Distorsiones

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  • Chichones al sol

    31 de marzo de 2006

    Dos días bajo el padre SOL grancanario y estoy como nuevo, si exceptuamos las quemaduras de primer grado por todo el cuerpo y eso que llevo como tres semanas tomándome las píldoras de betacaroteno, pero no me quejo para nada, ¡eh! (a los que no les salgan las cuentas que piensen que esto lo escribí el martes)

    Estaba esta tarde en la playa y aún no había decidido sobre lo que escribir. Me debatía entre una oda poética al mar y al sol muy bleugiana y tal y tal de esas que despiertan la insensibilidad de mis {in}cultos errores o algo más pachanguero. Pensaba en imitar el estilo gibsoniano de mi amigo y hacer una cosa del tipo:

    Abro los ojos en una playa de mercurio verde alumbrada por un diminuto sol blanco en sus últimos milenios de vida y a mi lado un androide carpetovenusiano lubrifica sus pezones metálicos con aceite de oliva virgen obtenido de aceitunas recogidas durante la luna llena por medusas sancóchicas. Una simulación de águila oculta el sol en su vuelo buscando hologramas que cazar mientras a lo lejos, las olas metálicas producen ecos que viajan eones ….

    Esto lo podría continuar y hacer una entrada fantástica con muchas palabras raras, muchos conceptos chorras y mucha basura de esa con la que Gibson ha contaminado la ciencia ficción y la ha prostituido hasta cubrirla de lodo. Seguramente fue el sol que me calentó la cabeza y me cortocircuitó las pocas neuronas que tengo y después de un rato recordé que esta bitácora se llama distorsiones y que esto es un pozo de zafiedad, mal gusto y la vulgaridad llevada hasta sus límites y por lo tanto no puedo y no quiero mascaros con esas cosas.

    Y ahora que hemos vuelto a las aguas en las que nos sentimos cómodos y en las que navegamos sin dificultad me veo esta tarde en la playa todo estiloso con mis gafas de sol de marca, mi iPod, mi libro de sudokus y mi crema bronceadora y me pongo en el medio de la playa de la Garita. Es muy importante el saber el lado de la playa en el que te pones. Existen cursos para educar a la gente al respecto. Una ubicación mala te puede meter en problemas. Por ejemplo, el extremo más alejado de las estatuas de los nadadores está reservado para la tercera edad y madres con chiquillos y siempre es bullicioso y pachanguero. Por allí corretean los niños pringando a todo dios de arena sin que a sus madres les importe. Si te mueves más hacia el otro extremo te encuentras con la secta del julandrismo, que ha tomado aquel lado de la playa y se metrosexualean por allí enseñando sus pechitos afeitados y sus paquetes rellenos con bolsas de plástico del carelfur. Esta gente son un peligro de que te cagas y también es mejor poner algo de distancia. Yo me pongo en la zona central de la playa, el área reservada a las divas, las que van solas para lucirse y que los demás admiren sus cuerpos. Entre las divas y las reinonas se ponen los que juegan al fúrbol, ese deporte que consiste en arrear pelotazos a la gente que toma el sol, gritar como energúmenos y cogerse los huevos cada vez que pasa una tía junto a ellos. Y por último, entre las divas y las familias se ponen los chichones, lo mejor de esta tierra, la generación perdida, los desechos de un sistema educativo que se ha colapsado hace tiempo. Así que estoy rodeado de la crema de la playa, las hembras perfectas que permiten que se las mire pero no se las toque echándome mi siesta de después de comer. A mí la playa me da mucho sueño, me paso las horas durmiendo y escuchando audiolibros. Me encanta ir solo porque cuando estás con gente tienes que hablar y se pierde el tiempo que se debería dedicar a ponerse moreno. Si no recuerdo mal el año pasado fui siempre solo a la playa, tanto en España como en Holanda, que cuando voy con el turco se agarrota a la segunda chocha que pasa en tetas frente a nosotros y se echa a correr detrás de ellas como un perro con celo.

