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  • All the Boys Love Mandy Lane

    22 de junio de 2008

    El cine de terror tiende a ensañarse con los adolescentes. Junta a un puñado de estos y seguro que les pasa algo malo. Es como una maldición que tienen. Y siempre les sucede cuando se van al campo o de excursión o a la playa. De hecho, si hubiese nacido en los Estados Unidos, creo que en la vida habría salido de mi ciudad para evitar este tipo de desgracias. Por suerte en Europa las cosas no pintan tan mal y pude tener una adolescencia más o menos anormal, como seguro que ha sido el caso de todos aquellos que me leen. La última de estas películas de terror juvenil se llama All the Boys Love Mandy Lane.

    La julay de la Mandy Lane está pa’ metérsela hasta los güevos

    La tal Mandy Lane es un cacho de carne follable con ojos que está en plena ebullición hormonal y lo sabe. Se pasea por el instituto calentando a todos los machos mientras se hace la fría. Después de una entrada espectacular con muerte de compañero de clase incluida, se va de fin de semana con un pequeño grupo de compañeros de clase. Su destino es el rancho del padre de uno de ellos y allí se emborracharán, se bañarán y acabarán follando como conejos en cualquier rincón, o al menos ese es el plan. Después de llegar al lugar y comenzar las celebraciones, comienzan los problemas. Poco a poco irán cayendo de formas bastante crueles a manos de un psicópata al que no podemos ver pero que es definitivamente de este mundo.

    Si hay algo que siempre nos fascina es la crueldad. Cuanta más, mejor. Aquí hay un montón de ella, hay ensañamiento sin razón aparente y esto mola un montón. Los jóvenes, por supuesto repelentes, con sus cuerpos perfectos y su estupidez tan característica, irán cayendo como moscas y nosotros, el público, lo celebramos. Algunos se lo merecen más que otros y para cuando llegamos a la traca final ya te estás comiendo las uñas de los pies con la angustia. Un guión entretenido, un montón de carne ligera de ropa, un cuchillo bien afilado y una buena dirección son razones más que suficientes para que el producto final sobresalga de la media y merezca nuestra atención.

    Avisa a los colegas y vete a pasar un buen rato entre sustos y escenas que haces como que no miras por repulsión aunque todos sabemos que sí lo estás haciendo.
    8artuditos

  • The Incredible Hulk – El increíble Hulk

    21 de junio de 2008

    Comienzo a estar un poco cansado de tanta adaptación de héroes de cómic. Una tras otra son más de lo mismo y lo único que cambia es el color del héroe, la cantidad y calidad de los pelos del chichi de la tonta que ponen a su lado para que haga bulto y trata de rellenar los agujeros de un triste guión con algo de chicha y esos estúpidos malos malísimos que pasan por nuestro sistema sin que los detecte un puto sicólogo. El último de estos héroes en llegar a las pantallas ha sido The Incredible Hulk o El increíble Hulk.

    Un julay amariconado se pasa con las espinacas y acaba bien jodido

    Creía que ya habían hecho la película de este hace unos años pero al parecer han decidido comenzar de nuevo, como ha sucedido con Batman, Superman y seguro que algún otro que me estoy olvidando. En esta han logrado que me distraiga en la Gran Escena Inicial. Un montaje pésimo en el que tratan de explicar algo aunque no sé muy bien lo que es y que para cuando terminó yo ya bostezaba. A partir de ahí tenemos un guión flojo y tedioso en el que un tipo traumatizado porque no le daban Cola Cao de pequeño o algo parecido se pasa el tiempo haciendo de mariquita cobarde pese a tener una fuerza descomunal. Un grupo de malos malísimos que trabajan en el ejército lo siguen para hacerle pupita y él siempre se escapa porque todos sabemos que si hay algo en lo que las fuerzas armadas estadounidense no son muy buenas es en lo de capturar al enemigo o destruirlo. El colega se transformará de cuando en cuando en un bicho verde y feo y como amorfo que salta y corre y da aullidos mientras el público que ve la película aprovecha para ir a comprar más palomitas de maíz o echarse un pis sin que se pierdan nada.

