Ir al cine a verlo casi todo tiene sus más y sus menos. El otro día miraba la cartelera del multicines en Utrecht al que estoy abonado y las dos únicas películas que no he visto no me llamaban demasiado la atención. Estuve a punto de dejarlo pasar pero finalmente me arriesgué y aunque me cueste reconocerlo, me gustó Confessions of a Shopaholic, la cual se estrenó en España como Confesiones de una compradora compulsiva.
Una julay derrochadora se encoña de su jefe y hará lo imposible para que le coma la pipa del potorro
Rebecca Bloomwood es una compradora compulsiva de ropa de marca. Está endeudada hasta las cejas y su vida parece abocada al desastre. Quiere trabajar en una revista de moda pero al final lo único que consigue es entrar en una revista de economía que edita la misma empresa. Allí se enamorará de su jefe y en la persecución de su sueño tendrá que decidir si quiere renunciar a muchas de las cosas que dan sentido a su vida.
Curiosamente, me leí el libro en el que está basado esta película en mis últimas vacaciones y la verdad es que no me gustó mucho. En el libro, la historia ocurría en Gran Bretaña, la chica trabajaba en una editorial económica y no aspiraba a mucho más que a intentar controlar su pequeño problema con las compras y su vida se iba liando poco a poco hasta niveles absurdos. La película es muy distinta, prácticamente comparte el título y solo dos o tres frases que salían en el libro. Lo demás ha sido cambiado y mejorado, consiguiendo una comedia romántica más al uso. Me llamó la atención que en la sala éramos cuatro hombres y más de cien mujeres. Ahora sé como se sentían los julays que fueron a ver putorros en Niu Yolk.
Ya sabéis como funcionan estas películas, tenemos un problema, una tía guapísima y que las pone duras sin hacer mucho esfuerzo, un guaperas para que las pibas babeen por los bajos, una relación que parece siempre a punto de iniciarse pero que nunca lo logra, una amiga para ayudar en lo que se pueda y en este caso, un montón de ropa de marca con la que se regodean y que hace que en algunos momentos parezca que estamos viendo un inmenso anuncio. Con todo esto y unos buenos diálogos que te hagan reír de cuando en cuando tienes servida tu comedia romántica. Al final, ya os lo imagináis, los malos nunca ganan en este tipo de cine.
Aprovecha para ir al cine con la chama y así la sacas para que se te airee un poco. Una película perfecta para no avisar a tus colegas o no te lo perdonarán en la vida.