    Retornando al tema, la tarde estaba floja y estoy solo con una diva a unos diez metros. En esto que aparece un friki en la arena con el equipamiento básico. Lleva un chandal de esos de rebajas de hipermercado, unas playeras planas (zapatillas deportivas para el resto del mundo) y unas gafas de culo de botella. No sé por qué yo enseguida lo asocié con cierto amigo mío que tiene bitácora y al que jamás he visto en una playa. El capullo aquel no pegaba ni con cola allí. Se vino directo a la zona VIP, se detiene a unos cinco metros de la diva y se pone a mirarla descaradamente. Se queda allí como cinco minutos y trata de entablar una conversación con ella, que lo ignora descaradamente. Se marcha hacia el otro lado de la playa y al rato vuelve y se pone a mirar a la tía desde detrás de un cubo de basura mientras se toca el paquete. Pa’ mí que aquel tío era la primera vez que veía una tía en tres dimensiones y jamás pensó que la tercera dimensión pudiera aportar tanto contenido al material. Era lo máximo. La diva le dijo que se marchara y ya estaba yo por intervenir cuando dos chichones que lo han visto todo se vienen hacia nosotros. Se acercan al tipo y le preguntan si tiene algún problema con su hermana. El friki empieza a tartamudear y a decir que no está haciendo nada mientras la diva les dice que es mentira y que no la deja en paz. Uno de los chichones le pone la enorme barriga metrosexualizada sobre la erección y le dice que se vaya ahora mismo de la playa o de un bofetón le quita todos los dientes de la boca. Me encantó la matización porque debemos tener dientes por todos lados y es conveniente ser preciso. El chichón le dijo algo más que no pude entender ya que solo hablo español estándar y estas nuevas variantes que han salido al abrigo del guarretón como que no las capto. El friki mientras tanto trataba de seguir visualizando a la diva y ahí fue cuando entre los dos chichones lo empezaron a empujar para largarlo de la playa mientras le gritaban unas cuantas amenazas. Una de las mejores frases fue cuando uno de los chichones le dijo que si quería mirar a las pibas que lo hiciera sin tanto descaro que allí estábamos todos mirando pero con discreción. Eso es filosofía clásica, una lección magistral y lo demás es bobería. La pobre aquella nos miraba con cara de tonta sin darse cuenta que acababan de ponerla a la altura de unas bragas en un escaparate. Vinieron más chichones y cuando el friki vio que lo linchaban salió por patas de vuelta al cuarto oscuro en el que seguro que se la casca mirando páginas porno.

    Después de marcharse el bicho raro la diva me comentó lo mal que estaba el mundo y se volvió a untar sus tremendos melones con crema bronceadora para seguir con su sesión de ultravioletas mientras los chichones, en la lejanía, se ponían morados mirándola con descaro.

    Technorati Tags: desvaríos

  • Vista desde la torre de la catedral

    31 de marzo de 2006
    Vista desde la torre de la catedral

    Vista desde la torre de la catedral, originally uploaded by sulaco_rm.

    Creo que ya conté en su momento que subir al campanario de la catedral te deja quemadísimo con tanto escalón y tanta vuelta. En cualquier caso merece la pena por la vista que se tiene desde allá arriba. Aquí se puede ver la trasera de la catedral y no me hagáis caso pero juraría que en esa plaza tiene lugar alguno de los eventos de las Fallas o al menos así me pareció cuando vi los reportajes en las noticias.

    Puedes ver más fotos en el Album de fotos de Valencia.

