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  • Pa’rriba de vuelta

    15 de febrero de 2024

    Los de las aerolíneas de bajo costo y mucho rastrero se piensan que yo soy podemita, truscolán o suciolista y que me la pueden empetar doblada y a la hora de comprar los billetes, te ponen una ida barata y una vuelta carísima. Yo busco ambos trayectos por separado y después de bajar a Málaga por Eindhoven, descubrí que la opción más barata era regresar a los Países Bajos por Ámsterdam, también con raianer, llegaba más tarde, con lo que tenía más tiempo en Málaga y me costaba mucho menos dinero. Cerca de las dos de la tarde fui a la estación del trenecito que para cerca de la keli de Sergio y veintipico minutos después estaba en el aeropuerto. Como hay mucho ignorantón y borrego, la gente siguió a un panoli que iba hacia Llegadas y después tuvieron que retroceder para pillar la escalera mecánica hacia salidas. Una vez dentro, pasé el control de inseguridad que fue más inseguro que nunca. Básicamente, se me olvidó totalmente sacar los líquidos, como en los Países Bajos no lo exigen, para mí es algo rarísimo y cuando pasé la mochila por los rayos mágicos, le dieron el visto bueno y a la bolsa de mano que llevaba la señalaron porque pensaban que llevaba pasta de guayaba, que no, que era sobrasada y por más que lo intenten imaginar, eso no es un líquido. Después del control me quedé unos momentos flipando porque los líquidos de verdad no los vieron y me montaron un numerito con algo que no era líquido. Cada vez más a menudo, los controles de inseguridad en los aeropuertos son más inseguros. En el aeropuerto de Málaga una vez lo has pasado, tienes que caminar por una tienda libre de impuestos a precios abusivos gigantesca hasta que llegas a la zona de salidas. Me acerqué a una de las máquinas vendedoras de agua y el precio en el aeropuerto de Málaga es de un leuro y diez céntimos de leuro por botella, casi lloré de la emoción, que en el de Gran Canaria ya la han puesto a prácticamente dos leuros. Por supuesto que me compré una botella.

    De nuevo tenía prioridad de esa y entré de los primeros en la guagua que nos llevaba al avión y de nuevo estaba sentado en ventana, esta vez en un sitio mejor, detrás del ala y además aún era de día. Primero fue una guagua al avión con todos los de prioridad y después vinieron los otros. El embarque fue muy eficiente y salimos en hora, aunque despegamos hacia el mar y después dimos la vuelta hacia el norte. Desde el aire se veían las montañas nevadas de Granada y también les hice un pequeño vídeo y creo que hasta hice un tercer vídeo de algo más. Fue salir de España y entrar en Francia y se encapotó el cielo por debajo, una densa y consistente capa de nubes que no parecía tener final y cuando ya estábamos aterrizando, me hacía dudar sobre el vídeo del aterrizaje, porque todo era gris, aunque al final hice uno corto. En el aeropuerto de Ámsterdam el chófer aparcó en la zona de bajísimo costo, que es la más cutre y al salir, fui a paso ligero hasta el aeropuerto para pillar el tren de regreso a Utrecht, que en el aeropuerto están en obras y hay muchos menos, así que tenía que ir en otro hasta la estación de Amsterdam Zuid y allí cambiar al tren que me llevaba a Utrecht y que llegaba con ciento veinte segundos hasta el tercer tren, el que me llevaba a mi barrio, así que, obviamente, estudié la longitud del tren, miré en el programa de la empresa de transporte la llegada del susodicho a dicha estación y así sabía en que vagón y en qué puerta me tenía que poner para que me dejara junto a las escaleras de subida y logré hacer el transbordo y me sobró, fácilmente, un minuto, aunque recordemos que yo soy un corredor consumado, que sé de algunos culocochistas que no lo habrían conseguido. La razón para pillar ese tren es que dejé mi cutre-bicicleta en la otra estación ya que la aventura comenzó yendo hacia el trabajo. Más o menos entré en mi keli sobre las ocho y cuarto, con lo que un puerta a puerta desde Málaga a mi keli son seis horas y pico si todo sale relativamente bien.