    Honestamente, los tíos que hacen los guiones de estas cosas han de ser de otro planeta, el mundo de los acarajotados y simplones. Nosotros entramos con una gran voluntad para creérnoslo todo pero ni así cuela. NO hay mucho que decir sobre la historia porque en realidad no existe. Se preparan escenas de transición en las que Edward Norton trata de dotar de algo de profundidad dramática al cacho de carne con ojos que le ha tocado interpretar y Liv Tyler boquea como si le faltara una polla en la boca y por eso no puede respirar. De cuando en cuando hace esa cosa que repite en todas las películas mirando a la cámara y ahí acaba todo. Que no me vengan conque los efectos especiales son increíbles, conque el bicho verde es una pasada y conque cuando lucha con el bicho marrón alucinas. No es cierto. Aburre, cansa tanto movimiento rápido de cámara, cansa tanta frase estúpida y tanta cursilería. Creo que me quedo con la película que se hizo hace cinco años.

    Descerebrados y compañía, esta es una que no os deberíais perder. El resto, nada del otro mundo ni que no se pueda ver en vuestras casas, acompañados por esas refrescantes cervezas que hay en vuestra nevera.

  • Het Breikie

    21 de junio de 2008
    Het Breikie

    Het Breikie, originally uploaded by sulaco_rm.

    La mayor parte de la gente que visita Volendam solo paseará por la calle del puerto y nunca verá esta casa llamada Het Breikie. No está muy lejos ya que solo hay que ir a la calle paralela al puerto para encontrarla. Es un pequeño parque temático neerlandés hecho con latas de refresco y otros materiales algo inusuales. Lo que vemos es la parte trasera de la casa y el pequeño jardín que tiene. Si dais un pequeño rodeo podéis acercaros y entrar a su jardín para verlo de cerca. El dueño es un señor muy agradable que se muestra encantado de hablar con los turistas.

    Actualizado: Al parecer el señor que viví en la casa o la vendió o ha fallecido y cuando pasé por allí en octubre del 2008 ya no lucía esta espléndida decoración.

    En Zaanse Schans o Volendam y Marken tienes mis sugerencias para organizar una visita a esos lugares. Si quieres encontrar abundante información sobre los Países Bajos y particularmente de Amsterdam y alrededores, te sugiero que comiences por la Guía para el turismo en Amsterdam y Holanda y en el Álbum de fotos de Volendam y Marken puedes ver todas las fotos.

  • Little Italy, Chinatown y muchas más compras

    20 de junio de 2008

    Ya estamos cerca del final del relato de este viaje que comenzó en Saltando un océano en seis horas y media.

    El sábado volvía a ser jornada para pasar con la familia pero también queríamos hacer algo de turismo. Después de desayunar bajamos hasta Union Square, que está en un barrio precioso y en donde los sábados hay un mercado de productos orgánicos que merece la pena visitar. En ese mercado se pueden comprar unas tartas y unas magdalenas absolutamente deliciosas, al igual que sucede con las frutas y verduras. Mientras paseas por allí estás rodeado de auténticos neoyorquinos, que hacen sus compras y si el tiempo lo permite, se sientan por el parque a disfrutar leyendo el periódico o hablando con los amigos.