  • El lento camino a casa

    30 de marzo de 2006

    A pesar de lo mucho que viajo y de intentar que estos accidentes temporales sucedan de la forma más mecánica posible, siempre hay problemas o situaciones no planificadas que incrementan mis niveles de adrenalina hasta niveles alarmantes. Desde el sábado comencé a prepararme para viajar a Gran Canaria. En cada paseo por la casa pillaba cosas y las iba dejando en el punto de ensamblaje de la maleta. Sé que siempre me dejo cosas atrás y sé que debería hacer una lista pero me niego a convertirme en uno de esos frikis que dependen de una lista para estar tranquilos. Esta vez tenía claro que no quería olvidar el cargador del móvil y fue lo primero que agarré junto con las medicinas de la alergia y las pastillas para el bronceado. El sábado por la noche ya tenía dos zonas claramente definidas en las que se apilaban las pocas cosas que llevo conmigo. El otro lugar era la nevera. Ahí puse la comida que llevo. Nadie me creerá pero en los últimos cinco años y medio he movido kilos y kilos de costillas a la barbacoa (spare-ribs). Eso, los frutos secos y el chocolate Leonidas, empresa que podría tener un detalle conmigo porque a estas alturas me lo he ganado. Por la noche me dediqué a terminar de preparar el contenido para la bitácora, este ente que funciona como una extensión semi-independiente de mí mismo y que continúa su sincopado camino con o sin mí

    Me acosté pensando que todo estaba bajo control y al levantarme a las nueve de la mañana para desayunar y hacer la maleta miro mi correo y se me para el corazón. Eran las diez de la mañana. Mierda, se me olvidó el puto cambio de hora. Al carajo con todo, en hora y media tenía que salir de mi casa. Salí escopeteado a desayunar y recorrer la planta baja buscando cosas que me podía estar olvidando. Aproveché para poner el sistema de calefacción en modo vacaciones para las próximas dos semanas y subí a ducharme y afeitarme. Abrí también las ventanas para que se oree la casa un poco y me metí en la ducha. Después de un minuto asumí que no había agua caliente. Tuve que salir aterido de frío, correr escaleras abajo y anular el modo vacaciones del sistema de calefacción, todo eso en pelotas y con las persianas de la calle abierta. A esas alturas ya me daba igual todo. Carreras de vuelta a la ducha y me pude duchar y afeitar con agüita caliente. Aquellos que siguen con los sistemas prehistóricos de afeitado desconocen que hoy en día uno se afeita bajo la ducha, un auténtico placer. Después de las abluciones matutinas, carrera a la zona de empaquetado y comenzó el ritual. Elegir camisetas, gallumbos, calcetines, bañador y demás para poner en la maleta. Arrasé con los artículos de higiene personal en el baño y con todos los cargadores. El día anterior ya había recargado todo lo que lleva pilas recargables por si las moscas. Cierro la maleta, respiro hondo, me doy otro paseo por la casa y descubro horrorizado que no he cogido la comida de la nevera. Deshago la maleta y arreglo el problema. De nuevo una pausa para tomar aire y aclarar las funciones neuronales básicas. Quedan veinte minutos para coger la guagua y parece que todo está bajo control. Voy a casa de mis vecinos a avisarlos y de paso darles el dinero del limpia-ventanas y no están. Otro problema. Empiezo a buscar un sobre y papel para dejarles una nota y con tanta obra y apaño en mi casa no doy con el material. Desisto cuando faltan cinco minutos para tener que salir. Me acuerdo entonces que había anulado el modo de vacaciones de la calefacción y tengo que volver a programarla. Corro a los dispositivos de encendido automático de luces y los ajusto al puto horario de verano. Faltan dos minutos o así. Apago toda la electrónica de la casa, saco la basura y corro hacia la parada de guagua. Sólo tengo que esperar un minuto hasta que esta llega. El resto del traslado hasta el aeropuerto transcurre sin nada que reseñar. Ya en Schiphol recojo y pago mi billete. Después de tantos años y tantas veces sigue fascinándome como con una simple llamada puedo reservar un billete y pagarlo en el momento en que lo recojo un par de horas antes de volar. En esta ocasión vuelo en la ida con transavia, una compañía a la que lo único que reprocho es que no te den comida ni bebida en el avión, aunque por otra parte con un billete de ciento setenta euros incluídas las tasas no se puede pedir más. En la vuelta me transportará martinair y entonces me encochinaré con comida y bebidas gratis. Para facturar he de aligerar previamente mi mochila y todo acaba en la chaqueta de invierno, que de repente pesa como veinte kilos. Una vez he pasado el trámite volveré a ponerlo todo en la mochila. Justo enfrente de los mostradores de facturación de transavia se encuentran los de la compañía de bandera española, Mierderia, empresa con la que llevo unos añitos sin viajar y con la que espero no tener que hacerlo nunca jamás. Una de las tipas trabajando allí era clavadita a Aida pero con el pelo malteñido de rubio. Española 150%. Una cara de penca que no podía con ella. Una mala hostia de cuidado a la hora de tratar con la gente que venía a facturar, lo típico entre el personal de esa empresa. Yo siendo atendido por unas diosas nórdicas en la curva ascendente de la vida y los que eligen esa otra infame compañía reciben el tratamiento de ganado que se merecen por ser tan gilipollas como para no ejercitar su derecho como consumidores y elegir la competencia.

