Estoy casi completamente convencido que la bici de la foto que tenemos hoy es la misma que vimos hace seis años en la anotación Bicicleta porta-contenedores. Le han dado una mano de pintura y ahora luce propaganda de un negocio de venta de vino pero por lo demás, es la misma bicicleta, aunque lo que no me cuadra es que en el 2009 me la crucé en Amsterdam y en el 2014 me tropecé con ella en Hilversum. Espero poder pillar algún día al dueño con un cargamento, ya que tengo un montón de curiosidad por ver cuanto lleva y cómo lo hace, ya que con dos ruedas, cuando te paras la única manera de mantener todo ese peso es con una de las pezuñas del humano que la pilota. Ya lo dije en su momento y lo repito, esta no parece muy práctica ya que al carecer de una cesta enorme como las bakfiets, todo lo que lleves ha de venir previamente empaquetado y lo tendrás que fijar muy bien en la plataforma de carga o el drama está asegurado.
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Piazza della Repubblica
En su día ya vimos la Piazza della Repubblica pero en aquella visita el lugar estaba petado de gente, hice la foto, la puse en éste el mejor blog sin premios en castellano, pero no me quedé contento. Regresamos al lugar para volver a ver la Piazza della Repubblica, la cual está en el lugar en el que en la época Romana estaba el Forum de la ciudad.
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Es así
El otro día tuve un ramalazo de realidad de esos que nos dan muy pocas veces y llegué a la conclusión de que elijo a mis amigos entre otras muchas cosas cuando son gente totalmente opuesta a como yo soy. La gente que se me parece demasiado me produce urticaria y una alergia extrema y mantengo las distancias tanto como puedo. Mirando a mi más-mejor amigo, el Rubio, creo que lo único que tenemos en común es que somos alcohólicos conocidos y nos gusta la cerveza. Por lo demás, en todo lo demás raramente coincidimos con la misma opinión. Seguramente por eso ha aguantado tantos años en el más cercano de los círculos de confianza, porque tenemos tan poco en común y ninguno de los dos concibe el manipular al otro para moldearlo a su antojo y por eso, seguimos teniendo la misma fascinación enfermiza que en el año 2000 cuando nos conocimos. De cuando en cuando hace recuento de los caídos y me pregunta por ellos convencido de que sigo manteniendo el trato. Se lo he explicado un centenar de veces pero sigue sin captar que un día, con o sin motivo específico, en algún lugar putrefacto de mi cabezón se enciende una luz que indica que esa amistad ha llegado a su límite, que no hay nada más que se pueda extraer de la misma o que yo pueda aportar y en lugar de dejarla morir poco a poco como prefiere la mayoría, corto por lo sano. Mi sistema es bruto pero efectivo y nos ahorra a las dos partes un tiempo que podemos aprovechar para asuntos mejores. El Moreno, otro que de siempre ha flipado con el corte limpio y me ha criticado durante un montón de tiempo por hacerlo, de repente decidió adoptarlo como el sistema que mejor se ajusta a sus amiguitos del CaraCuloLibro, mundillo en el que tiene un perfil especializado para su afición a la fotografía de aves y en donde la gente puede ser muy dañina. El hombre ya se ha topado con varios garbanzos negros y después de fracasar con el buen rollito y las buenas maneras, decidió hacerme caso, cegar los caminos que ya daba por perdidos y ahora el cabrón poco menos que me dice que eso yo lo aprendí de él.
Cosas así, que no vienen a cuento y que uno ni sabe de dónde vienen o a dónde van son las que se me ocurren en los días en los que no tengo ni idea de lo que quiero contar.
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Los frescos de la cúpula del Duomo di Firenze
Para mí, lo mejor del interior de la catedral de Florencia es la cúpula construida por Brunelleschi y los fantásticos frescos de Giorgio Vasari que vemos en la foto de hoy. Por supuesto, pintó el juicio final y como se expulsa de todos y cada uno de los cielos a los truscolanes y gentuza similar. El interior gótico de la catedral produce una sensación de vacío que al parecer la buscaban a propósito, al contrario que otras catedrales que están petadas de arte y metales preciosos, además de huesos y otra parafernalia macabra. Cuando visité la catedral esta última vez, solo permitían andar por una especie de corredor creado con barreras y toda la zona central de la nave estaba completamente vacía.