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  • El día después lo celebramos

    1 de julio de 2008

    Si no es por el reloj biológico que llevo dentro, el lunes ni me despierto porque se me olvidó revisar la hora del despertador y estaba programado para las nueve y media. Por desgracia, el dichoso reloj que llevo dentro funciona contra viento y madera y abrí los ojos a las siete y treinta y nueve minutos de la mañana, sesenta segundos antes de la hora prevista. Debo ser un Cylon y todavía no me he dado cuenta porque esto no es normal. Da igual que esté en Holanda, España, Sudáfrica o los Estados Unidos, tú me dices la hora a la que me tengo que levantar y yo la clavo con un error de menos sesenta segundos.

    Aún bostezando, me di una ducha y desayuné antes de subirme a lomos de la Dolorsi para ir a trabajar. Ella me esperaba radiante, sabedora del gran éxito de la noche anterior. Llegamos a la estación en donde el Chino me esperaba a pie de andén para darme un abrazo y felicitarme por el gran éxito de nuestra selección. El Chino, usando su elocuencia habitual me dijo:
    – Chino contento parecer y ser por de España selección de la éxito. Ustedes ser y parecer que mejores y Alemanes perder.

    Ya sabéis que a este hombre no hay que tomarlo muy en serio. Ya había recibido un montón de correos y mensajes de amigos y conocidos que se alegraban de nuestra buena suerte. En el tren nos dedicamos a hojear los periódicos y ver las fotos y los textos hablando de la epopeya vivida unas horas antes. Lo dejé en la estación porque él camina y corrí hacia la oficina. Al entrar al complejo de edificios, me volví a poner la bandera como capa y así llegamos al trabajo la Dolorsi y un servidor.

    Entré en mi edificio y en la segunda planta la gente me hizo el pasillo, aplaudiendo y vitoreando. En mi puerta esperaba colgada del techo la camiseta de Fernando Torres y supe inmediatamente quién la había puesto allí. Uno de mis compañeros tiene una hija que está coladita por el chaval y se compró la camiseta para sentirse más cerca del jugador cuando ella mismamente juega con sus deditos y los introduce en salva sea la parte. El hombre, que la sigue viendo como una niña y no como la mujer que ya folla que realmente es, no soporta este concepto y ha aprovechado estos días para deshacerse de la camisa y así poner en dique seco a esos dedos, aunque con tanta presencia televisiva del chaval no sé si lo habrá conseguido.

    Encendí mi ordenador aunque en las siguientes tres horas no tuve tiempo a tocarlo. Todos querían abrazar y felicitar al Elegido. Deshacernos de Alemania en una final es lo más bonito que le puede pasar a Holanda tras caer frente a Rusia. Aquí todo el mundo les tiene cierta manía a los vecinos del Este y si no tocaron las campanas en las iglesias para festejar la victoria, es porque los curas protestantes follan y en domingo por la noche están en el catre dale que te pego para insuflar la Palabra por vía vaginal y no van a hacer horas extras.

    El lunes era el último día de mi Becario, alguien de quien hablaré durante la época de vacas flacas veraniegas y que está en el círculo de confianza después de pasar seis meses conmigo. ?l iba a invitar a los compañeros a tarta y si hay algo que todo el mundo sabe es que cuando hay dos invitaciones de tarta en el mismo día, la segunda fracasa estrepitosamente. Aprovechando los veinticuatro grados, elegí comprar helados y me pasé el resto de la mañana y la hora del almuerzo escribiendo el correo con el que invitaría a los colegas y confeccionando la lista, con más de cien nombres de los que al menos sesenta y cinco estaban presentes en la oficina, algo muy fácil de averiguar si sabes manejar las herramientas que están a nuestro alcance. Basándome en experiencias anteriores y el conocimiento del personal, calculé que vendrían unos cuarenta y cinco y me dediqué a soplar a todo el mundo la hora a la que pensaba invitarlos para que estuvieran al loro, porque lo de los helados ha de ser muy rápido para que no se derritan. Por toda la empresa soplaban rumores de ¡Bravo España con helados!

