castigado uno o varios dioses, desde octubre comenzó a llover en los Países Bajos y hasta ahora no ha parado prácticamente nunca, que no sé ni para qué me compré un par de playeras de correr nuevas para suelo seco, que en un mes y medio solo las he podido usar OCHO veces y las de suelo mojado me las he puesto prácticamente TREINTA veces. En este universo en el que nos baldean a diario con saña y malicia, la semana pasada sucedió que tuvimos dos días con temperaturas altas y soleados, una aberración increíble vista la previsión meteorológica por aquí arriba.

    En uno de esos raros días con sol y calor, después del laburo en mi keli había reservado entrada para ir al cine y salí media hora antes para llegar con algo de tiempo y relajado. Era como pedalear en un universo alternativo, en el que por fin algunos hasta llevaban camisetas y pantalones cortos, cuando lo normal es ver a la gente en ropa de invierno, aunque en ese universo, seguían pasando algunos con chaqueta de invierno, gorros y guantes porque al salir de sus kelis por la mañana, con siete u ocho grados iban con ropa de invierno y ahora que estábamos sobre los veinte, regresaban abrigados y sudados como coño de profesional de la fornicación. Con esa extraña mezcolansa, yo avanzaba hacia el cine, junto a un canal en el que muchos se entrenaban para competiciones de remo y allá a lo lejos aparece un punto verde sobre bicicleta, que según se va aproximando, va aumentando de tamaño y resultó ser una pava con un vestido a cuadros verde que le debía llegar hasta las rodillas, pero claro, siempre están los que se emocionan mucho cuando llega la caló y se les olvida ponerse ropa interior, o lo hacen a propósito, que yo pienso que la pava lo que quería era maximizar la refrigeración usando los bajos como zona de intercambio de calores.

    No había mucho viento pero sí que había alguno y venía en mi dirección, hacia el norte, mientras que ella pedaleaba hacia el sur. Al ir aproximándose se podía ver que la falda se estaba transformando en una especie de bandera que ondeaba sin control porque no la podía sujetar con las piernas y al mismo tiempo pedalear mientras usaba el teléfono con una mano para agarrarlo y con la otra escribía mensaje tras mensaje en la pantalla del susodicho, que las hembras abusan de la multitarea un montón. Ella se concentraba en sus intercambios sociales por telefonino y yo fijaba mi vista en el único lugar interesante, ese que acaba donde las piernas se fusionan y mientras la distancia se reducía y el viento desplegabla la falda como una vela que la frenaba, aparece allí, entre las piernas, el matojo de pelo que señala el potorro, que era de los que aún no han sido afeitados, o de los que quizás nunca lo sean. Bajo el matojo de pelo, el chichi oscilaba al ritmo de los pedales, enseñando más o menos almeja según la posición y la pava, en el microsegundo que asigna a levantar la vista y ver si se va a estampar con la bicicleta, detectó la intensa dirección de mi mirada, bajó la cabeza y comprobó con estupor que tenía el coño al sol, que además estaba de mi espalda y se lo iluminaba perfectamente y con una de las manos empezó a dar manotazos para tapar su acceso frontal inferior pero con poco éxito, aunque lo que sí que consiguió fue que la bicicleta empezara a perder su perfecta línea recta y con la oscilación, el instinto saltó y la otra mano fue a agarrar el volante mientras que con la del teléfono seguía procurando taparse el chichi, que no lo consiguió y yo me aproximaba más y más y mucho más y cuando ya llegaba muy cerca, ella volvió a mirar hacia mi cara, con gesto enfadado, como si fuera culpa mía que ella enseñara el potorro al pedalear por no ponerse unas braguitas y para calentarla aún más, yo me relamí mientras pasaba a mi lado, aunque al tener la vista hacia el chumino, nunca llegué a saber si lo llegó a ver, pero intuyo que sí lo vio porque después de pasar miré hacia atrás riéndome y ella también giró la cabeza con gesto rabioso.

    Y así fue como tuvimos el primer avistamiento del 2024, que sucedió muy tarde por culpa del cambio climático. 

  • Inmersión en el pecio del Cermona II, segunda parte

    6 de mayo de 2024

    Después de bajar al pecio del Cermona II, continuamos la visita en esta segunda parte en la que hay un montón que ver. Este pecio se puede visitar en submarino, que hay un submarino amarillo que sale del puerto de Mogán una vez por hora y le da un garbeo a los chonis y las guiris. La música es la canción Cruz de Navajas de Mecano.

