En verano, cuando los amigos desaparecen por dos o tres semanas y tengo tiempo para centrarme en mis boberías, casi siempre me planteo el sentarme a escribir un increíble y asombroso libro que me hará multi-mega-millonario y al final, lo que hago, es probar nuevas recetas de cocina e investigar con cosillas que en algún momento han llamado mi atención. En las dos últimas semanas he estado obsesionado con los ravioli, esas pequeñas y deliciosas maravillas. Todo comenzó cuando llegué a una increíble receta de pesto rojo con raviolis. Hice la parte del pesto rojo y después compré en el supermercado una bandeja de raviolis supuestamente frescos. Nunca me había planteado hacerlos caseros pero ese día me picó la curiosidad y en el llutuve vi varios vídeos. La semana pasada, el lunes por la tarde, me curraba mi Pasta fresca y después me ponía manos a la obra para hacer raviolis frescos. Fue un desastre en varios niveles, pero de esos que son necesarios para aprender de tus errores. Se quedó como algo pendiente en mi agenda y decidí darle una nueva oportunidad al llegar el fin de semana.
Esa misma semana en el blog de comida del periódico el País ponían una receta de algo llamado jachapuri, con harina y queso, que son dos alimentos básicos y sin los que no puedo vivir. No necesitaba horno y tras mirar en el llutuve vi que se podía preparar de varias formas pero me gustaba la que mostraban en el periódico así que fijé mi cena del sábado con el susodicho jachapuri.
La masa se veía sencilla, el relleno era cosa de niños y el sábado por la tarde hice la masa, la dejé fermentar, la extendí, puse el relleno, le di la forma y lo pasé por el sartén.
Resultó una especie de torta con un montón de queso dentro, algo curioso y que merece una segunda oportunidad, quizás con otro queso o algún otro relleno más exótico.
El domingo, volvía a hacer Pasta fresca y entre los varios errores de la primera vez estaba el usar queso Ricotta, el cual, al menos el que venden en Holanda, es demasiado líquido. La receta era una de Gennaro, el italiano que descubrió la cocina de su país a Jaime O. En el llutuve estaba el vídeo preparándolos y decidí cambiar y usar un queso griego, más fuerte pero menos aguado. Hice mis raviolis y esta vez tenían buena pinta antes de hervirlos:
La salsa era también sencilla de preparar y el resultado fue espectacular, con contrastes probocados por la menta y el limón:
Ayer me apetecía reaprovisionar mi congelador con una de esas cosas que te da pereza hacer pero que cuando te pones, haces cantidades industriales y así tienes para varias ocasiones. Echaba de menos los rollitos de primavera al estilo Filipino, más finos que los chinos y con mucha carne. En el congelador tenía masa para hacer veintipico así que calculé la cantidad de relleno y al volver del trabajo me puse manos a la obra. Toma su tiempo hacerlos todos pero por suerte una vez los tienes, puedes congelar sin problemas y los tendrás listos para freír. Me quedaron épicos:
Mañana se pasa la Chinita por mi casa y para ponerle el punto en la boca he pensado que lo mejor es tirar de modestia y sencillez, algo así como unas berenjenas rebozadas con pimiento caramelizado y queso de cabra, otra de esas recetas que cuando descubres te preguntas como pudistes vivir toda tu vida sin saberlo:
Después exploraremos nuevos mundos desconocidos, nos embarcaremos en una aventura que nos llevará a descubrir si es posible usar los pequeños mejillones holandeses para hacer una empanada de mejillones. Creo que la haré hoy porque digan lo que digan, a mí me sabe la empanada que ya ha reposado un tiempo mucho mejor que la recién hecha. Si todo sale como está planeado, el resultado debería ser algo así:
Y entre unas cosas y otras, ya he procesado más de seis kilos de moras de mi jardín. Mi reserva de mermelada de moras está ya a niveles aceptables y creo que todavía mi jardín puede dar cuatro o cinco kilos más. Esto es el verano, tiempo para comer y cocinar y disfrutar haciéndolo …