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  • Little Italy, Chinatown y muchas más compras

    20 de junio de 2008

    Ya estamos cerca del final del relato de este viaje que comenzó en Saltando un océano en seis horas y media.

    El sábado volvía a ser jornada para pasar con la familia pero también queríamos hacer algo de turismo. Después de desayunar bajamos hasta Union Square, que está en un barrio precioso y en donde los sábados hay un mercado de productos orgánicos que merece la pena visitar. En ese mercado se pueden comprar unas tartas y unas magdalenas absolutamente deliciosas, al igual que sucede con las frutas y verduras. Mientras paseas por allí estás rodeado de auténticos neoyorquinos, que hacen sus compras y si el tiempo lo permite, se sientan por el parque a disfrutar leyendo el periódico o hablando con los amigos.

    Tras un rato volvimos al metro y seguimos bajando hasta Spring St. en donde salimos para visitar Little Italy (la Pequeña Italia), ese barrio que hemos visto en tantas películas de gangster y que actualmente está desapareciendo y transformándose en una expansión de Chinatown. En una de las calles se estaba montando una feria, con sus puestos de venta, los chiringuitos de comida y demás y en un extremo de la calle, una virgen acompañada por un señor en su altar. Mi madre salió disparada a encenderle una vela y dejarle un dólar, el cual se pegaba con un alfiler en un enorme cojín. El señor le terminó regalando a mi madre una estampita de la virgen. Nos paramos a tomar un café italiano con dulce en un local que estaba muy bien pero del que no recuerdo el nombre. Llamaban la atención todos los empleados hablando entre ellos en italiano. De la paz y al alegría latina de Little Italy pasamos al caos de Chinatown, sitio que te entra inicialmente por el olfato. Hay decenas y decenas de sitios para comer, supermercados pequeños en los que exponen todo tipo de animales muertos y asados que cuelgan de garfios y esperan entre visitas de moscas que alguien se los lleve. Por todos lados hay una miríada de chinos tratando de venderte algo, de llevarte a algún rincón o simplemente, mirando a la gente y escupiendo continuamente. En el momento en que llegamos a la Canal Street comenzó a llover. Estábamos al lado de una relojería y mi tío insistió en que entráramos para ver si tenían el Tissot que yo buscaba. Lo tenían, el Tissot T-Touch de titanio y el precio era muy económico. Además, si pagaba en efectivo no me cobraban impuestos. El reloj fue directamente a mi muñeca y en unos minutos volvía a ser capaz de mirar la hora usando mi mano, de saber en donde está el norte magnético, la altitud, la presión atmosférica o la temperatura. Me juré a mí mismo que sería lo último que compraba en ese viaje. Llovía copiosamente y nosotros teníamos que llegar hasta el Chase Manhattan Bank de Canal Street, en donde habíamos quedado con la prima de mi madre para almorzar por allí. La calle se había llenado de chinos que vendían paraguas, todos sincronizados y pendientes de los peatones para ofrecer su mercancía. Compramos dos enormes y ya en el banco aproveché para sacar dinero.

    Una china se acercó para ofrecernos relojes y bolsos de marca falsos, algo que nos habían contado otros españoles que es muy típico. No los tienen en la calle, los esconden en la parte trasera de los locales y una vez picas el anzuelo, te llevan al sitio en donde te lo enseñan todo sin que la policía «teóricamente» lo sepa. Eso no se lo cree nadie. Los polis cobran pasta por hacerse los locos. No solo ahí, sucede por todos lados. En la zona del Rockefeller Center habíamos visto tres días antes a un hombre vendiendo chorradas en la calle y un policía al que le estábamos preguntando la dirección más cercana para tomar el metro estiró la mano y el vendedor le plantó en ella un fajo de billetes mientras nosotros alucinábamos en colores y el poli ni se inmutaba y seguía con su explicación.

