La tienda Apple de la Quinta Avenida es la más famosa y uno de los comercios en los que más se vende de todo el universo. Miles y miles de personas cruzan el cubo de cristal cada día y descienden al paraíso de los productos Apple. De allí salió mi Mac mini, de allí han salido los equipos de varios de mis amigos y seguro que volveré a comprar más cosas en ese lugar. Vimos esta foto por primera vez en la anotación Tienda Apple en la Quinta Avenida en febrero del año 2007 y hoy le damos la bienvenida al Club de las 500.
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U2 360º Tour – El comienzo de la gira
Mentiría si os digo que me lo pasé fatal en Barcelona. Mentiría porque han sido tres días increíbles con una experiencia místico-religiosa regada por litros y litros de alcohol y aunque es imposible transmitir todo ese caudal de información, al menos trataré de resumir el evento por el que nos desplazamos a la ciudad.
Todo comenzó en mi visita a Estambul, Reconciliation Tour en el que se zanjó la guerra de silencio con mi amigo El turco. En una de las múltiples conversaciones en las que nos pusimos al día me dijo que iba a ir a Barcelona para el primer concierto de U2 en su nueva gira, la 360º Tour y que si quería podía acompañarlo. Como El turco puede ser más falso que un diputado cuando quiere no le hice demasiado caso pero al volver a Holanda e intercambiar correos me lo volvió a sugerir e inmediatamente se puso en marcha la maquinaria logística. Conseguí billete a precio abusivo en aerolínea de bajo coste venida a mucho menos (una historia que leeréis más adelante), reservé habitación en el hotel de cuatro estrellas donde se quedaba mi amigo (ya no tenemos edad para la miseria, es lo malo de las nóminas engordadas, que tiramos el dinero en nuestro propio disfrute personal) y casi sin quererlo ya tenía mi viaje montado. Nos saltamos todo lo que sucedió hasta las cuatro de la tarde del día del concierto. A esa hora llegábamos a la zona del Camp Nou y le preguntamos a uno de los intelectuales de seguridad por el lugar en el que podíamos recoger las entradas y nos decía que en la zona de acceso 17.
¡Ooops ya lo he vuelto a hacer! retrocedo aún más en el tiempo para explicar esto último. El turco y el amigo que vino con él se dejaron en Estambul el papel con el número de reserva. Como lo teníamos que imprimir a la una de la tarde del día del concierto recorríamos las calles alrededor de la Rambla buscando un puto ciber-café, unos antros que antes abundaban y ahora son casi imposibles de encontrar. Dimos con uno que hasta tenía impresoras y el siguiente problema es que no se acordaban de si habían borrado el correo. Tuvimos que rastrear su buzón de entrada hasta dar con el famoso mensaje, el cual imprimimos. En la página de Ticketmaster decía algo de poder recogerlos en otros sitios y nos apuntamos las direcciones en Barcelona. El turco es un bendito y el hijoputa nos hizo caminar dos kilómetros para ir a un sitio pensando que allí estaba una de las tiendas y resultó que se equivocó de dirección así que decidimos no hacerle caso, tomamos un taxi y le dijimos al julay del conductor que nos llevara hasta la tienda. Allí nos dieron buenas y malas noticias. Las buenas es que todavía podíamos conseguir las entradas y las malas es que debía ser en la puerta del estadio y como nosotros, miles de personas estarían allí para lo mismo. Nos fuimos a almorzar a un bar fashion de la zona y después cogimos otro taxi para ir al estadio.
Volvemos al relato de dos párrafos atrás y estábamos caminando hacia el punto de acceso 17 en donde no había ninguna taquilla y un guardia de seguridad acarajotado y que no tenía pinta de tener ni puta idea nos dijo que en el punto de acceso 15 en donde nos mandaron al 9. Ya asumimos que nos dábamos la vuelta al complejo del estadio y para cuando llegamos al 9 nos dimos un susto porque efectivamente, allí habían taquillas y tras enseñar el turqui-pasaporte nos dieron nuestras entradas, cuatro para el campo, en el césped que nosotros ya estamos muy mayores para ir a las gradas con los pobres y ver el concierto sentados y preferimos pagar por recibir el sudor de los cantantes de primera mano.
