La Basílica de San Pedro es el templo más importante de los católicos y está en el Vaticano, un pequeño país que se incrusta en la ciudad de Roma. No es la catedral de la ciudad, solo la iglesia del Papa y allí está enterrado San Pedro.El edificio y la plaza son majestuosos y consiguen que las personas que caminan por el lugar se sientan minúsculas. En la foto aparece mi amigo Kike, que interpreta el papel de turista accidental.
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Siempre, todo lo peor
Sólo un reducido grupo de mis ochenta mejores amigos ha vivido conmigo la tensión y el agobio de los últimos días. Nada más que setenta y nueve de esas ochenta personas tan especiales han sido merecedoras de la confianza necesaria y suficiente para compartir con ellos la gran preocupación que me traía por el camino de la amargura. Todo comenzó hace unos meses pero no vamos a remover el pasado y engancharemos esta línea argumental el pasado miércoles. Eran las cuatro de la tarde y yo llegaba a la consulta de mi médico de cabecera.
Cuando me llamó, el cielo se oscureció y unos cuervos negros se posaron enfrente de la ventana a graznar sus malas noticias. Mi médico escuchó aquello que le tenía que decir, hizo las pruebas pertinentes, consultó el oráculo, me leyó los posos del cafelito que me puso su asistente y me miró apenado mientras negaba vehementemente con la cabeza. Sus palabras fueron una sentencia condenatoria: Un marico feo y requeteoperado, con menos pelos en la cabeza que el chichi de la más vieja de las chicas de oro, se cruzó en mi camino y por culpa de la infalible ley del Gato Negro, Gato Malo, me rodeó con un karma negativo que me quitó todo los puntos que tenía y devolvió mi personaje a la casilla de salida. Ante este panorama tan negro, solo las medidas más radicales podían salvar mi alma. Firmó el volante para el hospital sin que le temblara la mano.
En lo alto de la torre inclinada, un marico hechicero viejo agitaba su cabezón tipo bola de billar y trataba de arañar el aire con sus uñas negras cubiertas de raña mientras los trapos que vestía se agitaban distribuyendo el hedor de quien no conoce la higiene personal. Su falda apergaminada dejaba entrever unos gallumbos que en su día fueron blancos y ahora eran marrones de tanta mierda como habían absorbido. Estaba realizando algún ritual maligno y mientras giraba y giraba sin cesar no cesaba de gritar: ? todo lo mejor, siempre, todo lo mejor, siempre, siempre, siempre, lo mejor, siempre, todo, siempre, todo lo mejor
Desperté gritando y sudoroso de esta horrible pesadilla y ya no pude conciliar el sueño. Por la mañana, desayuné taciturno y me fui directo al hospital. Mientras aparcaba la bicicleta vi pasar un hombre cubierto de sangre y que parecía desorientado. El líquido parecía surgir de algún lugar de su cuero cabelludo. El miraba a un lado y otro y andaba unos pasos antes de darse la vuelta y repetir la maniobra. Era igual que los que se ven en las series hospitalarias, solo que la sangre no era tan roja. Supuse que el hospital le pagaba para hacer este trabajo y que los pacientes como yo puedan entrar en situación más fácilmente. El hombre me miró y traté de mantenerle la mirada pero un chorro de sangre amenazaba con mancharme y retrocedí espantado.
Llegué a la recepción y les enseñé el papel. me mandaron a una ventanilla en la que me hicieron una foto y me dieron un carnet para moverme por el hospital. Fui a la zona número uno y allí me dijeron que esperara hasta que me llamaran. Pasó una hora y media y yo era la única persona que quedaba. Me metieron en una habitación y me pidieron que me quitara la camisa. Una enfermera me sujetó con unos cintos y después se dedicaron a echarme agua bendita mientras conjuraban al demonio para que se marche: Marico hechicero, aléjate de aquí. Marico hechicero, vuelve a las cloacas de las que nunca debiste salir. Marico hechicero, todo lo peor para tí, por siempre y para siempre ? Acompañaban estos cánticos con rayos equis, uve, uvedoble y zeta, que lanzaban a diestro y siniestro para espantar el mal karma. Finalmente el aire pareció aclararse y terminaron el ritual. Me pidieron que esperara unos minutos y después de un tiempo que a mi me pareció interminable, una de las chicas me dijo que todo estaba bien y que debía continuar con mi camino por el purgatorio.
