El edificio del parlamento sueco está en la isla Helgeandsholmen, justo entre la ciudad vieja (Gamla stan) y el distrito central de la ciudad, los cuales comunica mediante puentes. El edificio es de estilo neoclásico con una bonita fachada y se construyó a finales del siglo XIX (equis-palito-equis). Por debajo de donde yo estaba hay un curioso museo, el Medeltidsmuseum o Museo del Estocolmo Medieval, al cual se entra bajando al nivel del agua junto a uno de los puentes. En este museo se puede ver como era la ciudad entre los siglos XIII (equis-palito-palito-palito) y XVI (equis-uve-palito).
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Son of a Gun
El cine australiano lleva unos cuantos años sacando al mercado películas excelentes. No tienen miedo a hacer historias complejas ni a tratar temas difíciles y por lo general, consiguen unos productos muy bien acabados. Seguramente por eso, con cierta regularidad llegan a las carteleras holandesas películas de ese país, aunque en lugar de a los cines comerciales, lo hacen por el canal de las filmotecas. Así fue como descubrí Son of a Gun, película que no tiene fecha de estreno en España.
Un julay jovencito que acaba en chirona, descubre que para proteger su orto tendrá que asociarse con uno de los capillos de la cárcel. Cuando sale, lo tendrá que ayudar a escapar y a partir de ahí su vida se complicará una jartá
Un chaval que parece que está abocado a ser un delincuente, cuando entra en la cárcel por primera vez descubre que es un mundo horrible en el que un montón de tíos lo que quieren es empetársela por detrás. El chaval intenta defenderse pero solo cuando uno de los capos de la cárcel lo protege, lo dejan en paz. Cuando sale, tendrá que devolver el favor ayudando al capo a escapar y después participando con este en un robo en el que todo saldrá mal. Mientras tanto se enamora de la putita de otro criminal y su vida se complicará tanto que deseará estar muerto.
Lo primero que hay que decir es que Brenton Thwaites es un descubrimiento. Veremos como evoluciona pero este tiene pinta de ser un gran actor del que se hablará en el futuro. El joven al que interpreta, las pasa canutas y parece que jamás ha tenido nada fácil en la vida y siempre que ha intentado algo, le ha salido mal. Al juntarse con Ewan McGregor todo le irá peor. El británico hace un papelón que no veas y en muchas ocasiones da hasta miedo por la maldad extrema que parece tener, aunque igual le sale un ramalazo sentimental que le dura unos segundos. La historia de la preparación del robo de diamantes, la realización del mismo y todo lo que viene después es fantástica y la película gana un montón en esa parte. Alicia Vikander resulta muy creíble como la puta que es también esclava sexual y cuando se junta con el joven, ambos echan chispas. La escena final es fabulosa.
Este tipo de cine que mezcla acción, crímen y drama y con muchos diálogos y cosas que el espectador tiene que deducir definitivamente no funciona con los miembros del Clan de los Oros, aunque muchos sub-intelectuales de GafaPasta seguro que la saben apreciar. Vale la pena verla.
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El viaje más largo – The Longest Ride
Yo debo ser uno de los pocos que cada vez que veo que se va a estrenar una película basada en un libro de Nicholas Sparks, me lo leo (o lo escucho, para ser más preciso). Es una especie de Corín Tellado americano, que escribe historias con un amor profundo y verdadero ligeras y directas y que son fáciles de digerir. Por eso, cuando leí la que inspira la película de hoy y vi el trailer, no lograba comprender nada porque se daban demasiadas cosas imposibles. Aún así, fui a ver The Longest Ride, película que se estrena en España esta semana con el título de El viaje más largo.
Una julay se quiere chingar a un chamo que prefiere montar vacas porque le dan más chimpún
Una pava conoce a un vaquero en un rodeo y se enamora de él. Su relación es complicada porque él antepone su carrera montando toros a todo lo demás y cuando su vida corre peligro, el hombre es cabezón y no aprende y ella termina por dejarlo. En paralelo, ambos ayudan a un anciano que ha tenido un accidente de coche, lo rescatan y después la chica desarrollará una amistad con el viejillo y le leerá las cartas que él escribió a su mujer desde siempre mientras el señor recuerda aquellos maravillosos años.
Mi problema con la historia es la manía de contar dos historias totalmente distintas en paralelo. Saltamos del presente al pasado y a un pasado aún más lejano y eso me distrae, me agobia y me aburre. La de la pareja joven está muy bien y es entretenida y resulta creíble. El protagonista de esa es un hijo de Clint Eastwood, Scott Eastwood, que ha heredado los ojos de su padre y que cuando la cámara lo mira a la cara, no puedes dejar de fijarte en esos ojos. Su novia es la para mí desconocida Britt Robertson. Hay buena química entre ellos y su historia avanza a buen ritmo y aunque todos sabemos como va a acabar, no aburre. Alan Alda se luce como el viejo y Jack Huston caga hasta el fondo el papel del joven viejo. Simplemente, no funnciona, no acaba de cuajar y por alguna razón desconocida, es que hasta me caía mal. La película sufre con estos saltos de historia y aunque el drama y el romance estaban bien, me queda la impresión de que es una que olvidaré pronto.