    Sobre las dos y cuarto me fui con el Becario a comprar los helados a un supermercado. Hicimos una selección variada y por culpa de las cantidades que ponen en las cajas, compré cuarenta y seis. Me sorprendió lo barato que salieron, pese a la calidad de los mismos, ya que puse los que a mí me gustan, con Magnum, cornetos, Sandwiches y un par de cajas de polos.

    A las dos y media pasadas entrábamos en el edificio y en la segunda planta había una muchedumbre que hacía como que casualmente pasaba por allí. Hablaban entre ellos y lolaileaban sin rumbo fijo. Desplegué los helados en mi despacho, pulsé el botón de enviar para mandar el aviso y en menos de cuatro minutos, cuarenta y una personas estaban allí pillando helados, abrazándome, felicitándome y gritando ¡Que viva España!, ¡Olé!, ¡Bravo!, ¡Dos cervezas por favor!, ¡Macarena!, ¡Gracias! y otras boberías. Además en mi buzón de correo cayó un chaparrón de felicitaciones y aún hoy, la gente pasa por el pasillo cantando ¡Que viva España ??!

    El resto de la tarde la pasé de tertulia, disfrutando de la ausencia de mi jefa, que se ha ido de vacaciones y me ha dejado a cargo del barco y yo, como buen capitán que ha visto la película cinco veces, estoy ya buscando el iceberg para asegurarme que nos estampamos en el centro y la peli no dura tres horas.

    La bandera española seguirá ondeando toda la semana en la puerta de mi despacho.

  • Mujer en bicicleta

    1 de julio de 2008
    Mujer en bicicleta

    Mujer en bicicleta, originally uploaded by sulaco_rm.

    En Marken aún se pueden ver algunas mujeres vestidas con el traje típico de la zona circulando por la calle. Cada vez son menos y más viejas, pero si tenéis suerte, las veréis. Al contrario que Volendam, que es católica, Marken es fundamentalmente protestante y pese a lo diminuto de la villa, tiene dos iglesias. La gente en este lugar suele ser muy religiosa.

    En Zaanse Schans o Volendam y Marken tienes mis sugerencias para organizar una visita a esos lugares. Si quieres encontrar abundante información sobre los Países Bajos y particularmente de Amsterdam y alrededores, te sugiero que comiences por la Guía para el turismo en Amsterdam y Holanda y en el Álbum de fotos de Volendam y Marken puedes ver todas las fotos.

  • El día que subí en dos ocasiones al cielo

    30 de junio de 2008

    Los grandes días de nuestra vida pueden comenzar de cualquier forma. Normalmente no los elegimos nosotros sino que son ellos los que llegan y se plantan afianzando sus raíces y haciendo que los recordemos por siempre. El día que todos recordaremos de este año comenzó despertándome a las seis y media de la mañana. Por ironías del destino, volvía a los Países Bajos desde Gran Canaria. A las siete y cuarto ya estaba en la cola de facturación, el único español entre ciento y pico neerlandeses. la chica que se encargó de mandar mi trolley hacia las cuevas insondables del aeropuerto me asignó un asiento en la penúltima fila y me confirmó que la tendría al completo para mi.

    En el control de seguridad solo se hablaba de una cosa, de lo que sucedería esa noche. Nuestro avión llegó a la hora prevista y salimos con precisión digital. Me gusta sentarme en el lado izquierdo del avión para despedirme de mi isla. Veo el puerto de Taliarte, Melenara, Playa del Hombre, la casa de mis padres en la Garita, la playa de la Garita y justo allí los aviones giran y se adentran en el océano dejando en mi retina la imagen de la playa en la que paso tantas horas. Siempre siento que es en ese momento, cuando miro hacia abajo y un escalofrío me recuerda que aquí queda una parte de mi vida, es ahí cuando comienzo a desenredar un ovillo que tiene un fino hilo que me mantiene conectado a mi tierra aunque viva a más de tres mil kilómetros. Después me relajé y aproveché para ver los tres últimos episodios de la primera parte de la temporada final de Battlestar Galactica, una serie que para mí es sencillamente la mejor serie del mundo, la única que me he comprado y que no me canso de ver.