    Tras un rato volvimos al metro y seguimos bajando hasta Spring St. en donde salimos para visitar Little Italy (la Pequeña Italia), ese barrio que hemos visto en tantas películas de gangster y que actualmente está desapareciendo y transformándose en una expansión de Chinatown. En una de las calles se estaba montando una feria, con sus puestos de venta, los chiringuitos de comida y demás y en un extremo de la calle, una virgen acompañada por un señor en su altar. Mi madre salió disparada a encenderle una vela y dejarle un dólar, el cual se pegaba con un alfiler en un enorme cojín. El señor le terminó regalando a mi madre una estampita de la virgen. Nos paramos a tomar un café italiano con dulce en un local que estaba muy bien pero del que no recuerdo el nombre. Llamaban la atención todos los empleados hablando entre ellos en italiano. De la paz y al alegría latina de Little Italy pasamos al caos de Chinatown, sitio que te entra inicialmente por el olfato. Hay decenas y decenas de sitios para comer, supermercados pequeños en los que exponen todo tipo de animales muertos y asados que cuelgan de garfios y esperan entre visitas de moscas que alguien se los lleve. Por todos lados hay una miríada de chinos tratando de venderte algo, de llevarte a algún rincón o simplemente, mirando a la gente y escupiendo continuamente. En el momento en que llegamos a la Canal Street comenzó a llover. Estábamos al lado de una relojería y mi tío insistió en que entráramos para ver si tenían el Tissot que yo buscaba. Lo tenían, el Tissot T-Touch de titanio y el precio era muy económico. Además, si pagaba en efectivo no me cobraban impuestos. El reloj fue directamente a mi muñeca y en unos minutos volvía a ser capaz de mirar la hora usando mi mano, de saber en donde está el norte magnético, la altitud, la presión atmosférica o la temperatura. Me juré a mí mismo que sería lo último que compraba en ese viaje. Llovía copiosamente y nosotros teníamos que llegar hasta el Chase Manhattan Bank de Canal Street, en donde habíamos quedado con la prima de mi madre para almorzar por allí. La calle se había llenado de chinos que vendían paraguas, todos sincronizados y pendientes de los peatones para ofrecer su mercancía. Compramos dos enormes y ya en el banco aproveché para sacar dinero.

    Una china se acercó para ofrecernos relojes y bolsos de marca falsos, algo que nos habían contado otros españoles que es muy típico. No los tienen en la calle, los esconden en la parte trasera de los locales y una vez picas el anzuelo, te llevan al sitio en donde te lo enseñan todo sin que la policía «teóricamente» lo sepa. Eso no se lo cree nadie. Los polis cobran pasta por hacerse los locos. No solo ahí, sucede por todos lados. En la zona del Rockefeller Center habíamos visto tres días antes a un hombre vendiendo chorradas en la calle y un policía al que le estábamos preguntando la dirección más cercana para tomar el metro estiró la mano y el vendedor le plantó en ella un fajo de billetes mientras nosotros alucinábamos en colores y el poli ni se inmutaba y seguía con su explicación.

    La china era muy persistente y logró colocar un Rolex falso. Los trajo un chiquillo que salió de un restaurante, enseñó la mercancía, hizo la transacción y corrió de vuelta al restaurante mientras dos policías debían andar cegados por las nubes y no veían nada. Yo hacía fotos por la zona y trataba de recuperar el olfato, severamente torturado por los fuertes aromas que hay en el lugar. Entramos a comer en uno de los restaurantes y lo primero que noté fue el brutal descenso de temperatura. Mira que a los americanos les fascina el estar rodeados de aparatos de aire acondicionado que los mantienen a temperaturas extremas, pero aquello ya era demasiado. Les pedí que apagaran el ventilador que teníamos encima de nuestra mesa pero no sirvió de mucho. Salí de aquel lugar con un resfriado que me duró hasta la vuelta a los Países Bajos. Tras la comida, la china nos esperaba en la puerta para llevar a mi madre a mirar bolsos falsos de marca. Le colocaron también unas gafas y la mujer salió de allí tan contenta, con su mercancía oculta en una bolsa gris, aunque lo más curioso es que todos los turistas que iban por la calle tenían esas bolsas así que queda meridianamente claro que todo el mundo compra cosas falsificadas por allí.

    La tarde la pasamos de compras, divididos en dos grupos distintos y para cenar compramos comida y nos la comimos en el aparhotel.

    El relato continúa en Bryant Park es un lugar muy especial

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