No creo que valga para salidas al completo del Clan de los Orcos aunque sí que puede valer para algún miembro del mismo que tiene que ablandar a su hembra para jincársela. Para los demás, esto cuando lo pongan por la tele se ve bien y combina perfectamente con una siesta.
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Viajando al Nido
Cuando yo esperaba lanzarme a explorar una de las nuevas maravillas del Universo, el destino me tenía reservado otro camino y ese día, salía de la habitación tres horas antes de la hora Virtuditas, desayunaba y me lanzaba a buscar banco para conseguir dinero en efectivo. Mi tarjeta no quiso funcionar en ninguno de los cinco en los que estuve y acabé usando esa que sirve para todo lo demás. La razón es que el Nido, es la última frontera, un lugar al que aún no han llegado los cajeros automáticos y hay que ir con la talega petada de pesos. Comentar también una curiosidad del desayuno. Como aquí la gente se encochina con salchichas y similares para desayunar, o pescado con arroz, en las pensiones te piden y te ruegan que les indiques lo que quieres desayunar y la hora a la que piensas aparecer para poder prepararlo.
Con mi cartera a punto de reventar, solo me quedaba esperar el micro, que llegó con veinte minutos de retraso porque había una procesión por la única calle de la ciudad. Manda güevos con la religión de los presuntos tocadores de niños.
Cuando por fin llegó, cogí mi botella de agua grande, mis dos botellas de agua chicas, mi mochila y la sub-mochila con la cámara y el iPad y me senté en el micro, el cual estaba vacío. El colega me dijo que se llenaría y salimos y fuimos a buscar a una pareja de franceses, a dos filipinas y finalmente a un grupo con cinco julays, siendo uno un francés-español de nacionalidad suiza casado con filipina que estaba en el país con su hembra, su cuñada que también vive en Zurich y su marido para ver a la mamuchi, una señora de ochenta y cinco años seguramente vividos al completo sin dientes, pero con unas encías que probablemente cortan hasta láminas de acero esmaltado. Ese era el equipo al completo y después fuimos a un negocio porque según el conductor, el agua en el Nido es un bien tan preciado que lo mejor es llevarla y acabé con otra botella de litro y medio y una garrafa de 6,6 litros. Todo eso para tres días.
El viaje nos demuestra que esta isla, conocida como la Última Frontera, sigue siendo mayormente virgen. Está totalmente cubierta por jungla, la carretera desaparece con las tormentas y se pasan la vida rehaciéndola y la velocidad es algo desconocido. Tardamos unas siete horas para doscientos treinta kilómetros con una sola parada de veinte minutos para comer y mear. El paisaje es flipante y en realidad, el viaje fue muy entretenido, hablando con el francés que casi ya no habla español, con su hembra y la hermana de la misma e incluso el conductor, que se animó a participar en la tertulia. La única que no dijo ni pío era la momia, digo la abuela, por un momento pensé que llevaban el cadáver allá arriba como en cualquier película cubana y nos tenían a todos engañados, pero no, en una ocasión la vi soltar una burbuja creada entre las encías.
Al llegar al Nido, no permiten a los vehículos de transporte dejar a la gente en sus establecimientos y desde la terminal de guaguas, concepto muy elaborado para referirnos a uno solar en el que paran los vehículos, tienes que tomar un tricycle, las motillas esas con sidecar. Por un leuro, uno me trajo a mi pensión, que en realidad era la primera ya que la que yo quería estaba llena y me colocaron en otra cercana llamada Mountain Side Inn. Semejante concepto sirve para cuatro habitaciones con su baño correspondiente, sin agua caliente pero con aire acondicionado y ventilador en el techo. Suficiente para lo que uno usa el cuarto y yo, mientras no haya tarántulas (e incluso con ellas … como quedó demostrado cuando estuve en Camboya …) hecho igual de bien el jiñote por la mañana, que so como una fábrica de la mierda.
Tomé posesión de la habitación y me lancé a explorar el villorrio con la cámara. Lo que hay que ver es la playa, la iglesia y nada más. Hice mi ronda, tomé fotos a discreción y después al regresar veo una multitud en la calle y una panadería. El olor era espectacular y acabé comprándome un bollo que estaba de morirse, un pan de huevo que estaba para llorar de riquísimo y unas galletas del copón y me encochiné tanto que acabé por no ir a cenar. Toda la bollería me costó unos veinte céntimos de leuro, me pareció que les estaba robando pero voy a volver cada día e incluso alguna mañana porque me han dicho que a las siete ponen unos dónuts frescos que se te camban los pezones de gusto y te hacen el helicóptero.
Estando inflado, pasé de hacer nada más y maté el resto de la velada escribiendo las anotaciones pertinentes y viendo episodios de las cosillas que me he traído. No se lo cuenten a nadie pero me he enviciado a una serie española que creo que se llama Bajo Compresa de dos julays picoletos que tienen que resolver un crimen en una familia de orcos y que pa’ mí que acaban cogiendo como perros en celo, pero aún no he llegado a ese episodio.
El relato continúa en Saltando islotes por el archipiélago Bacuit