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  • Caminos sin salida

    3 de diciembre de 2008
    Nudos y caminos sin salida

    Nudos y caminos sin salida, originally uploaded by sulaco_rm.

    Mi percepción de la vida y del camino que he recorrido hasta este momento siempre ha sido la de un sendero retorcido y lleno de encrucijadas. No puedo ni quiero saber lo que me depara el futuro porque eso le quitaría toda la gracia pero sí que me gusta tener presente los errores que he cometido hasta este momento para asegurarme de no volver a repetirlos. En algún instante de mis primeros seis años de vida tuve conciencia de mi Yo, comprendí que era un ser vivo y a partir de ahí un cóctel de circunstancias me hizo desarrollar un ego gigantesco. Crecí con la absoluta convicción de tener el mundo girando alrededor mío, sabedor que nada existía en aquellos lugares en los que yo no estaba y que todas y cada una de las personas, lugares y circunstancias que formaban los capítulos de mi vida estaban ahí únicamente para que yo las pudiera disfrutar.

    En la adolescencia dejó de preocuparme si yo era el centro del mundo y en su lugar me angustiaban infinidad de pequeños asuntos. Los estudios, los amigos, la política mundial, la música, el cine, la vida como tal, todo parecía carecer de sentido y daba bandazos mientras la cara se me llenaba de granos y me crecía pelo por todo el cuerpo. En esos años mejoré y ajusté una capacidad innata para la manipulación. Era un sistema defensivo muy bueno. Ya que el mundo parecía tener vida propia, procuraba ajustar las fronteras que lindaban conmigo y modelarlas a mi antojo y para mi conveniencia. El sistema funcionaba muy bien pero requería demasiado esfuerzo y después de un tiempo decaía mi interés por aquellas personas que podía manipular.

    Tropezando y volviendo a levantarme aprendí que aunque manipular estaba bien, aún era más divertido el sorprenderte con los giros inesperados de la vida. En lugar de saber lo que todos y cada uno harían en cada momento me volví un adicto a las sorpresas, dejé de elegir los lugares a los que había que ir o las películas que teníamos que ver y me dejé llevar por la corriente. De ese tiempo, al igual que de los anteriores, tengo buenísimos recuerdos. Era consciente que en mi interior seguía dormitando todo el poder para moldear a la gente y llevarlos hacia donde quería pero voluntariamente renunciaba a esa ventaja para introducir un poco de azar en la ecuación.

    Pasaron los años, comencé a trabajar y cuando todo parecía encajar en su sitio y mi futuro estaba escrito en la arena me rebelé contra él y opté por tomar el control y cambiar el rumbo. Cada uno de esos momentos cruciales en los que he abandonado un camino para seguir otro han sido siempre el resultado de muchas horas de reflexión. Miro hacia atrás y procuro evaluar las ventajas e inconvenientes de aquello que tengo, el lugar hacia el que me lleva y si realmente es lo que yo quiero hacer. Pongo sobre la mesa las alternativas y creo diferentes escenarios para ver lo que podría suceder y las consecuencias que tendría. Ya sé que esto me convierte en un bicho extraño pero si hay otras formas de actuación, yo no las he aprendido. En cada uno de esos momentos, tras pensarlo muchísimo me vuelvo a reinventar, encuentro el sendero que quiero seguir y me lanzo hacia él sin ninguna duda.

    El más drástico de esos cambios fue el día que vi claro que quería emigrar y dejar un lugar idílico, un trabajo de por vida, un círculo de amigos fantásticos y comenzar desde cero en otro país, en otra sociedad y sin saber lo que podría suceder. Como imaginaba que mis amigos montarían campañas para desanimarme me moví sigilosamente y para cuando se corrió la voz ya era demasiado tarde y tenía un trabajo en otro país y un billete de avión de ida. Salí de mi casa con veinte kilos de equipaje y un espíritu indomable y resuelto a derribar cualquier barrera que me pusieran por delante.

    Después de los años transcurridos no solo no me arrepiento sino que celebro cada día el haber elegido ese camino. Por cada puerta que dejé atrás descubrí que habían varias que podía abrir y cada una de ellas me llevaba a un lugar aún más increíble que el que acababa de dejar. En todas y cada una de las facetas de mi vida salí ganando.

