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  • Tulipán Asuntos varios

    21 de junio de 2007
    Tulipán rojo mojado por el rocío

    Tulipán rojo mojado por el rocío, originally uploaded by sulaco_rm.

    A veces nos salimos de la línea argumental que hemos creado para la bitácora y nos adentramos en terrenos pantanosos de dudosa temática. No siempre uno está por la labor de contar relatos o desvariar con estupideces y cuando tocamos esos temas genéricos me cuesta mucho encontrar un cajón en el que ponerlos. Por eso surgió la categoría Asuntos Varios y a ella está dedicada el tulipán de hoy, de un rojo fuerte y que estaba a punto de abrirse y mostrar sus encantos cuando lo encontré. Así pues, este será el Tulipán Asuntos Varios en Distorsiones

    Si estás pensando visitar Holanda para poder ver estas maravillas, tienes más información en la anotación Guía para el turismo en Amsterdam y Holanda y también puedes ver el Álbum de fotos de tulipanes en el Keukenhof o el Álbum de fotos de Amsterdam

  • Las Catacumbas y las Termas de Caracalla

    20 de junio de 2007

    Este es el relato del tercer día de mi viaje a Roma, así que si algún buscador te trajo aquí directamente y te apetece atacar la historia desde el comienzo, salta a Casi todos los caminos conducen a Roma. Al final de cada capítulo encontrarás un enlace al siguiente.

    El sábado ya estábamos agotados. Caminar por Roma es subir y bajar todo el tiempo y aunque las cosas están a una distancia razonable, sigue siendo un palizón. Para no morir en el intento elegimos un programa más relajado durante la mañana. En la estación Termini pedí información y nos indicaron el camino para ir a las Catacumbas. A veces se nos olvida que en el origen del cristianismo, cuando eran perseguidos y asesinados sin piedad, esta gente se tenía que esconder en las catacumbas romanas, las cuales fueron creciendo con los siglos. Queríamos visitar las Catacumbas de San Calixto y para ello fuimos en metro hasta la estación Pirámide. Ya he comentado que Roma tiene dos líneas de metro. Esta estación corresponde a la línea B y quizás fue casualidad pero los vagones no son tan fastuosos como los de la otra línea, no hay aire acondicionado y los graffittis se han hecho dueños de todo el interior y el exterior. Al salir en la estación buscamos la parada de autobuses porque desde allí teníamos que coger el número 118. Había unos cuantos turistas más. Llegó la guagua, nos montamos y le preguntamos al conductor por las catacumbas. Nos insinuó (o nos quiso decir) que avisaría en la parada pero un minuto más tarde cogió el piro y diez minutos después apareció otro conductor. La guagua iba medio llena, todos turistas como nosotros y allí nadie tenía ni puta idea de cual debía ser nuestra parada.

    Salimos de la estación y unos veinticinco minutos más tarde vimos pintado en una pared que las Catacumbas de San Calixto estaban a dos kilómetros y así supimos que estábamos llegando. La carretera era la Vía Apia, la cual me sonaba de aquellos años en los que pasaba los días memorizando datos en la escuela. El conductor paró en el medio de la nada, en un lugar en el que la carretera era muy estrecha y casi sin espacio para los peatones y dedujimos que aquel era el sitio. Eran las once y media y según teníamos entendido cerraban a las doce y volvían a abrir a las dos, así que como no pilláramos entrada nos podíamos ver tirados allí dos horas. Compramos la entrada (cinco euros) y casi inmediatamente llamaron para una visita en español.

    El hombre era un sacerdote que nos explicó un poco la razón de las catacumbas y nos dejó con la boca abierta cuando dijo que solo en aquella hay cinco niveles y cerca de medio millón de personas enterradas y que casi no han explorado nada. Nos comentó que un par de meses atrás, a unos tres kilómetros de la entrada han encontrado una iglesia subterránea con capacidad para tres mil personas. Una auténtica pasada. Después de explicarnos los conceptos básicos y la simbología que podíamos encontrar en el lugar entramos. Algo estúpido y que no puedo entender es que prohiben hacer fotos en el interior. Allí solo hay pasillos vacíos y no te dejan hacer fotos. Descendimos a las catacumbas, un lugar fresco y donde se respira el mismo aire que hace cientos de años.

