La pava con falda a cuadros verde


Por las circunstancias de la vida del cambio climático ese de los cojones con el que nos han castigado uno o varios dioses, desde octubre comenzó a llover en los Países Bajos y hasta ahora no ha parado prácticamente nunca, que no sé ni para qué me compré un par de playeras de correr nuevas para suelo seco, que en un mes y medio solo las he podido usar OCHO veces y las de suelo mojado me las he puesto prácticamente TREINTA veces. En este universo en el que nos baldean a diario con saña y malicia, la semana pasada sucedió que tuvimos dos días con temperaturas altas y soleados, una aberración increíble vista la previsión meteorológica por aquí arriba.

En uno de esos raros días con sol y calor, después del laburo en mi keli había reservado entrada para ir al cine y salí media hora antes para llegar con algo de tiempo y relajado. Era como pedalear en un universo alternativo, en el que por fin algunos hasta llevaban camisetas y pantalones cortos, cuando lo normal es ver a la gente en ropa de invierno, aunque en ese universo, seguían pasando algunos con chaqueta de invierno, gorros y guantes porque al salir de sus kelis por la mañana, con siete u ocho grados iban con ropa de invierno y ahora que estábamos sobre los veinte, regresaban abrigados y sudados como coño de profesional de la fornicación. Con esa extraña mezcolansa, yo avanzaba hacia el cine, junto a un canal en el que muchos se entrenaban para competiciones de remo y allá a lo lejos aparece un punto verde sobre bicicleta, que según se va aproximando, va aumentando de tamaño y resultó ser una pava con un vestido a cuadros verde que le debía llegar hasta las rodillas, pero claro, siempre están los que se emocionan mucho cuando llega la caló y se les olvida ponerse ropa interior, o lo hacen a propósito, que yo pienso que la pava lo que quería era maximizar la refrigeración usando los bajos como zona de intercambio de calores.

No había mucho viento pero sí que había alguno y venía en mi dirección, hacia el norte, mientras que ella pedaleaba hacia el sur. Al ir aproximándose se podía ver que la falda se estaba transformando en una especie de bandera que ondeaba sin control porque no la podía sujetar con las piernas y al mismo tiempo pedalear mientras usaba el teléfono con una mano para agarrarlo y con la otra escribía mensaje tras mensaje en la pantalla del susodicho, que las hembras abusan de la multitarea un montón. Ella se concentraba en sus intercambios sociales por telefonino y yo fijaba mi vista en el único lugar interesante, ese que acaba donde las piernas se fusionan y mientras la distancia se reducía y el viento desplegabla la falda como una vela que la frenaba, aparece allí, entre las piernas, el matojo de pelo que señala el potorro, que era de los que aún no han sido afeitados, o de los que quizás nunca lo sean. Bajo el matojo de pelo, el chichi oscilaba al ritmo de los pedales, enseñando más o menos almeja según la posición y la pava, en el microsegundo que asigna a levantar la vista y ver si se va a estampar con la bicicleta, detectó la intensa dirección de mi mirada, bajó la cabeza y comprobó con estupor que tenía el coño al sol, que además estaba de mi espalda y se lo iluminaba perfectamente y con una de las manos empezó a dar manotazos para tapar su acceso frontal inferior pero con poco éxito, aunque lo que sí que consiguió fue que la bicicleta empezara a perder su perfecta línea recta y con la oscilación, el instinto saltó y la otra mano fue a agarrar el volante mientras que con la del teléfono seguía procurando taparse el chichi, que no lo consiguió y yo me aproximaba más y más y mucho más y cuando ya llegaba muy cerca, ella volvió a mirar hacia mi cara, con gesto enfadado, como si fuera culpa mía que ella enseñara el potorro al pedalear por no ponerse unas braguitas y para calentarla aún más, yo me relamí mientras pasaba a mi lado, aunque al tener la vista hacia el chumino, nunca llegué a saber si lo llegó a ver, pero intuyo que sí lo vio porque después de pasar miré hacia atrás riéndome y ella también giró la cabeza con gesto rabioso.

Y así fue como tuvimos el primer avistamiento del 2024, que sucedió muy tarde por culpa del cambio climático. 


2 respuestas a “La pava con falda a cuadros verde”

  1. No es avistamiento tardío, al contrario, fíjate todo el tiempo que nos queda por delante, la lástima es que estuviera con la pelambrera completa, no es lo mismo que peladita, por lo general no se ve casi nada de carne fresca… 🙂
    Salud

  2. Vaya dos, no se os puede dejar solos…. una cosa tengo clara, la chica debía estar muy bien, porque en todo el post no hay un solo comentario hiriente sobre su físico… y sigo dándole vueltas a por qué puñetas las holandesas no usan bragas como todo el mundo, como sea porque no se lavan y lo quieren airear, que sepais que da mucho asco.

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