    La china era muy persistente y logró colocar un Rolex falso. Los trajo un chiquillo que salió de un restaurante, enseñó la mercancía, hizo la transacción y corrió de vuelta al restaurante mientras dos policías debían andar cegados por las nubes y no veían nada. Yo hacía fotos por la zona y trataba de recuperar el olfato, severamente torturado por los fuertes aromas que hay en el lugar. Entramos a comer en uno de los restaurantes y lo primero que noté fue el brutal descenso de temperatura. Mira que a los americanos les fascina el estar rodeados de aparatos de aire acondicionado que los mantienen a temperaturas extremas, pero aquello ya era demasiado. Les pedí que apagaran el ventilador que teníamos encima de nuestra mesa pero no sirvió de mucho. Salí de aquel lugar con un resfriado que me duró hasta la vuelta a los Países Bajos. Tras la comida, la china nos esperaba en la puerta para llevar a mi madre a mirar bolsos falsos de marca. Le colocaron también unas gafas y la mujer salió de allí tan contenta, con su mercancía oculta en una bolsa gris, aunque lo más curioso es que todos los turistas que iban por la calle tenían esas bolsas así que queda meridianamente claro que todo el mundo compra cosas falsificadas por allí.

    La tarde la pasamos de compras, divididos en dos grupos distintos y para cenar compramos comida y nos la comimos en el aparhotel.

    El relato continúa en Bryant Park es un lugar muy especial

  • Marken Express Volendam

    20 de junio de 2008
    Marken Express Volendam

    Marken Express Volendam, originally uploaded by sulaco_rm.

    Ayer veíamos Ese edificio que se agacha en el puerto de Volendam. Finalmente lo jubilaron y en su lugar apareció una terraza para el bar que está enfrente. Como veis el cambio es bastante drástico. La foto de hoy es del año 2006 en el que ya estaba operativo. La tomé desde el barco que lleva a Marken, el cual atraca en ese lugar, algo que siempre preguntan en los comentarios y que despierta alguna preocupación a los turistas. Supongo que pensáis en lugares gigantescos como Madrid o Barcelona y os da la impresión que aquello es enorme pero en realidad, Volendam tiene veintidós mil habitantes y el puerto es pequeño. La empresa de ferrys se llama Marken Express y el precio del viaje de ida y vuelta entre ambos lugares es de siete euros por persona o 4.5 euros si solo hacéis un trayecto de ida.

    En Zaanse Schans o Volendam y Marken tienes mis sugerencias para organizar una visita a esos lugares. Si quieres encontrar abundante información sobre los Países Bajos y particularmente de Amsterdam y alrededores, te sugiero que comiences por la Guía para el turismo en Amsterdam y Holanda y en el Álbum de fotos de Volendam y Marken puedes ver todas las fotos.

  • Malo eres

    19 de junio de 2008

    A través de los gruesos cristales se podía oír el sonido de la lluvia. Una sirena lejana aullaba tratando de llamar la atención de alguien, o quizás de algo. En la caldeada habitación, las chispas que saltaban de la madera al arder parecían pequeños fuegos artificiales y el crepitar de los troncos buscaba entablar conversación con el silencio.

    Ella ya estaba cansada de tirar la toalla y había tomado una decisión, algo que tendría que haber hecho quizás mucho antes y de esta forma ahorrarse un montón de dolor y sufrimiento. Somos cobardes por miedo, nos cuesta afrontar el cambio, mirarlo a la cara y abrazarlo. Se sentía un poco como una extraña, como si su voz no sonara a ella misma y fuera otra persona la que se había apropiado de su alma y hablaba por ella. Esa voz extraña le susurraba que nadie puede hacerte daño y que cuando te plantas, cuando das un portazo, el miedo se rompe y tu vida comienza de nuevo. Ella no terminaba de creérselo, era demasiado bonito para ser verdad.