    Hice una pausa cuando alcanzamos el sur de Portugal y el piloto nos avisó. Miras desde allá arriba y parece increíble que se pueda ver la forma de la península Ibérica, ese mapa que aprendimos a dibujar de pequeños. Ves los ríos y sus nombres te vienen a la memoria sin hacer esfuerzo aparente, aunque detrás hay años de recitarlos, memorizarlos y aprender la geografía de un país que algunos niegan.

    La torre Eiffel jugaba a esconderse entre nubes cuando la saludamos y pronto estábamos descendiendo para tomar tierra en Eindhoven, tras pasar sobre Bélgica. La morriña que se activa al dejar atrás Gran Canaria siempre desaparece cuando veo esa tierra verde y maravillosa que es Holanda. Si además aterrizas y la temperatura es de veintiún grados, esto es lo más cercano al paraíso que puede estar cualquiera en este mundo.

    En el aeropuerto tres aviones de Ryanair acompañaban al nuestro de Transavia. Las maletas salieron pronto, algo que siempre me ha gustado de estos aeródromos pequeños. Me acerqué a la parada de autobús y aproveché para hablar con Waiting y ver como iba a ser la cosa. Me dio un disgusto cuando me dijo que íbamos a ver el partido con el Enemigo y no me refiero al marico hechicero ese que tanto gusta de acosar y después hacerse la víctima inocente acusando a sus propias víctimas y lloriqueando para que los cuatro mamarrachos y pela-nabos que no saben de la historia ni el prólogo salten a defenderlo y justifiquen su acoso. No, por enemigo se entiende que hablamos de fans de Alemania que se sentarían con nosotros para ver el partido, compartir mesa y comida porque a tu enemigo ya se sabe que hay que tenerlo bien cerca y a los otros, a esos como el marico hechicero que te desea todo lo mejor siempre mientras busca la forma de clavarte el puñal, a esos despreciadlos, ninguneadlos y borrad su existencia de vuestras vidas.

    Después de hablar con ella le llegó el turno a mi amigo el Rubio que me pedía que fuera a su casa para ver el partido con doce holandeses, que por descontado, iban por España porque aquí, en esta tierra, España está y estará siempre por encima de Alemania.

    Llegué a mi casa, dejé el trolley, saqué los quince kilos de comida que traía, recogí mi bandera española, esa que todos y cada uno tenemos en nuestra casa y particularmente los que vivimos fuera y sentimos los colores de nuestra patria en el corazón y me puse una camiseta roja con el toro de Osborne, ese que hasta los extraterrestres saben a qué país identifica unívocamente y a lomos de la Vanilly, una de las dos bicicletas de segunda mano que dan el cante y que compré para poder dejarlas en el centro de la ciudad (la otra es la Milly) salí hacia la estación de tren. Allí enganché con el tren que me llevó hasta Amsterdam y después de una combinación de transporte público que llegaba con una puntualidad fantástica llegué a casa de Waiting. Ahora que lo pienso, en el mismo día volé, fui en autobús, tren, metro, tranvía y bicicleta. Todo un despliegue para alcanzar mi destino final.

    Una vez en Amsterdam, desplegamos la bandera en la ventana para que todo el mundo sepa que allí se vivía la fiesta. Mientras llegaban el resto de integrantes de nuestra quinta, nos pusimos a preparar la comida con la que picotearíamos. Yo vine cargado con cosillas para hacer montaditos y en un rato los teníamos listos. Entre los asistentes estaba Miguel Pinto otro espíritu inquieto que deja a la gente asomarse a su mundo a través de una bitácora.

    El enemigo, los alemanes, se sentían algo intimidados por nuestra bulla, por los gritos y el escándalo. Ellos son más silenciosos. Cuando comenzó el partido estábamos todos tensos, sobre todo con los diez primeros minutos. después llegó el gol de la victoria y la locura, la cual se pudo oír en varias manzanas porque si la casa no se hundió, fue por los fuertes cimientos que tiene, aunque os aseguro que esa casa hoy tiene al menos veinte centímetros menos de altura porque hemos saltado hasta tocar el cielo, un cielo de felicidad y alegría que nos unió a todos, españoles y hermanos de América. Después del gol vino el sufrir y rezar para que el partido llegara a su fin, gritar una y otra vez con todas esas oportunidades que no terminaban de cuajar y una vez llegó ese pitido que pedíamos a gritos hacia un árbitro al que acusamos de todos los crímenes del mundo llegó la fiesta, la celebración, la liberación de toda esa tensión acumulada.