El pequeño problema que tuvimos entre manos en ese momento es que éramos tres y nos sobraba una entrada y obviamente ni yo ni ellos nos veíamos haciendo de verduleras por la calle así que pasamos un kilo y nos fuimos a reírnos de la gente que llevaba más de un día tirados en la calle para ser los primeros en entrar. Uno de los guardias de seguridad nos comentó que se rumoreaba por los walki talkies que abrirían las puertas entre las cinco y las seis así que nos volvimos a la tienda del Barça a tocar las camisetas y flipar con los precios abusivos del merchandising. Hicimos tiempo tomando refresquitos y a las seis de la tarde nos acercamos a la puerta de acceso número 2. Los paranoicos ya habían entrado y nosotros pasamos sin hacer colas ni sufrir empujones. En la tienda de souvenirs los turcos se compraron camisetas mientras yo me reía de ellos y los esperaba y me negaba a incrementar mi colección de más de ciento veinte camisetas con otra y finalmente descendimos unas escaleras, pasamos por unos túneles que nos hacían sentir como gladiadores rumanos y finalmente salimos y vimos el increíble escenario:
Tenemos un montón de fotos de unos y otros con el escenario por detrás que por supuesto no se pueden ver aquí y tras bajar y una nueva comprobación, pisamos el césped y nos dirigimos hacia el lugar en donde estaba la gente, el cual podéis ver en la foto anterior y allí nos tiramos al suelo.
Estábamos a unos pocos metros del escenario como podéis ver en la foto anterior y desde ese momento hasta las ocho y media en que empezaban los teloneros solo pudimos hacer una cosa: beber como cosacos cerveza Estrella en vasos de medio litro. Nos turnábamos para ir a comprarla y cuando comenzó el primer espectáculo ya teníamos dos litros y medio en nuestra barriga cada uno.
Los teloneros eran el grupo Snow Patrol, una banda de cojones que se merece tener su propia gira. Es la segunda vez que los veo en concierto y volví a flipar. Hemos quedado para ir a Londres a verlos en concierto algún día aunque con las promesas de mis amigos es mejor no hacerse ilusiones. No tengo ni un solo CD de este grupo y sin embargo me sé la letra de varias canciones lo cual solventaré pronto. Un día de estos me paso por el iTunes y compro su música. Mientras cantaban pudimos escuchar la grandiosidad del sistema de sonido y ver que estábamos en un sitio perfecto, bien cerca y con una visibilidad plena. En las gradas el estadio seguía medio vacío. Supongo que la mayoría no tienen ni idea de lo bueno que es este grupo y ni siquiera llegarán a saber lo que se han perdido. Nosotros brincábamos, saltábamos, hacíamos fotos y nos divertíamos junto a un grupo de noruegos que nos adoptó y con los que nos lo pasamos genial. Más o menos a la hora a la que los esperábamos se apagaron las luces y noventa y dos mil personas comenzamos a rugir cuando la música de U2 nos bañó con su primera canción.
Las primeras cuatro eran del último disco, uno que yo no he escuchado. En realidad tengo toda su música hasta el año 1997, momento en el que dejaron de interesarme. Por suerte ellos saben que no vamos allí por lo que hacen ahora y después de cumplir con el compromiso y tocar lo nuevo comenzó el espectáculo de verdad con sus grandes éxitos, las canciones que todos hemos gritado borrachos y que por supuesto hay que escuchar con una tasa de alcohol en la sangre de auténtico escándalo.
El sonido, apabullante, las pantallas circulares, geniales, la iluminación, pues las he visto mejores pero las sensaciones y el show, de película. Por suerte allí no nos conocía nadie (aunque mi madre me jura que me vio por la tele todo desbocado ??). En todo este frenesí, saltando, gritando, abrazando a la gente a tu alrededor, hicimos cientos de fotos, yo con el iPhone y los turcos con una cámara pequeña.