    Un golpe de viento provocó una serenata en algún lugar, millones de hojas ronroneaban juntas y este sonido tan familiar le hizo pensar en los niños, dormidos en sus habitaciones, felices en sus sueños. Su corazón se arrugó un poco. Todas esas noches en las que el llanto era su único consuelo, esas horas angustiada, temblando y en las que por más que lo intentaba no podía reírse porque aquella maldición que la aplastaba no se lo permitía se habían acabado. Lo había logrado.

    Miró a sus pies. Junto a la silla descansaba su cabeza en una posición algo forzada. Aún tenía un color normal. Apestaba al alcohol que siempre bebía o más bien hedía, porque el olor era penetrante e insoportable. Lo golpeó suavemente en la mejilla pero no se movió. Esto la tranquilizó un poco. Tantos años recibiendo palos, pidiéndole por favor que no hiciera ruido cuando le pegaba para que no despertara a los niños, tantas noches acongojada porque ese puño de acero la llenaba de moraos y por fin se había podido resarcir. Volvió a mirarlo y escupió hacia el fuego, exorcizando todo ese daño que le había infligido. Se sintió mujer y esa nueva y desconocida voz le explicó que no se daña ni se chilla a quien se quiere. No eres mejor que los demás. Eso solo lo hace alguien malo y ?l era malo, malo, malo y por eso estaba ahí, apagado, acabado, terminado, finiquitado, juzgado y sentenciado.

    Recordó lo que había pasado unos minutos atrás, cuando ?l había vuelto, borracho como siempre y se había acercado a ella. Se resistió y cuando fue a golpearla, un vaso que había dejado en el suelo le había hecho perder el equilibrio. Su cabeza golpeó la piedra de la chimenea como una nuez al romperse. Fue en ese instante en el que esa otra mujer que estaba escondida en algún lugar dentro de ella asomó y tomó el control de la situación. Le negó la ayuda y dejó que se muriera, a sus pies, despacio, sin hacer nada por impedirlo. Cuando vio apagarse el brillo de sus ojos se sintió feliz.

    Las sirenas sonaban mucho más cerca. Siempre recordaría este día como un día gris que acabó con un precioso sol de vida, uno que borró las penas de su corazón, que borró las arrugas de su cara y limpió las ataduras que la envejecían. Se levantó y se acercó a la puerta. Tenía que abrir para que la policía entrara. Hoy era un nuevo día, el primero de su segunda vida. No se dio cuenta que tarareaba el estribillo de una canción

    …. malo, malo, malo eres, porque quieres …

  • Ese edificio que se agacha

    19 de junio de 2008
    Ese edificio que se agacha

    Ese edificio que se agacha, originally uploaded by sulaco_rm.

    La foto de hoy la tomé en el año 2002 en Volendam. En esa época todavía venían un montón de amigos a visitarme en Holanda y pasaba por Volendam prácticamente todos los meses. En esa ocasión llevaba mi primera cámara digital (mi Canon Powershot G2) y ya que no tenía que revelar las fotos, me desquité haciéndole fotos a todo. El edificio ese que podemos ver agachándose estaba en primera línea, en el puerto, justo al lado de las taquillas del Marken Express Volendam. Cada vez que iba al lugar estaba más y más inclinado y era motivo de sorna y cachondeo. Mañana veremos otra foto en la que ya no aparece porque finalmente lo derribaron porque literalmente se caía al suelo. A veces han preguntado en los comentarios de las anotaciones turísticas si resulta fácil encontrar el lugar en el que se coge el barco que te lleva de Volendam a Marken. Es tan fácil que si no llegas a verlo, me temo que o no has visitado el pueblo o no has estado en el lugar al que hay que ir, que no es otro que su pequeño puerto.

    En Zaanse Schans o Volendam y Marken tienes mis sugerencias para organizar una visita a esos lugares. Si quieres encontrar abundante información sobre los Países Bajos y particularmente de Amsterdam y alrededores, te sugiero que comiences por la Guía para el turismo en Amsterdam y Holanda y en el Álbum de fotos de Volendam y Marken puedes ver todas las fotos.

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