Aún recuerdo la excitación al jugar por primera vez a este juego. Fue hace la tira de años. Creo que nos volvimos todos locos. Dejamos de hablarnos, salvo que el tema fuera relativo al juego. Pasabas horas en casa frente a tu ordenador, concentrado en la pantalla y con las manos en el teclado y el ratón, dispuesto a disparar contra cualquier cosa que resultara sospechosa. Por descontado tenías auriculares para que la inmersión en el juego fuera completa. En aquellos tiempos no había Home Cinemas, ni pantallas planas, ni portátiles de poco más de un kilo de peso. Lo que se estilaba eran pesadas torres con ruidosos ventiladores. Comprábamos torres en lugar de semi-torres o equipos de escritorio porque éramos frikis y en nuestras absurdas mentes nos veíamos llenando aquellos cacharros con más y más cosas. Teníamos tarjetas de sonido SoundBlaster, que era lo correcto y si querías que la gente te admirara, le ponías al equipo una Gravis, que era lo más. Estoy hablando de 1994, hace unos once años. El juego que cambió nuestras vidas fue DOOM.
Para aquellos que jamás hayan estado expuestos a esa maravilla, es una aventura en primera persona en la que hay que matar todo lo que se mueve para sobrevivir. Es un juego en tres dimensiones y al que se puede jugar en red. En esos tiempos pasados jugar en red era meter en el coche ese pedazo de torre, ese pedazo de monitor, teclado y ratón e ir a casa de algún amigo a pasar horas enviciado conectando los equipos por el puerto serie.
Y en el año 2005 llegamos a la película. Cuando alguien decide hacer una película sobre este juego está más que meridianamente claro que no pretende regodearse en puestas de sol ni en diálogos exquisitos en los que los actores dan lo mejor de sí. Esto es cine de palomitas, cine de gritos, insultos, palabrotas y comentarios barriobajeros con tus acompañantes. No hay que calentarse mucho el cerebro para sacar el guión y de lo único que hay que asegurarse es de poner muchas escenas de violencia extrema y armas espectaculares. También hay que regodearse en las muertes y proporcionar todo el detalle posible. Eso es Doom, la película. Eso y algo más. Un grupo de marines ha de ir a una base en el planeta Marte a investigar un problema y se encuentran con que el infierno se ha desatado. A partir de ahí mata todo lo que puedas y como puedas hacerlo. Nada más y nada menos.
La película está entretenida si sabes a lo que vas. Las escenas de acción se dosifican a lo largo de toda la historia, hay momentos lúdicos, bromas chorras, tías rubias con tetas grandes y todas esas cosas que esperamos de este tipo de cine. Los diálogos son de una profundidad dantesca, habiendo en ocasiones frases de más de cinco palabras.
No se puede decir mucho más salvo que está absolutamente recomendada para todos los jugadores adictos y los fans del juego.