    Volví a casa en volandas, cruzándome con grupos que recorrían Amsterdam con banderas y pitas, gritando y jaleando el nombre de España. De regreso a mi casa, con la bandera como capa, atravesé Utrecht tropezando con grupos de despistados que volvían muy tarde a sus hogares y que al verme aplaudían y rendían honor a nuestra bandera. Ha sido un día larguísimo, de casi veinticuatro horas, hermoso como pocos, el día que todos juntos subimos al cielo.

  • Los cronocrímenes

    29 de junio de 2008

    A mi amiga Plus no la vuelvo a engañar para ir a ver cine español por lo menos en tres años después de convencerla y poco menos que obligarla a ir a ver Los cronocrímenes, una película de temática fantástica a la que fui solamente leyendo lo que decían algunos críticos y sin haber visto siquiera el trailer. Venía precedida del aura de un director que jamás había dirigido largometrajes anteriormente y que tiene una base de fans en Internet que adoran sus cortos. Para los que busquen un resumen rápido de lo que allí sucedió y no quieran leer los próximos párrafos, es una mierda de película.

    Un julay se multiplica por cero y ni así desaparece el hijoputa

    Yo soy de los que tienen una fe infinita en el cine español. Tropiezo una y otra vez en películas de las que todo el mundo me dice que me aleje. Tiro el dinero, porque al fin y al cabo, cuando sales de una peli con la sensación de haber visto una mierda sientes que has tirado ese dinero que te cuesta tanto ganar. Nada más comenzar Los cronocrímenes, en los dos primeros minutos, ya teníamos la certeza casi absoluta que iba a ser mala. Se notaba en la cantosa actuación de los dos actores que veíamos, algo que chirriaba en nuestros ojos y casi nos hacía lagrimear porque parecían actores de teatro de instituto sobreactuando debido a la falta de experiencia y formación. La historia que nos contaban es la de un hombre que ve algo anómalo en un bosque cerca de su casa, se acerca a mirar y sin comerlo ni beberlo, tropieza con un edificio de alta tecnología sin vigilancia alguna en el que hay una máquina del tiempo que lo manda directamente una hora hacia el pasado y tendrá que resolver un problema que sucede en un tiempo que ya fue y no será.

    Películas con viajes en el tiempo y sus paradojas ya hemos visto muchísimas y aquí quien más y quien menos es un experto en el asunto y se sabe todos los efectos secundarios que se pueden dar. Bueno, hay uno que cree que nosotros, los espectadores, somos tontos del culo y no tenemos ni puta idea de nada y nos monta una historia absurda, realizada pésimamente y previsible a kilómetros de distancia. No hay un solo golpe de efecto en esta película que no veas venir desde un buen rato antes. Todo fue encajado tan exquisitamente que la cagaron hasta el fondo y mataron el interés. Si a eso le sumas que los actores, dos tíos y dos tías, no parecen actuar sino chirriar como puertas viejas y logran molestar a quienes los están viendo por lo cantoso de sus interpretaciones y que la fotografía hace que cada plano parezca excesivamente trabajado y como si estuvieras viendo una película de esas malas de serie zeta, el resultado final va cuesta abajo y sin frenos hacia el desastre. Una película la hace la suma de un conjunto de cosas y aquí, todas y cada una de las partes apestan y el conjunto hiede a pallufo de los malos. En una sala casi vacía en un viernes por la tarde te das cuenta que el boca a boca despedazará y borrará de los cines esta película en un par de semanas.

    Le faltó un punto adicional de mierda para subir a la categoría de es tan mala que es buena, esas películas que dejas de tomarte en serio y con las que te diviertes de lo mala que son. Esta se queda en mala a secas y ni siquiera hablarás de ella cuando la hayas visto.

    Ni te molestes en ir a verla. Mejor gástate el dinero en una cafetería con aire acondicionado y disfruta de una buena conversación.
    3artuditos

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