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  • Allanamiento de morada

    26 de mayo de 2006

    Una luz se apaga en una ventana y el edificio pierde consistencia y desaparece tragado por una bruma otoñal que gusta de abrazarlo todo y desdibujar los perfiles. En la calle un perro ladra y el sonido de sus ladridos llega con eco solo acompañado por las pisadas de una mujer que camina sola en la noche. Por el sonido de sus pisadas se deduce que lleva zapatos de tacón de aguja. Es un martilleo seco y consistente que todos hemos oído en alguna ocasión y que nos trae a la memoria recuerdos de grandes actrices del pasado, devoradoras de hombres en blanco y negro que hacían y deshacían en el mundo sin que ningún hombre pudiera evitarlo. El ruido se aleja de donde me encuentro, difuminándose lentamente. Es muy tarde y no quiero testigos que vean lo que voy a hacer.

    Finalmente el silencio vuelve a reinar. A lo lejos escucho algo que posiblemente sea una pelea de gatos, los príncipes de la noche, esos animales que gustan de pasear en las calles cuando todos se retiran y que de cuando en cuando luchan por un rincón, o por algo de comida o por una buena hembra.

    Miro hacia la casa. Sé que está vacía. Se fueron por la mañana. He estado todo el día controlándola discretamente, sentado en una cafetería, comiendo en el restaurante que está cerca, paseando descuidadamente por los alrededores, siempre tratando que nadie repare en mí y que me recuerden en el futuro. Tendré que luchar con la alarma pero no me asusta porque conozco la clave. Siempre usan los mismos cuatro dígitos para todo. Se rodean de medidas de seguridad y después no saben como usarlas. Cada uno debería tener su propia clave secreta e intransferible, algo que nos permitiera una identificación unívoca. El mundo sería otro. Por suerte no es así.

    Salté la valla del jardín y fui a la parte posterior. Allí podría trabajar tranquilamente. Las luces del jardín estaban encendidas señalando el pequeño camino que serpenteaba entre la hierba y las plantas. La puerta trasera no es tan recia como la delantera. Resulta paradójico que de cara a la calle pongan una buena puerta y en la parte posterior no se preocupen igualmente por su seguridad. Es una de esas puertas con una gran ventana en el medio. No me tomó mucho acabar con la cerradura. Los años de experiencia con un juego de ganzúas han servido para algo. Al abrir la puerta la alarma comenzó a pitar, avisando que tenía unos segundos para neutralizarla. Fui al panel de control y puse el código. Un pitido largo sentenció mi acción y se quedó en silencio. En la pantalla se podía leer que el sistema estaba desactivado. No pude resistir la tentación y cambié la clave poniendo una que ellos seguro que no conocían. Me imaginé las caras que pondrían al volver e intentar apagar el sistema. Una lástima no poder estar allí para verlo. También sería divertido el saber que al mismo tiempo que fallaban el sistema avisaría a la policía y tendrían que explicarles que ellos no estaban tratando de robar su propio domicilio.

    Subí a la planta alta con una sonrisa tonta en la boca imaginando la escena. Fui directamente al dormitorio principal. Aunque nunca había estado allí dentro conocía de memoria el plano del edificio. Me sorprendió un poco la forma en la que lo tenían decorado, muy decadente, con muchos objetos colgando y reposando de cualquier rincón que se prestara. Aquello debía ser una pesadilla para la persona que se encarga de limpiar. No encendí las luces por si alguien pasaba por la calle y miraba o alguno de los vecinos se desvelaba y salía a coger el fresco a la ventana. Llevaba un pequeño puntero con un led que produce una luz blanca. Busqué el pequeño cuarto que sirve de vestidor. Cerré la puerta y encendí la luz. No había ventanas así que era seguro. No me costó nada encontrar la caja fuerte. Estaba en un rincón, delicadamente cubierta por sábanas bien dobladas. Las puse a un lado y me agaché. No tenía una rueda de esas con números como las que se ven en las películas. El teclado era como el de los teléfonos baratos que hay siempre en los hoteles y en la pequeña pantalla se podían ver los dígitos. Volví a usar la misma clave que había desactivado la alarma y de nuevo se produjo la magia. El ruido de una cerradura desbloqueándose me lo confirmó. Mis pupilas se agrandaron mientras abría la puerta de la caja para buscar mi objetivo.

    Esta historia continúa en Una caja de ébano

    Technorati Tags: relatos

  • Yin y Yang

    26 de mayo de 2006
    Yin y Yang

    Yin y Yang, originally uploaded by sulaco_rm.

    El Yin y el Yang, la dualidad en nuestro universo en donde todo tiene un complemento. Aquí tenemos una pareja en la que uno aparece enfocado en amarillo y el otro en violeta. Esta foto también la hice con la lente de macro pero sin abusar de ella y sin buscar el detalle preciso. Personalmente me parece preciosa.