    Tras facturar pasé el control de seguridad, algo que da igual el aeropuerto en el que lo hagas, siempre toma un montón de tiempo porque la gente se olvida la mitad de las cosas metálicas encima y siempre hay parones y retrasos. Mientras todo esto sucedía había contactado con mi muy mejor amigo holandés y lo había movilizado para que localizara en la guía telefónica el teléfono de mis vecinos, los llamara y les avisara. Sólo me tomó unas diez llamadas de teléfono y cinco o seis SMSs, así que no estuvo nada mal. Ya con todo arreglado y la suerte echada, me senté en un rincón de la cafetería a comerme mi hamburguesa y de paso escribir un rato, que los aeropuertos siempre han despertado mis afilados dedos y corren que se las pelan por el teclado lanzando proclamas y reescribiendo la historia del microuniverso.

    El vuelo salió en hora y como siempre fue excelente. De haber un pero es contra el viento que se empeñó en extender la duración del viaje en casi una hora adicional. Maté el tiempo haciendo Sudokus, escuchando música y audiolibros y viendo una película.

    … más tarde ….
    Para que luego digan que no tengo un angelote del copón cuidando de mí. Antes de contar esto quiero sentenciar de una vez por todas algo. Además del turco y del chino en Holanda tengo tres buenos amigos holandeses a los que me suelo referir de una forma genérica y que aparecen por aquí habitualmente. A partir de ahora a mi muy-mejor amigo holandés lo denominaré el rubio, a mi amigo holandés de la oficina con el que suelo caminar y hacer fotos lo llamaré el moreno y al otro holandés que se va a convertir en mi jefe y con el que suelo quedar para ir al cine y de copas lo denominaré el Boss. Así no nos liamos y se sabe de quién va la cosa. Terminaré por crear una coña en la barra lateral con los personajes algún año de estos pero por ahora nos apañamos que somos pocos los que comentamos y nos conocemos todos. A los que han llegado recientemente les aconsejo que tiren de archivo que hay tres años de sucedidos en esta pequeña y anodina bitácora.

    Bueno, volviendo al sucedido. Mi amigo el Moreno ha venido esta semana a Gran Canaria con su esposa e hija y otros colegas. Después la gente me critica pero yo estoy trayendo turistas holandeses y alemanes a mansalva a mi tierra. La cosa está en que inicialmente íbamos a venir todos en el mismo avión pero la última semana les cambiaron el vuelo y los pusieron con Martinair. Yo como todo el mundo sabe me compro el billete tres días antes y conseguí el vuelo en el que ellos iban originalmente. Mi avión salió sin problemas pero el de ellos, por culpa de una avería técnica los dejó tirados y llegaron a Gran Canaria el día siguiente. ¡Es que tengo una suerte increíble!

  • Museo de las Ciencias Príncipe Felipe

    30 de marzo de 2006
    Museo de las Ciencias Príncipe Felipe

    Museo de las Ciencias Príncipe Felipe, originally uploaded by sulaco_rm.

    Y acabamos con este festival de nueva arquitectura con el lateral de otro de los edificios. A pesar de ser horroroso, se presta a bonitas tomas por sus laterales o al menos así me lo parece a mí, con esas líneas que se pierden en el celeste horizonte y el agua a un lado.

    Puedes ver más fotos en el Album de fotos de Valencia.

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