    Mi próxima escapada será el regreso a África en marzo por una semana.

  • Guraidhoo Corner 4, duodécimo día

    14 de febrero de 2024

    Sé de uno que está emocionado hasta las lágrimas hoy y eso que se niega a ver cierta película ganadora de un montón de premios. Este es el último vídeo de las dos semanas de vacaciones de buceo en las Maldivas, el ultimísimo. Aquí cerramos ese capítulo con treinta y cuatro inmersiones y una cantidad ingente de vídeos. La música es del maravilloso compositor John William, la canción Main Title And First Victim del clásico Tiburón – Jaws.

    Comenzamos con un tiburón de punta de aleta blanca delante de mí y nos soltamos y empieza la navegación y en la cueva que la vez anterior vimos un montón de tortugas, méate Merilléin, un tiburón nodriza durmiendo, la primera vez que veo uno de estos tiburones. Esto fue un regalo final inesperado. Para poder grabar el vídeo me tuve que enganchar con el garfio a las rocas, que la corriente me arrastraba. Se puede ver en un momento determinado. Después seguimos avanzando a todo meter y tenemos el espectáculo habitual de corales y peces pequeños. Ese día no parecía que hubieran tortugas por allí y yo ya daba por finalizada la inmersión. En los últimos veinte segundos del vídeo, cuando estábamos en un centrifugado haciendo la parada de seguridad, que la corriente nos movía entre 3 y 8 metros sin parar, pasaron tres rayas móbulas por debajo de nosotros en formación. Eso es super-hiper-mega especial y básicamente, era el despido glorioso de los animales del fondo marino de las Maldivas a mi visita.

  • Retornando a Málaga

    13 de febrero de 2024

    Hace un par de semanas bajé a Málaga de fin de semana, algo que tradicionalmente ocurre en enero pero que este año se retrasó por culpa de ciertos conocimientos sacrosantos de auditor con los que supuestamente me han bendecido desde el país del Sol caguiente, aunque yo aún no he recibido el correo y el papel que confirma que estoy requetequeteque-certificado en el tema y cuando algún panoli me intenta colocar un marrón sobre el asunto, los desvío con esa excusa y los devuelvo bien impregnados de veneno del peor.

    Mi visita a Málaga comenzó en un jueves, ya que volaba por la noche, así que me fui a trabajar a Bolduque, que también me pillaba de paso porque volaba desde el aeropuerto de Eindhoven. Decidí realinear mi rutina y por la mañana, después de levantarme, me fui a correr, que esa sería una semana solo con cuatro días de ejercicio, lo nunca visto para alguien como yo que suele ir a correr seis veces por semana. Tras el ejercicio, la ducha y el desayuno, tiré para el sur y pasé el día en la oficina. Después del trabajo invité al mexicano a cenar conmigo en una hamburguesería y tras llenar el tripote, pillé el tren para Eindhoven y allí en la estación la guagua al aeropuerto. En ese aeropuerto se puede reservar un puesto para pasar el control de inseguridad como cliente exclusivo y además el servicio es gratuito, así que reservé entre las siete y media y las ocho menos cuarto y casualmente, llegué a esa hora, aunque en realidad no me hizo falta porque era el final del día y a falta de dos vuelos por despegar, estaba todo muy tranquilo. Como en los Países Bajos, en ningún aeropuerto, se vacía la mochila y se sacan los líquidos o los aparatos electrónicos, ya eso me parece algo del pasado y del tercer o cuarto mundo. Dentro del aeropuerto, busqué un punto de agua para rellenar mi botella y cuando ya se supo la puerta de salida, fui a la cola con prioridad y tal y tal, que ahora resulta que si quieres llevar una bolsa o maleta en cabina, por el mismo precio te dan la prioridad y hasta el asiento asignado, con lo que ya sabía que tenía asiento de ventana. El avión llegó relativamente en hora y como es de raianer, las paradas son de un rato, que echan a la gente del avión a todo meter y entramos los siguientes sin que haya literalmente tiempo para que la tripulación camine de un lado al otro del avión, lo cual nos sirve para comprobar que no los limpian durante el día. El asiento de ventana que tenía estaba sobre el motor y el vídeo será una caca, porque volé de noche, pero vamos, que algún día lo veremos y cierto comentarista se negará a confirmar que esos vídeos de despegue y aterrizaje en vuelos de noche son lo peor, igual que no quiere ver cierta película ganadora de doce premios Poyas. El chófer dijo que llegaríamos a la hora prevista y tras despegar, tiró para el sur y el vuelo fue muy placentero, sin turbulencias, aunque como los de raianer se pasan el tiempo vendiendo comida, billetes de lotería, artículos de su tienda libre de impuestos a precio abusivo y más comida y quizás hasta una tercera ronda de comida y la misma cantidad de visitas recogiendo basura, durante las casi tres horas del vuelo hay un flujo constante de gente caminando por el avión, que termina pareciendo una avenida de una ciudad en día de tiendas abiertas.