Seguí hacia la zona siete del hospital, la más poderosa y allí una enfermera me dijo que me llamaría en unos segundos. Así fue. En el marcador que indicaba los números apareció un seis seis seis que me identificaba. La gente se apartó santiguándose, las madres sujetaban a sus hijos y les tapaban los ojos para que no me miraran y el Cristo que tenían en un crucifijo en la pared se marchó a la cafetería a tomar un cortado porque no quería estar allí conmigo y con eso que llevaba a mi alrededor.
La enfermera me puso en una camilla y me tranquilizó con dulces palabras. El cura y el médico llegaron juntos. Afuera se oscurecía el sol. El ritual chimpuniano es muy sencillo y rápido. La enfermera y el médico me sujetaron con fuerza y el cura me inyectó el jeringón de agua bendita mientras exhortaba al marico viejo para que se marche: Vete, vete, vete, todo lo peor, siempre, todo lo peor para ti, siempre, para ti todo lo peor, siempre y ahí perdí el conocimiento. Al abrir los ojos sentía una sensación de alivio infinita, era como si me hubieran quitado a una maricona vieja que se me había subido a la chepa y se agarraba a mi como una ladilla. Por fin podía moverme, podía hablar, saltar, reír y disfrutar con los colores de un soleado y luminoso día de primavera.
Salí a la calle y el hombre ensangrentado seguía perdido por el aparcamiento, acercándose a los que llegaban y tratando de comunicarse con ellos. Me subí a mi bicicleta y me marché.
Epílogo
Han pasado cinco días y tras esas ciento veinte horas, siete mil doscientos minutos o cuatrocientos treinta y dos mil segundos llegó la hora de comprobar que el karma se había recuperado. Mi médico me miró y sonrió. Se puede decir más alto pero no más claro. ya no hay hechizo, ni maldición, ni mal karma que me rodee. Mi aura vuelve a estar limpia y pura. El médico me abrazó, me acompañó a la puerta y por un instante pensé que iba a volver a lanzar la maldición contra mi porque una premonición me avisaba que me desearía todo lo mejor, siempre, pero en lugar de eso, estrechamos manos y me dio la bendición.
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Roma desde la cúpula de la Basílica de San Pedro
Aunque es algo cansado, merece la pena subir a lo alto de la cúpula de la Basílica de San Pedro por la excelente vista que hay desde allí y por saber que estás sobre una estructura diseñada por el gran Miguel Ángel y éste es el mayor templo de la Cristiandad y la sede de una de las multinacionales más poderosas. Yo no llegué a sentir el poder de Dios en ese lugar, pero sí el del hombre y su capacidad para diseñar y construir estructuras tan hermosas.
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Chinclases de conducir
Hay cosas que uno cuenta y nadie le cree y quiero que sepáis que si tuviera sentimientos como los seres humanos me dolería, pero gracias a Dios me he curtido lo suficiente como para que me resbalen las doctas opiniones de los demás. Mi amigo el Chino es una fuente constante de inspiración y como tenemos amistades comunes, a veces les cuento algún evento de su vida y no se lo pueden creer. Por desgracia para ellos cuando le preguntan al susodicho este lo suele confirmar todo y como a mí se me entiende un poco mejor que a ?l, he terminado ejerciendo de su portavoz oficial y difundo las buenas nuevas sobre su vida a todo aquel que quiere conocerlas. El fin de semana pasado cenó en mi casa un antiguo compañero de trabajo y tras la cena llegó el turno de ruegos y preguntas en el que por supuesto los tuve que poner al día y entre otros les conté el relato del El Chinexamen. Por si esto no fuera bastante, seguimos hablando de lo difícil que está resultando para el Chino conseguir el carné de conducir y como ha encontrado una forma económica de recibir clases de conducción o algo parecido.