    Comenzamos mirando en los rinconcillos del pecio, buscando algo interesante y podemos ver como los otros buceadores también están investigando. Vemos algún pez trompeta suspendido en el agua, algunas viejas y lo que queda del pecio. También pasa algún sargo y fulas negras, como la que vemos en la imagen estática del vídeo. Sobre el minuto y medio tenemos una fula negra que se acerca continuamente a mí y seguramente estaba defendiendo su nido y quería que me marchara, aunque el resultado fue un vídeo fabuloso que dura un rato. Seguimos y sobre los dos minutos y medio, en la zona de la hélice y el timón, tenemos una morena picopato, escondida bajo las rocas pero se puede ver muy bien, con ese pico espectacular. La morena decide moverse y yo fui testigo presencial. Tras esto tenemos un pequeño banco de peces escondidos bajo el pecio y vemos el susodicho alejándonos. En el tramo final nos acercamos al mega-banco de roncadores, en el que había sargos infiltrados y hasta alguna vieja y yo diría que bogas y los sigo un rato antes de volver a mirar hacia el pecio.

  • Breathe

    5 de mayo de 2024

    Recuerdo que la primera vez que vi el trailer de esta película pensé que esto era estirar mi capacidad para creer en la ciencia ficción una jartá y que parecía demasiado tonta, pero claro, uno se debe al cine y se sacrifica por y para el cine así que cuando se estrenó, yo hice de tripas callos y fui a verla, aunque por alguna razón el póster me daba un mal yu-yu que no veas, que yo hasta dudaba de que fuera en el planeta Tierra, aunque al fondo en el poster parece que hay una ciudad terrestre. La película se titula Breathe y en España han decidido estrenarla directamente en formato digital y tal y tal, en plataformones y perdonar la vida de los cinéfilos. Al parecer el título será o el mismo que en inglés o truscoluña no es nación.

    Una familia de julays se juntan con gentuza que no veas.

    Resulta que algo ha pasado en la Tierra y no hay oxígeno en el aire, pero un negro que una vez leyó el texto de los paquetes de papel higiénico es super-hiper-mega listo y ha inventado un sistema para generar oxígeno y vive en su keli con su hembra, su hija y papuchi. El susodicho papuchi muere, el negro decide llevárselo a enterrarlo a un montón de kilómetros de allí y al final nunca vuelve y la mujer y la hija se quedan solas y casi siempre peleadas, hasta que aparece una banda de gentuza jinameña que les quiere robar la tecnología o algo así y se monta un pitote allí que acaba muy malamente o algo parecido.

    Bueno, el guion de esta cosa lo escribió un retardado y el que puso el dinero para perderlo es obviamente otro retardado. La historia no tiene pies ni cabeza, es estúpida, absurda e increíble, empezando que con un planeta lleno de gente inteligente, un subnormal parece ser el único que ha hecho sobrevivir a su familia inventando una máquina que hace oxígeno y que no puede mejorar porque es tonto del culo y su hija adolescente, que no ha chupado una polla en su vida, es la que él cree que va a mejorar la máquina porque la virginidad te hace así de poderosa. La mujer es tonta y la historia estúpida y cuando llegan los otros y los quieren matar o algo así, la estupidez alcance niveles dantescos, pero es que creíamos que no podían ser más tontos y se superan una y otra vez. Hay un momento en el que cogen un coche eléctrico con paneles solares en el techo y van por la ciudad hasta el sitio en el que se supone que fue el marido andando y piensas por qué el gilipollas no fue con el coche. En la parte final, ya flipé que no veas con las gilipolleces, que alcanzaron unos niveles de atraco a mano armada. En algún momento me cagué en las protagonistas y en las madres que las parieron y hasta en los malos, es que era para cagarte en todos ellos porque todo esto va empeorando y empeorando hasta que se transforma en una puta mielda del copón.

    Si yo fuera un miembro del Clan de los Orcos y quisiera ir a verla, yo no iría al cine sin un mechero y una garrafa de cinco litros de gasolina para prenderle fuego. Lo mismo si eres un sub-intelectual con GafaPasta, solo quemar el lugar en el que la ponen te puede devolver la paz espiritual.

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