    Una de las cosas que noté, al ir junto al motor, es que allí tienen las luces largas del avión, que después del despegue, pero un rato largo después, las apagaron y a medio vuelo, las volvieron a encender cuando estábamos a once mil metros, que imaginé que nos cruzábamos con otro avión y los pilotos se picaban luces, como hace la miasma con sus coches, actitud muy arraigada y que nos pueden explicar algunos culocochistas que comentan por aquí. Al aterrizar volvieron a encender las luces y entramos en el aeropuerto viniendo directamente desde el norte, con lo que de haber volado durante el día habríamos podido ver el Caminito del Rey, pero por la noche solo hay oscuridad y el reflejo de las luces largas en el motor. Aterrizamos en hora y como en los aviones de raianer se entra y sale por las dos puertas, es un proceso muy fluido y en unos cinco minutos estaba afuera, listo para la gran caminata hasta la salida del aeropuerto, que está en el otro extremo. Por allí afuera me esperaba mi amigo Sergio para recogerme, que el trenecito que lleva de Málaga hacia Benalmádena no circula a la medianoche, seguramente porque con tanto ladrocinio para los truscolanes, les han quitado hasta las luces para dárselas a la escoria truscolana.

    Como siempre, corro un tupido velo en las actividades del fin de semana, aunque puedo confirmar y confirmo que hubo un almuerzo de toda la familia y Evelyne estuvo en el mismo y se sentó a mi lado y en ese almuerzo, en un punto determinado se les subieron los excesos de alcohol a la cabeza y estuvieron todos cantando una canción en francés que me parece que se titula mi POLLOTE y que claro, ya os podréis imaginar de que trata, que no es precisamente de truscoluña, que no es nación.

  • Guraidhoo Corner 3, duodécimo día

    12 de febrero de 2024

    Llegamos a la tercera parte de esta inmersión, la penúltima en la gigantesca serie de vídeos de inmersión en las Maldivas y en esta sigo agarrado como ladilla a güevo a las rocas mirando el espectáculo de la esquina de Guraidhoo. La música sigue siendo del maravilloso compositor John William, el tema The Chairman’s Waltz de la película que puedo confirmar y confirmo que no he visto, Memoirs Of A Geisha

    Comenzamos mirando hacia arriba, aunque ese día había menos visibilidad y resulta más difícil ver lo que sucedía allí con el vídeo pero alrededor del medio minuto tenemos en la parte inferior de la pantalla un tiburón de punta de aleta blanca que pasa un par de veces. Pasado el primer minuto son dos. Siguen los tiburones apatrullando la esquina y en el minuto y cuarenta y cinco segundos tenemos un momentazo de máxima tensión, una medusa o algo así vino directa hacia mí y yo rezando para que no me rozara. Pasaron unas cuantas. Justo después de eso tenemos tres tiburones delante de nosotros y siguen pasando medusas de esas, que creo que una rozó a la pava que iba buceando conmigo.

    Ya acercándonos al final, vemos que los rusos finalmente se lograron agarrar a las piedras, pero estuvieron poco tiempo porque no tenían aire.

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