    Cerca de la entrada está el punto en el que estaba enterrada Santa Cecilia, patrona de la música y hay una copia de una estatua en la que se muestra como la encontraron, degollada. Esa mujer era una patricia y bajo los terrenos de su familia fue donde se construyeron las catacumbas. En las mismas se refugiaban los cristianos y eran enterrados cuando morían. Parece ser que la única que apareció incorrupta fue Santa Cecilia (cuando la encontraron). Después de ver su tumba seguimos por pasillos estrechos atestados de nichos vacíos (han quitado los restos y los han bajado a niveles inferiores) y pudimos ver capillas y otros lugares de oración. Un par de veces me dejé ir y me perdí junto a otro hombre para poder hacer alguna foto del sitio. En una de esas ocasiones él se quedó atrás y yo encontré una habitación pequeña con una reja. Estaba muy oscuro y me puse a tomar fotos y el colega volvía apurado y no me vio hasta que me moví y se debió pensar que era alguno de los muertos que moran en el lugar. Se quedó blanco como el papel de la impresión. Nos reincorporamos al grupo y seguimos como si no hubiera pasado nada. La visita acaba en un lugar en el que normalmente dan misa. El guía nos suministró un montón de información y la verdad que la visita a las catacumbas es impresionante. Se ve lo fácil y relajado que es seguir la religión cristiana hoy en día y lo jodido que era en aquellos tiempos.

    Al salir a la superficie volvimos a la parada de la guagua y nos llevó de vuelta a la estación Pirámide, llamada así porque hay una pirámide de verdad en aquel lugar. Aprovechamos para comer por aquel sitio pero la verdad que el bar al que fuimos fue una porquería. Después de comer tomamos el metro hasta la estación de Circo Máximo y visitamos sus ruinas, básicamente un enorme campo de césped a la vera del Monte Palatino. Aquel lugar lo inundaban y hacían hasta batallas con barcos en la época romana. Desde allí caminamos hasta las Termas de Caracalla, otro lugar que yo quería visitar. No están muy lejos y son IM-PRE-SIO-NAN-TES. Las ruinas te dan una idea de lo absolutamente brutal que debía ser aquel sitio cuando estaban en funcionamiento. Unos edificios enormes, llenos de arcos que aún se mantienen en pie y con unos suelos y unas paredes ricamente adornadas. Si tenéis la oportunidad, las termas de Caracalla debería estar en vuestra lista de lugares a visitar porque es algo increíble.

    Volvimos al metro y puesto que hacía un bochorno horrible hicimos como el día anterior y nos recogimos por una hora y media para dormir la siesta y de paso esperar que amainara el calor. Al llegar a Termini nos topamos con el comienzo de la manifestación en contra de George Bush organizada por el partido comunista. Había un montón de banderas cubanas y pancartas poniendo al presidente americano de vuelta y media. Por culpa de esto cerraron completamente la estación de tren y gran parte de las estaciones de metro. El colapso circulatorio en la zona era completo.

    Como veo que el relato de este día se va a extender mucho más de lo previsto inicialmente, lo dejamos aquí y continuaremos con las actividades de la tarde en el siguiente capítulo.

    Este relato continúa en El Panteón, San Ignacio de Loyola y la protesta en contra de Bush.

    Technorati Tags: Roma, viajes

  • Tulipán el Turco

    20 de junio de 2007
    Tulipán rosado

    Tulipán rosado, originally uploaded by sulaco_rm.

    Los que llegaron hace dos o tres días no saben que en años anteriores la estrella absoluta de esta bitácora era el Turco. Aún quedan cosas a medias que tendré que acabar algún día y como suele ser habitual nuestra amistad acabó como el rosario de la aurora pero eso no quita que siga habiendo algo de aprecio mutuo y el recuerdo de los grandes momentos que pasamos en múltiples aventuras. Para celebrar esa amistad y para honrar el archivo de anotaciones del Turco, hoy bautizamos este precioso tulipán que fotografié en un campo a las afueras del Keukenhof como Tulipán el Turco y así será conocido por estas tierras.

