Me encuentro en una nave espacial con paredes metálicas que brillan con los efectos de las luces. Avanzamos por el vacío espacial mecidos por la música de la reina, de la única, de la incomparable Madonna. Escucho sus confesiones en una pista de baile mientras entramos y salimos de galaxias recónditas en las que jamás hubo vida antes de llegar nosotros y en las que no la habrá cuando partamos en busca de nuevos universos. La música nos alimenta y nos mueve por mil y un estados distintos, nos hace llorar y reír, gozar y disfrutar de lo que se nos ha dado, nos mantiene unidos y nos hace diferentes. Somos un todo con ella y al mismo tiempo somos distintos. Nos miramos a los ojos y nos comprendemos y sabemos que suceda lo que suceda estaremos unidos por siempre.
No me puedo resistir a girar como un trompo mientras mis brazos hacen molinos en el aire y mi cuerpo vibra con frecuencias placenteras. La música me lleva y me trae un millón de veces a un trillón de universos paralelos en los que paladeo hechizos maravillosos que me permiten entenderlo todo y nada al mismo tiempo.
Al comienzo de este viaje estoy colgado (hung up), colgado de su voz, de su ritmo, de su vitalidad y de alguna manera nos unimos (get together) y formamos un solo ser que lo puede todo y la dicha es tan completa que nos tenemos que disculpar (sorry) con la humanidad porque estamos allí donde nadie ha podido llegar y la envidia la corroe, la envidia porque sabe que nosotros somos amantes futuros (future lovers), venimos de algún espacio más allá del tiempo y nos hemos detenido un instante en estas tierras, miramos a nuestro alrededor y una lágrima cae en el río de la vida porque de alguna forma y manera aprendemos a amar Nueva York (i love new york) y ese sentimiento es tan fuerte que lo dejaremos ser (let it will be) y nos abrumará hasta límites insospechados. Nos acosan y tratan de prohibir nuestro amor (forbidden love) pero no hay nada que nos detenga y saltamos (jump) a otros mundos en los que nos reciben con los brazos abiertos porque no importa cuán alto (how high) vayas, siempre encontrarás aquello que buscabas, al igual que Isaac (isaac) fue capaz de realizar sus sueños, de presionar (push) los resortes del destino y modelarlos a su antojo, te guste o no (like it or not).
Es un viaje extraño como toda su música. Te gustará o lo odiarás. Los de siempre la acusarán de los mismos pecados que ya le imputaban hace tres décadas. Crecí con ella y no concibo el mundo sin su música, sin su encanto, su provocación, soberbia y simpatía. Todos mis recuerdos llevan asociados alguna canción de ella y me temo que seguirá siendo así por mucho tiempo ya que siempre consigue sorprenderme, siempre me atrapa en su red y me lleva donde quiere.
Los hechizos que ha creado Madonna en esta ocasión han sido:
- Hung up. Colgado, enganchado a una muestra de una vieja canción de Abba que se retuerce y se enrosca en un nuevo ritmo forzándote a bailar. Esto es música disco y así nos lo ha contado la reina.
- Get Together. Sigo bailando con uno de esos himnos que sólo ella sabe hacer, una de esas canciones en las que su voz cabalga sobre las notas rompiendo esquemas.
- Sorry. Lo siento. Nos pide perdón en mil y un idiomas y comienza a bailar desenfrenadamente. Este es un clásico que recordaremos siempre, una de esas canciones que tararearemos por mucho tiempo.
- Future Lovers. Amantes futuros, La música se desmadra y nos embelesa rotundamente. La voz de Madonna susurra sus consignas y nadie nos puede impedir que le respondamos.
- I love New York. Amo Nueva York. Otro himno para una ciudad única. Un himno de baile, de alegría y de celebración, una fuerza positiva para la capital del mundo.
- Let it will be. Déjalo suceder. Déjate llevar, tienes que creer si quieres llegar allí a donde tenemos que ir. ¿Aún no te has dejado seducir?
- Forbidden Love. Amor prohibido. Seguimos bailando pero de una forma más suave, al ritmo de una música que nos invita a susurrar verdades, a seducir almas gemelas.
- Jump. Salta. Ya has oído la orden, así que deja de hacer boberías y comienza a saltar y no pares hasta que te lo ordenen. Otra de esas canciones que se recordarán por mucho tiempo.
- How High. Cuán alto. La música comienza a transformarse, a volverse más profunda, más sutil. Notas que ya estás preparado para dar el salto, para pasar al siguiente nivel.
- Isaac. Isaac. Un hombre canta sus oraciones y el cielo lo escucha. La música disco lo rodea poco a poco, adueñándose de todo, forzándonos a creer, arropados con la voz de Madonna.
- Push. Empuja. Llegamos a mi momento favorito. Todas mis células se sincronizan para gozar con estas frecuencias, para absorber la energía positiva que emite. Esta es mi oración, es la forma en la que quiero hablar con mi Dios y la manera en la que quiero escuchar lo que ?l tiene que decirme.
- Like it or not. Té guste o no. Así es como soy, así es como quiero ser y si no te gusta, pues anda y que te den. Cerramos esta hora mágica y completamos el círculo con una declaración de principios.
Las luces se apagan y caemos rendidos en el suelo. Hemos bailado sin parar siguiendo las consignas de nuestra reina. Otro disco más para la colección y ahora sólo nos queda a esperar que vuelva a montar una gira mundial para verla de nuevo, una y mil veces más si hace falta.
I love Madonna