Este Tulipán Rosado apareció en la bitácora hace algo más de un año y el texto que lo acompañaba era un escueto Menuda preciosidad. Me ratifico, me encanta. Hoy llega al Club de las 500 y puesto que ayer recordé que hace dos años y seis días que compré mi casa y me mudé, me lo regalo por estos dos fantásticos años viviendo en Utrecht.
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Pollo en yogur cremoso
Ya va siendo hora de retomar la sana costumbre de las recetas de los viernes. Tengo unas cuantas que quería compartir hace un tiempo pero siempre se me complican las cosas y al final nunca puedo. Hará unas tres semanas vino por mi casa a cenar Dani y ese día cociné varios platos de mi nuevo libro de cocina hindú y que recordaréis se trata de «Indian Food Made Easy» (Anjum Anand).
El plato principal de esa comida fue un Pollo en yogúr cremoso que quedó delicioso. Era la primera vez que me atrevía en serio con un tipo de cocina que siempre me ha encantado pero que veía muy lejos de mis posibilidades. Ha resultado que no es muy complicada, el único problema es conseguir algunos de los ingredientes y por suerte en Holanda tenemos un montón de pequeños establecimientos en los que se venden ingredientes para cocinar comida china, japonesa, hindú y de otros países exóticos. Gracias a la inmigración en España tampoco debe ser muy difícil. Lo más sencillo es preguntar en la tienda porque los nombres no siempre son los mismos. En mi caso estuve en una regentada por un indonesio y lo tenía todo pero no pude encontrar nada porque había usado los nombres en su idioma.
La otra cosa que tendréis que tener en cuenta si queréis cocinar este plato es que hay que dejarlo marinando un día, así que lo mejor será que preparéis el marinado la noche anterior y después lo preparéis al día siguiente. Las cantidades son como para cuatro personas aunque ya sabéis que esto siempre depende de lo tragones que seáis.
Los Ingredientes del pollo son: algo más de un kilo de trozos de pollo sin piel y troceados en piezas pequeñas (por ejemplo alitas, muslitos y similares, procurad evitar la pechuga de pollo), 2 cucharadas de aceite vegetal, 1 cebolla pequeña, dos semillas de cardamomo negro pequeñas (o una grande), un manojo de cilantro y opcionalmente un chili si quieres que quede picante.
Los Ingredientes para el marinado son: 7 dientes de ajo, 20 gramos de gengibre fresco, 400 mililitros de yogur entero, 4 cucharaditas de cilantro en polvo, media cucharadita de pimentón picante, dos cucharaditas de sal, media cucharadita de comino en polvo y 1 cucharada rasa de garam masala.
La implementación: Como os dije, un día antes preparamos el marinado. Para ello, se pelan y se muelen los dientes de ajos y el gengibre. La forma más fácil es poniéndolos en la picadora con un poco de yogur para hacer una pasta y cuando está molido añades el resto del yogur, el cilantro en polvo, el pimentón picante, la sal, el comino y el garam masala. Se mezcla todo bien se añade al bol el pollo, limpio de piel y en trozos pequeños. Si se os ocurre hacer esto con pechuga de pollo supongo que quedará muy seca y no tendrá el mismo sabor, así que dejaos de remilgos y hacedlo con muslitos, alitas y similares. Cuando tengas el pollo en el bol, ponlo en la nevera en donde pasará la noche.
Una hora antes de cocinarlo sácalo de la nevera para que se ponga a temperatura ambiente. Ponlo en una sartén muy honda o en un caldero a fuego fuerte para que se comience a cocinar. Mientras tanto en una sartén pequeña calienta las dos cucharadas de aceite y fríe la cebolla cortada y picada y si quieres que quede picante, ponle un chili. Después de unos cinco minutos la cebolla estará borrachita. Añádela al pollo junto con el cardamomo y continúa cocinando a fuego fuerte entre quince y veinte minutos, hasta que el marinado se vuelva cremoso y cubra solo un tercio del pollo.
Cubre el caldero (o la sartén honda) y cocina a fuego bajo durante otros diez o quince minutos, hasta que el pollo esté bien cocinado y la salsa sea cremosa. Remover de cuando en cuando y si vez que se te está secando mucho, añade algo de agua. Al final del cocinado, pica el cilantro y espolvoréalo sobre el pollo. Pruébalo y ajusta el punto de sal si es necesario y servir.
Ya sé que por la lista de ingredientes parece complicado pero ya veréis que no lo es. El marinado se prepara en unos minutos y el cocinado tampoco requiere mucho esfuerzo. Se puede acompañar con arroz, roti, naan o verduras hervidas.