    Si estás pensando visitar Holanda para poder ver estas maravillas, tienes más información en la anotación Guía para el turismo en Amsterdam y Holanda y también puedes ver el Álbum de fotos de tulipanes en el Keukenhof o el Álbum de fotos de Amsterdam

  • Visitando el Vaticano y la Plaza de España

    19 de junio de 2007

    Llegas al segundo día de este viaje y si aún no te has puesto al día, te sugiero que retrocedas hasta Casi todos los caminos conducen a Roma. Al final de cada capítulo encontrarás un enlace al siguiente.

    En nuestro segundo día teníamos planeada la visita al Vaticano. Aprovechando que estábamos al lado de la estación cogimos el metro. Hay diferentes tipos de billete, por cuatro euros se puede comprar uno válido para todo el día y por un euro uno que vale para un viaje en metro o setenta y cinco minutos de transporte (combinado con autobuses). Las dos líneas de metro que tiene la ciudad tienen un buen servicio, bastante frecuente y siempre atestado de gente. Nos bajamos en la parada de Ottaviano y desde ahí caminamos hacia la Plaza de San Pedro. En el lateral había una cola de impresión que nos hizo temer lo peor. Allí había miles de personas. Pensé que tendríamos que renunciar pero más tarde descubrimos que era para el Museo Vaticano. Entramos en la Plaza de San Pedro y cuando te ves rodeado por las columnas de esa colosal plaza diseñada por Bernini sientes el poder de Dios. Todo el lugar es majestuoso. Había cola para entrar en la Basílica pero iba ligerita. Hay que pasar un control de seguridad aunque es un poco de risa. Las mujeres ligeras de ropa son ivtiadas a cubrirse los hombros y las piernas y si por casualidad lleváis pantalones cortos también os pueden dar el toque, depende mucho de quien esté controlando en la puerta. Como ya me lo habían avisado me compré antes de viajar unos pantalones de esos a los que se les puede quitar la parte inferior y así poder pasar sin problemas. Si quieres ir a la Basílica no hay cola ninguna y es gratuito. La visita a las Tumbas de los Papas también es gratis y tampoco hay cola. Nosotros queríamos subir a la Cúpula, esa joya diseñada por Miguel Angel. En total, entre la cola de seguridad y la de las entradas para el cúpula estuvimos casi una hora hasta que pudimos entrar. Nos compramos la entrada que incluye ascensor para ahorrarnos doscientos escalones. Parece que no pero cuando te vas a patear una ciudad en tres o cuatro días, cualquier pequeña ayuda se agradece. Es una cúpula doble y vas subiendo entre ambas. Merece la pena porque al llegar arriba hay una vista increíble de la ciudad y del propio Vaticano. Desde allí bajamos a la parte superior del Vaticano en donde también se pueden hacer muchas fotos y recuperarte de la paliza.

    Al visitar el interior de la Basílica de San Pedro me impresionó la Piedad de Miguel Ángel, la cual está protegida por un cristal por culpa de un energúmeno que la atacó hace unas décadas. Ese hombre era un genio, sus estatuas parecen vivas. El Baldaquino de San Pedro es algo que te deja sin aliento. Bernini diseñó esa estructura con las cuatro columnas que parecen flotar en el aire y que preside un altar. Imagino lo que sentía la gente hace unos cientos de años cuando entraba allí. Se puede sentir el poder de Dios y de los hombres que fueron capaces de crear algo tan bello. Hay un montón más de tesoros en el interior de la Basílica, prácticamente no queda rincón en el que no haya algo único e irrepetible. Pese a la gente te sientes solo, abrumado por las dimensiones colosales del recinto. Imagino el orgullo que debe sentir cualquier Dios al que dedican ese templo.

    Cuando acabamos la visita bajamos a los sótanos para ver las Tumbas de los Papas. La más impresionante, sin lugar a dudas es la de San Pedro pero la que atrae más gente rezando es la del Papa Juan Pablo II, el cual está muy cerca del primer Papa. Yo sentí más curiosidad por Juan Pablo I, el primer Papa con un nombre compuesto y que solo disfruto del empleo por treinta y tres días y de quien se rumorea fue envenenado por ser considerado un revolucionario.