    Technorati Tags: flowers, flores, keukenhof

  • Tiempo de venganza

    25 de mayo de 2006

    Esta historia comenzó en El rincón del parque

    Se enjugó las lágrimas y se quedó un rato pensativa. La ira se extendía por todo su cuerpo sin que pudiera controlarla. Temblaba un poco pero nadie parecía darse cuenta. Esto lo pagaría. Planear una venganza requiere tiempo y eso es algo que le sobraba. Cómo pudo hacerle eso a ella, traicionarla de esa forma. No sabía ni cuando, ni como, pero sí que pagaría de alguna forma y cuando hubiera terminado, sabía que él no podría olvidar jamás el significado de la palabra fidelidad. Esta batalla la había ganado esa zorra del parque pero lo que cuenta es el resultado final de la guerra y la victoria sería suya.

    Quedarse allí era muy peligroso porque alguien que la reconociera podía avisarle así que se marchó y buscó una cafetería en la que comenzar a rumiar su venganza.Cuando ya estaba en un lugar seguro, se pidió un café y trató de aclararse las ideas. La taza humeaba frente a ella extendiendo un delicioso aroma que la cautivaba lentamente y de alguna forma la relajaba. Sus dedos acariciaban la taza aunque ella no se daba cuenta. Por su cabeza seguían pasando las imágenes del parque, su hombre con otra, con aquella sucia jovencita con la que ya no podía competir. Estaba claro que ella había dejado atrás la juventud y su cutis no era el mismo. No es tarea sencilla el aparentar ser una jovencita toda la vida, no es fácil y tampoco es algo que ella quería hacer. Estaba muy satisfecha de su aspecto, de su esplendorosa madurez. Todo el mundo lo comentaba cuando la veía. Estaba perfecta, impecable para su edad. Además arrastraba un montón de años de experiencia. No se consideraba una mojigata y sabía como satisfacer a un hombre o al menos eso creía hasta que descubrió una mancha de carmín en la camisa de Pedro. Aquel día también lloró incapaz de asimilar la verdad y aterrorizada por su descubrimiento. Trató de buscar mil y una excusas que lo declararan inocente pero todas sus teorías eran desmontadas por aquella simple evidencia. No podía concebir que aquel hombre al que había dado todo lo mejor de sí la estuviera engañando. Se pasó el resto del día rastreando toda su ropa y sus cosas tratando de encontrar algo más. Después de una eternidad infructuosa lo guardó todo, preparó la cena y esperó que volviera con la mejor de sus sonrisas, achacando a la alergia la irritación en los ojos. ?l nunca sospechó nada. Aquel día se tomó un calmante para dormir y se fue a la cama sin decirle nada. Para cuando él se agostó ella estaba profundamente dormida.

    Durante unos días comprobó su ropa cuidadosamente y cansada de esperar decidió seguirlo y ver lo que hacía. ?l ya le había dicho en una ocasión que salía a caminar a la hora de comer y supuso que podía ser uno de los momentos más idóneos para encontrarse con alguien ya que no es del tipo de hombres que llega tarde a casa. Aquel había sido el primer día que fue a seguir los pasos de su marido durante la comida y ya tenía la respuesta que buscaba. Pensó que estaba preparada pero nadie lo está para este tipo de cosas. Cuando los vio abrazarse y besarse con ansia y rabia como si el mundo se fuera a acabar en cualquier instante pensó que se moriría allí mismo. El sujetaba a aquella tipa y la apretaba fuertemente contra sí, al igual que hacía con ella. Dentro de ella algo se estaba rompiendo en pedazos, todo su amor se evaporaba por momentos y se esfumaba igual que el humo que salía de la taza de café. Sólo quedaba la ira y las ganas de venganza. Son sentimientos muy fuertes y que arrastran a uno sin que pueda hacer nada por evitarlo.

    Se tomó el café y salió de aquel bar. Ya estaba más tranquila. Ahora que tenía la certeza podía comenzar a planear la venganza. Esto no iba a quedar así. Averiguaría quien era la mujer aquella y ya se le ocurriría algo. Tendría que suponer muchas cosas y no podría confiar en nadie. Se fue de compras para relajarse y comenzar a maquinarlo todo. Estas cosas son muy pasionales y si quería triunfar tendría que pensar fríamente, adelantarse al enemigo y buscar todos sus puntos débiles.

    Caminando por la ciudad se cruzó con parejas que paseaban cogidos de la mano y sintió envidia y odio aunque después de sopesarlo un rato decidió que quizás muchas de esas parejas en realidad ya no existían pero uno de ellos no lo sabía, porque ella había ido de esa guisa no mucho tiempo atrás, feliz en su ignorancia y ahora estaba convencida que todo aquello había sido un engaño.

    Mientras, en la oficina, Ana paseaba su felicidad por todos lados. Las cosas estaban saliendo rodadas. Estaba enamorada y aunque aún no podía gritarlo a los cuatro vientos, se le tenía que notar en la cara. Estaba tan feliz …

    Continuará

  • Hélice

    25 de mayo de 2006
    Hélice

    Hélice, originally uploaded by sulaco_rm.

    Creo que aquí acabamos con esta serie de observación del micromundo. Un montón de amarillo y una hélice misteriosa que a mí me recuerda a una nave espacial en su solitario camino.

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