    Así llegamos hasta hoy en día. Sigo sin saber lo que me depara el futuro y tampoco me interesa averiguarlo. Soy feliz, mi vida es como este tronco, retorcida y llena de caminos sin salida, callejones que no conducían a ningún lado y de los que escapé para seguir avanzando hacia adelante y en cada una de esas intersecciones me las apañé para elegir una buena opción. No saber lo que me queda por descubrir me permite abrir los ojos cada mañana con la misma curiosidad, afrontar el presente con la seguridad que da el estar convencido que pase lo que pase, hasta aquí el viaje ha sido fantástico y seguro que la mejor parte está aún por venir. Pese a todo, no conviene renegar de las decisiones que me han llevado hasta aquí y es bueno mirar hacia atrás de cuando en cuando para recordarlas.

    La foto la hice en Lage Vuursche, paseando una tarde de sábado por el bosque. Esta es la segunda de una pequeña serie de reflexiones que comenzó con El camino y continúa en La fuerza del camino

  • Rinoceronte en el club de las 500

    3 de diciembre de 2008
    Rinoceronte

    Rinoceronte, originally uploaded by sulaco_rm.

    Seguimos en el parque de Hluhluwe Umfolozi y hoy le damos la bienvenida al Club de las 500 a este Rinoceronte que tuvimos a unos metros de nosotros. Es un animal que impresiona mucho más que los leones porque cuando te mira realmente sientes que tu vida para él vale lo mismo que la de cualquiera de los mosquitos que le rodean.

  • STATUS FATAL

    2 de diciembre de 2008

    En la pantalla solo había un mensaje que parpadeaba lentamente:

    STATUS FATAL

    Unable to succeed

    ?l lo miraba sin creérselo. Pulsó teclas aleatoriamente pero no sucedía nada, el sistema no respondía. Su mano temblaba ligeramente, posiblemente por la tensión acumulada. Miró a través de la ventana y vio que la nave en la que se encontraba iba directamente hacia la estrella. Aún tenía unas horas pero si no conseguía repararlo, sabía que de esta no saldría con vida. Aporreó de nuevo el teclado y de tanta rabia que tenía golpeó la taza de té y este cayó sobre el teclado.

    La pantalla parpadeó más rápidamente y después de unas interferencias extrañas se apagó completamente. Ahora sí que estaba bien jodido. Pulsó todo aquello que encontró en el panel de mandos pero no sucedía nada. Miró de nuevo por la ventana y la estrella había aumentado sensiblemente de tamaño. Allí no habían compartimentos con cables o sistemas redundantes que se pudieran activar manualmente. Aquella nave era totalmente automática y hasta ese momento funcionó sin problemas. Tampoco tenía un manual con instrucciones como el que se puede encontrar en ciertos aparatos. Golpeó la pared con rabia y calculó que le debían quedar un par de horas.

    Sopesó sus opciones. Después de pensarlo un rato se dio cuenta que no tenía ninguna. Sin control alguno sobre la nave, esta seguiría su ruta de colisión directa contra aquella estrella y el único consuelo es que moriría antes de caer envuelto en fuego en su superficie. Ya comenzaba a notarse un poco el calor y la estrella seguía aumentando de tamaño, cubriendo más y más espacio al frente. Por suerte los cristales filtraban sus rayos porque si no ya habría muerto.

    No sabía que hacer. Era el final. Lamentó no tener una cerveza fría en sus manos, no poder comerse un último cruasán y despedirse de sus amigos y familiares. Ni siquiera llegarían a saber lo que le había sucedido.

    Lamentarse, lamentarse, lamentarse. Le quedaba muy poco tiempo y ya se había rendido. Decidió aprovechar el poco tiempo que tenía de una forma productiva. Se sentó y mientras miraba hacia el sol se bajó los pantalones y los gallumbos, se agarró el manubrio y comenzó a cascársela. Moriría, pero al menos lo haría con un instante final de placer. Fue cogiendo el ritmo, ráfagas rápidas seguidas de movimientos lentos. Su concentración aumentó y al rato ya no se acordaba del futuro que le esperaba, cerró los ojos y disfrutó del momento. Cada vez estaba más cerca, ya casi había llegado y para cuando se corrió gritó liberando toda la tensión.

    Al abrir los ojos supo que ya había llegado su hora. La nave comenzó a desintegrarse y desapareció con ella.

  • Jirafa en el club de las 500

    2 de diciembre de 2008
    Jirafa

    Jirafa, originally uploaded by sulaco_rm.

    El año 2005 fue increíble por algunos de los viajes que hice obligado por mi empresa. Del viaje en diciembre de aquel año a Sudáfrica quedaron unas fotos increíbles tomadas en el parque nacional de Hluhluwe Umfolozi. Hoy damos la bienvenida al Club de las 500 a esta Jirafa que se prestó tan amablemente para posar y hacerle un retrato.

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  • huitten en The Salt PathEl tema me gusta.
  • huitten en Ocean with David AttenboroughEfectivamente, ese tipo de documentales …

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