Si quieres ver otras recetas que he cocinado puedes ir al índice de Mi pequeño libro de recetas de cocina y allí tienes la lista completa
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Caos en tulipanes rojos y blancos en el Club de las 500
Para celebrar el Día de la Hispanidad, el Día de la Raza, el 12 de Octubre, el Día del Descubrimiento de Dos Mundos o el Día de Colón tenemos una foto muy especial. Se trata de este Caos en tulipanes rojos y blancos que hoy recibimos en el Club de las 500.
Escoge uno y espero que pases un buen Día de la Hispanidad.
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Una vergüenza de aeropuerto
Este es el capítulo final del relato de un viaje a Pisa y Florencia que comenzó en Otra vez metido en un avión. Puedes encontrar un enlace al siguiente capítulo al final de cada una de las anotaciones.
Lo peor del aeropuerto de Pisa es la desorganización y el caos en el que parecen moverse los que allí trabajan. El recinto da la impresión de estar sobre-explotado, de no haber sido diseñado para tanta gente y ahora tratan de apañar las cosas como mejor pueden. Un buen ejemplo es el baño. Hay uno y está en un extremo del aeropuerto. Cuando tienes miles de personas allí, las colas son vergonzosas, con la gente meándose y haciendo ejercicios respiratorios para aguantar el chorro hasta que les toque la vez.
Las colas para facturar no son mucho mejores. Van muy lentas, los empleados no parecen saber como hacer su trabajo y tratan a los pasajeros muy mal. He visitado decenas de aeropuertos en mi vida y he de decir que jamás he visto uno tan malo como este. Estuvimos prácticamente hasta la hora en la que había que embarcar esperando para poder facturar y en mi caso, no pude ni ir al baño. El control de seguridad fue de risa, con todos los empleados hablando entre ellos y nadie mirando a la pantalla. ?nicamente se preocupaban de revisar a la gente que pitaba al pasar por los arcos, el resto podían llevar lo que querían y entrarlo en la zona ?supuestamente?? segura.
Entramos e inmediatamente comenzó el embarque. Era una larga fila tercermundista que llegaba hasta prácticamente el control de seguridad. Pasaron los diez primeros y se detuvo y así continuó durante quince minutos en los que nadie sabía lo que pasaba, por megafonía decían que era la última llamada y aquello no se movía. Volvimos a avanzar y al entregar nuestra tarjeta de embarque nos soltaron en la pista del aeropuerto y desde allí caminabas sin control ninguno hasta el avión, el cual estaba trescientos metros más adelante, cruzando entre otros aviones y para hacerlo más complicado al mismo tiempo otros pasajeros iban hacia otro avión caminando junto a nosotros. Esto me recordó que aunque los italianos nos vendan la moto del progreso y del primer mundo, tienen tanto derecho como España a formar parte del club de países del tercer mundo.
Estábamos sentados en la penúltima fila del avión, el cual se abarrotó y después de una eternidad en la que el flujo de pasajeros se interrumpía durante unos minutos y que deduzco que las paradas se debían al movimiento de aviones en pista, lograron meter a todo el mundo, poner el fechillo en la puerta y salir por patas de aquella pesadilla de aeropuerto.
En un momento determinado alguien se fue a uno de los baños de la parte trasera, que estaban detrás de nosotros y se encerró allí a jiñar. El avión comenzó sus maniobras en pista, vimos el vídeo y el colega salió en el tiempo justo para correr a su asiento y amarrarse. Si empuja treinta segundos más le pilla el despegue limpiándose el culo.
Yo mientras tanto sudaba copiosamente el líquido que no podía mear y según se apagaron las luces de los cinturones corrí al baño en el que no había estado el cagón y esparcí mi agüita amarilla, momento similar a esos que viven los santos después de una aparición y que me dejó una vez terminé bien relajado y tan a gustito.
El vuelo transcurrió sin problemas y el piloto consiguió recuperar parte del retraso metiéndole candela a los motores y saltándose un par de semáforos en rojo. Llegamos al aeropuerto de Schiphol y la suerte ese día viajaba con nosotros o eso o se produjo un milagro porque no aterrizamos en el Polderbaan, la pista maldita que está a casi veinte minutos de la terminal y que te obliga a perder media hora en pista de rodadura una vez has llegado a tu destino. La suerte siguió dándome la mano a la hora de recuperar el equipaje, el cual salió muy pronto y en menos que nada estábamos fuera de la zona segura y pude volver a casa en tren sin más problemas. Así fue como acabó el fin de semana en Pisa y Florencia.