    Descansamos un rato en la Plaza de San Pedro y al abandonar el Vaticano buscamos un lugar para almorzar por la zona. El sol pegaba a destajo y tras almorzar y pegarnos un helado decidimos pasar de la cola del Museo Vaticano y reposar en el hostal hasta que la calor dejara de apretar.

    Tras la siesta volvimos a coger el metro y nos fuimos a la Plaza del Pueblo. Desde allí queríamos recorrer parte de la ciudad. En la Piazza del Popolo hay un obelisco egipcio enorme que fue traído a la ciudad en el año diez antes de Cristo. En la plaza estaban preparando un escenario para algún tipo de evento y así fue como supimos que George Bush visitaba la ciudad ese fin de semana. Desde allí fuimos caminando hasta la Plaza de España, con sus famosas escalinatas siempre abarrotadas de gente. Junto con la Fontana di Trevi debe ser uno de los lugares obligatorios para cualquier visitante de la ciudad. Una vez subes las escalinatas te encuentras con la Santissima Trinità al Monte Pincio, una iglesia preciosa en la que al entrar descubrimos un montón de monjas tapadas con unos burcas blancos que cantaban una misa. La escena resultaba surrealista. Desde la entrada de la iglesia hay unas vistas preciosas de la ciudad con todas esas cúpulas de iglesia.

    Continuamos nuestro paseo por la Via Condotti que debe ser la milla de oro de la ciudad, con las mejores boutiques y que yo recuerde la única calle asfaltada decentemente. Era un festival de la Alta Costura y los coches que circulaban por allí no eran los típicos de clase media. Fuimos al Mausoleo Augusto el cual rodeamos caminando y a su vera se desarrollaba algún tipo de congreso sobre el software libre, con los típicos frikis de barbas mal cuidadas y una ausencia absoluta de mujeres. Los informáticos deben ser los monjes del siglo veintiuno. Donde ellos se reúnen no se acercan las mujeres, al menos las de verdad, que huyen espantadas sabedoras que de ellos no puede salir nada bueno.

    Nos asomamos para ver el Río Tíber y seguimos andando por su vera hasta llegar al Puente de Umberto I desde el que hay una hermosa vista dle Castillo de San Angelo y de la Basílica de San Pedro. Entre callejuelas y mucho tráfico llegamos a la Piazza Navona, de estilo barroco y con tres fuentes soberbias. Lugares como este nos recuerdan que antes el arte se dejaba en las calles para que la gente lo pudiera admirar y ahora acaba siempre en museos y al alcance de una minoría.

    Detrás de la plaza está el Palazzo Madama, un edificio bastante sobrio y que hospeda al Senado italiano. Desde allí fuimos al Panteón pero ya comenzaba a hacerse tarde y nos lo encontramos cerrado, al igual que un par de iglesias que queríamos ver. Bajamos hacia la Piazza Venezia junto a la que está el Palazzo Venezia y decidimos caminar por ese lado de la ciudad y buscar algún sitio para comer por allí. Llegamos al Area Sacra mientras anochecía. Son unas ruinas de algún templo. Más que las ruinas lo que impresiona es la cantidad asombrosa de gatos que viven en las mismas. Creo que conté más de veinte. Se han apoderado del lugar y retozan a su antojo.

    Nos perdimos por callejones del barrio hasta que encontramos un restaurante de nuestro gusto en donde procedimos a cenar. Tras la comida volvimos hacia el Puente de San Angelo e hicimos fotos de la Basílica de San Pedro de noche y también del Castillo de San Angelo. Roma es una ciudad que hay que caminársela de día y de noche porque encierra miles de preciosidades y lucen totalmente distintas al anochecer. Huelga decir que estábamos muertos y nos pusimos a esperar la guagua en una parada. Confiábamos en comprar el billete al entrar pero cuando apareció el autobús solo tenía máquinas para validar los billetes. Unos amables turistas españoles nos explicaron que hay que conseguir los billetes en estancos y bares pero no hubo ningún revisor y logramos llegar a nuestro destino sin más problemas. Nuestro segundo día en Roma acabamos muertos del cansancio.

    Este relato continúa en Las Catacumbas y las Termas de Caracalla.

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