De entre mis fotos he elegido una muy especial. Ya sabéis que para mantener el Mito y la Leyenda del autor de la mejor bitácora sin premios en castellano y por qué no decirlo, la coquetería, han hecho que muy pero que muy raramente ponga fotos de un servidor en Distorsiones. Hoy haremos una excepción:
A la izquierda me podéis ver a mí y a la derecha a mi amigo El turco, prácticamente un hermano. Al día siguiente me reprochó lo meloso que me puse y las mil y una veces que le pedí perdón por no ir a su bodorrio pero también reconoció que ha sido uno de los mejores días de toda su vida.
Mientras en el escenario continuaba la música y el misticismo de los de U2, unos multimillonarios que se sacuden sus escrúpulos con coñas humanitarias, con unos con caretas de niños de Birmania soltando algún tipo de masque social que seamos honestos, nos importaba un carajo a todos pero gritamos y aplaudimos a rabiar sin que se nos pegue nada, que allí todos fuimos a escuchar la música y no a escuchar historias de la chusma de otros lados. Conectaron con la Estación Espacial Internacional, otra cosilla que seguro que costó cuatro perras gordas que igual se hubieran podido invertir en darle de comer a los mismos niños para los que Bono nos pide dinero a nosotros y leyeron unos mensajes super-emocionantes y que si no llega a ser porque estaba borracho, a lo mejor hasta me acuerdo.
Por suerte la movida humanitaria no duró para siempre y siguió con la música. Cuando acabó el concierto gritamos y aplaudimos hasta quedarnos afónicos y volvieron al escenario a cantar un par de temas más:
En esta última parte Bono se puso un traje con bombillos super cañero que me recordaba a David Hasselhof cuando hacía bolos por Europa hace como cien años y con esa pinta acabó el concierto.
Lo que vino después ya lo contaré otro día. El concierto fue una pasada. Nos lo pasamos BOMBA y seguro que repetimos en otra ciudad, con otro grupo.
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Sur montañas Oman en el club de las 500
Otra de las fotos del viaje a Omán en el año 2005 que formaban parte del relato y nunca tuvieron un escaparate propio. Esta la vimos por primera vez en Omán cuarta parte ? Sur, el lugar en el que estuve trabajando casi una semana. A mi espalda tenía el mar e hice la foto creo que unos minutos después de la salida del sol. Todavía recuerdo como era noche cerrada y cinco minutos más tarde había un día perfecto y lo mismo pasaba por la tarde en la que pasábamos de la luz a la oscuridad total en cinco minutos. Hoy le damos la bienvenida a esta imagen al Club de las 500.
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Un poquito de ayuda
De cuando en cuando tengo una extraña sensación como si una mano se posara sobre mi hombro y cambie la dirección hacia la que estoy encaminado. Son cosas que suceden y que después, cuando te paras a analizarlas, descubres que hay algo bastante extraño en ellas.
El lunes me levanté a las siete de la mañana porque quería llegar antes al trabajo. Como esa noche volaba hacia Barcelona, prefería llegar antes a la oficina y así volver a mi casa temprano. Dejé más o menos todo preparado por la noche, no tanto la ropa que me iba a poner sino otras cosas ya que era el día que viene a mi casa la señora de la limpieza y tampoco es plan que se encuentre todo tirado, sobretodo porque lo ordenará de tal forma que jamás encontraré las cosas y prefiero saber en donde están. Me duché, me vestí y desayuné. En la mesa de la cocina dejé seis magdalenas de chocolate con una nota para la señora y salí de mi casa con el tiempo más bien justo para ir a la estación de tren. Como hace calor, no llevaba mochila y disfrutaba pedaleando por el carril bici. A un tercio de la distancia un flash me vino a la cabeza y maldije en voz alta: ¡Mierda! se me había olvidado dejar sobre la mesa el dinero para la señora y tuve que girar para volver a mi casa. De la misma forma que no estaría nada contento si mi empresa no paga la nómina antes del último día del mes no creo que a ella le haga gracia así que me resigné y decidí tomar el siguiente tren, uno que sale diez minutos más tarde. Llegué a mi casa con el paso acelerado, dejé la bicicleta por fuera del jardín, corrí al interior y puse el dinero sobre la mesa, debajo del paquete de magdalenas. Cerré la puerta y volví a a recuperar el ritmo de pedaleo. Me alegró no tener nada a la espalda porque sabía que de ser así, acabaría todo sudado.