Como casi siempre descubrí el asunto por pura casualidad. Solemos ir en el mismo tren hacia Hilversum por las mañanas pero para llegar a la estación yo voy a lomos de La Dolorsi y él prefiere ir en guagua. Muchos días lo veo en la parada y nos hacemos unas complejas señales codificadas para indicarnos el uno al otro que nos veremos en la estación. Después continúo mi camino en solitario y en al menos tres puntos es probable que me cruce con su autobús. Una de estas mañanas, al llegar a la primera intersección miro hacia el vehículo y lo que veo me deja sin palabras. Paro la bicicleta porque no doy crédito a mis ojos. Hacia mí viene la guagua y junto al conductor se encuentra el Chino agitando su cabezón de tamaño barreño y hablando con el hombre. Va sentado en el asiento reservado para personas mayores y maricos viejos y requeteoperados con pelucón que te desean siempre todo lo mejor, de esos que si te descuidas te clavan el puñal por la espalda sin que les tiemble el pulso. Por ley el Chino no debería ir sentado allí, ya que ni es viejo ni marico feo. Tras este descubrimiento corro al segundo punto de intersección y compruebo que mis ojos no me engañan. Mi amigo va indicando al chófer algo y gesticulando de una forma extraña. Al llegar a la estación y juntarnos en el tren no pude contener mi curiosidad y le pregunté:
– ¿Por qué te sientas junto al conductor, en el lugar reservado para ancianos y maricos de los que te desean todo lo mejor? ? le hice la pregunta dos veces y le tuve que explicar algún concepto que no llegó a entender.
– Chino junto sentar al conductor para gratis chinclases tener de conducir. Chino ni viejo marico ni hechicero ser y sentir o padecer ? y si no eres lector habitual de esta la mejor bitácora sin premios en castellano, es más que probable que no captes las sutilezas de esta conversación ni los segundos, terceros y decimocuartos sentidos, que los hay.
– ¿Cómo que chinclases gratis? Tú no ibas conduciendo, ibas al lado del conductor. Eso no es una chinclase de conducir ? ya sabéis que es imposible argumentar con éste hombre pero yo lo intento.
– Chinclase ser porque Chino ver y aprender y estudiar y comprender. Chino atención poner y direcciones dar conductor al. Chino indicar y señalar camino de autobús y conductor buena persona ser y obedecer ? esto iba por muy mal camino y traté de reconducirlo.
– Chino, tú no le indicas el camino. ?l se sabe de memoria la línea. Da igual lo que tú digas o hagas. Siempre va por la misma ruta hacia la estación, así que no digas boberías ? una nueva y sencilla explicación que caerá en saco roto.
– Chino camino indicar. Chino conductor decir al: Jiuston, Jiuston, llamando chino, izquierda girar o problema tener, repetir izquierda girar y conductor izquierda girar y virar porque Chino decir ? y esto confirmó mis sospechas sin resquicio para ninguna duda.
– Por Dios Chino, el conductor gira a la izquierda sin que tú se lo digas y además, chinclases de conducir son cuando tú estás al volante, no cuando vas sentado en el asiento de los maricos viejos que te desean siempre todo lo mejor
– Chinclase ser si Chino atención prestar, al volante necesario no ser ni estar porque Chino siempre aprender y conductor caso hacer y sentir. Y gratis ser y dinero ahorrar que necesario tras éxito en Chimbolsa ser ? al menos en una cosa tiene razón, después del palo que se llevó en la Chimbolsa puedo comprender que quiera ahorrar algo de dinero.
– Que no, que no y que no. No son chinclases gratuitas y por favor deja de sentarte en el asiento de los maricos viejos porque la gente va a pensar mal de tí y peor aún si te ven hablando solo en la parte de delante de la guagua, porque el conductor no te hace ni puto caso, que el no habla Chiquistaní como tú y como yo ? Como si sirviera de algo decírselo pero que no se diga que no lo intento.
– Conductor chino al caso hacer, frenar cuando decir yo, girar, acelerar y puertas abrir y cerrar ? y este es el punto en el que yo acabo rindiéndome porque no hay forma de convencerlo.
– Chino, me has convencido. Eres un genio y te estás ahorrando un montón en chinclases de conducir. Eres mi ídolo ? le dije y cuando me enseñó esos dientes negros y llenos de sarro a fuerza de limpiárselos con gárgaras de chinCola supe que se había quedado contengo y podríamos tener el resto del viaje en tren en paz.