La concha de tu madre. Me acabo de encontrar esto que había escrito hace casi mes y medio y que se me olvidó publicar. No quiero dejar pasar esta oportunidad para poder borrar comentarios.
Hace un montón de tiempo que me juré a mi mismo no escribir sobre este tema porque acabamos con los ánimos exaltados y la mayor parte de los lectores casuales que llegan buscando confirmación a eso que consideran la verdad absoluta no opinarán lo mismo que yo, vomitarán su rabia y su odio en los comentarios y yo que carezco de escrúpulos y que valoro en nada su sabiduría borraré los comentarios sin dudarlo un solo instante. Espero que no sea así esta vez y por eso aviso que si has llegado por culpa de Google y no eres un lector habitual de esta bitácora, lo dejes ya que aún estás a tiempo y sigas tu camino hacia el siguiente resultado del buscador de buscadores.
Las cosas ya no son como antes pero Telajinco aún nos sigue regalando unos intermedios musicales espeluznantes, unas pausas interminables que deben servir para llenar sus bolsillos con decenas de anuncios en otras partes de España pero que en las Islas Canarias no dan más de sí después de uno o dos minutos y mientras se reanuda la programación nos tenemos que conformar con absurdos mini reportajes e intermedios musicales que promueven grupos absolutamente deleznables. En esta ocasión casi no he visto televisión porque preferí la lectura y la escritura pero en las dos ocasiones en las que pasé algo de tiempo frente a la pantalla amiga encontré cuatro joyas que merecen su reseña:
- Son familia – Cha cun cha. Aún no puedo creer lo que vieron mis ojos. Suena una música de verbenas de barriada, esa misma música que solo recordamos borrachos y que machaca los tímpanos de quienes la padecen por lo mala que es y lo peor es que en esta ocasión el cantante solista es un anciano de por lo menos mil años que posiblemente tenga un pie y las dos manos ya en el otro lado y que recita la letra de la canción y trata desesperadamente de moverse aunque no lo consigue porque sus huesos ya hace décadas que dijeron basta.
- El trío zapatista – Yo me voy pa’ San Borondón. ¿Por qué, por qué y por qué? ¿Por qué Cristo Bendito permites que nos torturen con esta bazofia por la tele? ¿Qué te hemos hecho? ¿Por qué no les aplicas este castigo a los musulmanes de mierda o a cualquier otra mierda de pueblo? Nosotros no lo merecemos. Imaginad un grupo de tíos que odia Mexico, que se pasa por el forro del culo toda su cultura musical y la prostituye hasta límites inimaginables. No tenéis que tener mucha imaginación. Escuchad la mierda de música que hacen estos y lo comprobaréis. Se les puede calificar como insulto a Méjico y posiblemente me esté quedando corto. Imagino que estarán en el escenario principal en el infierno, torturando con su música a todo el mundo.
- BNK – Vuelve Negra. El metrosexualismo y el mariconeo zafio van de la mano. Una reinona supuestamente con glamour creó una moda que degeneró y se transformó en eso que ahora conocemos como metrosexuales. Aquí tenemos a un buen ejemplo. Un julay que se agita como si estuviera poseído por el mal de san Vito, totalmente fuera de control y depilado hasta los huevos mientras lo rodean un montón de zorras que parecen pedir a gritos que les cierren las bocas con pollas gordas y sudorosas. Quizás a él también le vendría bien una de esas. Su música no es mala, es peor que mala. Terminará actuando en verbenas de barriadas periféricas achuchado por un montón de descerebradas y pelanduscas que en cualquier otra civilización no serían más que carne para los cerdos.
- Nueva línea – Este amor no se toca. No hay nada más terrorífico que encender la tele y al aparecer la imagen encontrarte con tres bostas de puta pena imitando a Rafaella Carrá y con unos morcillones que les salen por los lados y que se agitan de manera descontrolada. Si a esto le sumas un exceso de maquillaje furcial y colores vivos tienes material como para hacer una saga terrorífica. Aún más preocupante que verlas a ellas por la tele es sabe que hay un productor que cree que valen para algo que no sea las galas en el corredor de la muerte de alguna cárcel iraquí.
En este viaje no hubo mucha música porque ya me falta paciencia para aguantar esos intermedios de veinte minutos. Igual lo vuelvo a intentar algún día durante las vacaciones de navidad pero no puedo prometer nada.