Incrementé mi velocidad y tuve suerte con los semáforos aunque sin ella también los habría pasado ya que lo bueno de hacer la misma ruta todos los días durante casi cuatro años es que los conozco tan bien que puedo anticipar los momentos para cruzar sin problemas. En mi cabeza sonaba por cuarta vez el cuarto tomo de la saga de Twilight, Breaking Dawn. Para cuando pisé el andén el tren acababa de llegar y aún faltaban cinco minutos para que partiera de nuevo. Hice lo que hago en esas ocasiones, mandar esemeses y correos a los amigos y hacer alguna llamada. Después me puse a jugar y el tren comenzó su viaje. Nuestra primera parada era en Utrecht Overvecht y allí escuché el sonido que hace la locomotora cuando se desconecta y apaga. Me extrañó porque normalmente la parada es de un minuto o menos. El tren no arrancó. Me acerqué a la puerta y veo al maquinista salir de la cabina, cerrar la puerta y comenzar a andar hacia el extremo posterior del tren. El hombre parecía algo apesadumbrado. Salí con la bicicleta y me acerqué al revisor junto con algunos pasajeros. Nos informó que el tren anterior, aquel que yo debería haber tomado, estaba parado en la zona de Hollandse Rading por culpa de un aanrijden, la forma eufemística de referirse a los cobardes que se lanzan delante de un tren, generalmente con su bicicleta, para suicidarse.
Por un instante sentí un alivio inmenso, una sensación egoísta puesto que lo que debería sentir es lástima por el cabrón o la cabrona que decide joder la vida de cientos de personas en un lunes por la mañana haciendo eso. Al menos yo estaba en una estación desde la que podía reorganizar mi viaje y llegar al trabajo. Aquellos a los que el accidente les pilló en el tren, esos posiblemente tardarán un par de horas en llegar a su destino, quizás más ya que se suspenden los trenes y hasta que llegan los autobuses que han de recogerlos, el tiempo no deja de pasar. En la prensa holandesa jamás se mencionan los aanrijden, hay cierto consenso en que si se les da publicidad se puede incitar a otros. También es conocido por todos que la zona de Hollandse Rading es como la Meca de este tipo de actos. En aquel lugar, un poblacho en el medio de un bosque casi sin ciudadanos, allí hay el porcentaje más alto de suicidios del país. Las razones son varias, según a quien le preguntes. Unos dicen que es porque la cruzar por el bosque hay un montón de pasos sin barrera y eso hace más fácil el lanzarte contra el tren ya que el conductor no te verá venir y no podrá frenar a tiempo. Otros dicen que es porque allí hay un manicomio y de vez en cuando se les escapa un chiflado y uno de cada tres parece llevar programado en su código genético que al escaparse ha de suicidarse con una bicicleta lanzándose frente al tren. Los más románticos dicen que el lugar es tan hermoso que no hay mejor forma de morir. Yo no me decanto por ninguna de las teorías pero me toca los huevos que unas cuantas veces al año tengamos retrasos por culpa de estos desgraciados.
Muchos de los pasajeros trataban de convencer al revisor de las virtudes de seguir el camino pese a la prohibición cuando yo ya estaba mirando en mi iPhone la aplicación Trein y buscando una ruta alternativa. Un par de minutos más tarde paraba en la estación un tren que iba hacia Amersfoort y a la chita callando me fui acercando al andén. Tres extranjeros, posiblemente trabajadores de Nike debatían sobre que era lo mejor que podían hacer y en un instante de debilidad les dije que me siguieran. Cuando llegó el tren no se subió casi nadie. Todos los demás todavía creían en un milagro y además por megafonía les decían que debían tomar un tren hacia Baarn y allí cambiar a otro hacia Hilversum. En teoría suena fantástico si no fuera porque hay un tren cada media hora y el anterior había pasado dos minutos antes de llegar el nuestro. El nuevo tren cerró sus puertas y comenzó nuestro viaje hacia Amersfoort, lugar en el que cambié de tren y me subí a otro que me dejó en Hilversum. En total tardé una hora y cuarto en llegar a la oficina. Estoy seguro que sin la ayuda de mi Ángel de la Guarda hubiera sido peor.