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  • Tronco de ciprés

    14 de septiembre de 2005
    Tronco de ciprés

    Tronco de ciprés, originally uploaded by sulaco_rm.

    Ahora se comienza a hablar del daño al ecosistema en la zona de Nueva Orleáns y alrededores. Una refinería perdió miles de barriles de petróleo y otras empresas químicas también contaminaron. La zona de Luisiana tiene unas leyes medioambientales muy lasas, muy ligeras para favorecer que esas empresas que normalmente eligen la India y otros países del tercer mundo por sus graves índices de contaminación, se instalen allí. Hasta ahora los políticos y cuatro espabilados han cogido el dinero y llenado sus bolsillos. Desde hace quince días el daño está hecho y posiblemente sea irreparable.

    El swamp (zona pantanosa) de esa parte de los Estados Unidos está condenado, al igual que los pobres y aquellos que se ven obligados a vivir en los condados que no interesan a ciertos políticos.

    Disfrutad de la foto del ciprés porque este paisaje será historia en muy poco tiempo.

  • Cinderella Man

    13 de septiembre de 2005

    Cuando sales del cine temblando y aún con tu cabeza en otro mundo es que o el aire acondicionado estaba muy fuerte o has visto un clásico. En mi caso fue lo segundo. Ayer al volver andando a casa pensaba en todas las cosas que me habían sucedido durante las más de dos horas que dura la película que vi. Se trataba de Cinderella Man, traducida al español como Cinderella Man, posiblemente porque el pollaboba de turno que le puso el título desconoce que Cinderella es Cenicienta en español, así que se lo podían haber currado y llamar la película como El hombre cenicienta por ejemplo.

    Dejando de lado el desaguisado de la traducción del título, que honestamente me la suda puesto que he visto la película en versión original, estamos ante una joya, una de las pocas historias de este 2005 que trascenderán el tiempo y posiblemente uno de los caballos que competirá en los próximos Oscars. La historia es la de un hombre que después de haberse quedado a las puertas del título mundial de ligeros y perderlo todo en la debacle bursátil de finales de los veinte, vuelve a boxear y a pesar de que nadie daba un duro por él, con determinación y rabia gana pelea tras pelea.

    Ya sé que pensaréis, uhm, otra película de boxeo, pero no es así. Para mí ha sido la historia de un hombre que hizo lo que pudo por mantener su familia unida en tiempos muy duros. A lo largo de la historia, hay momentos en los que te ríes, momentos en los que lo pasas muy mal, te enojas, sufres, disfrutas la victoria, caes en el pozo del fracaso, rezas para que esta gente pueda salir adelante y te ves envuelto en la vida de una familia que desconocías antes de entrar en el cine. Es algo mágico que no sucede todos los días. Se podía cortar el aire en la sala de la atención tan extrema que tenían las más de trescientas personas que estábamos en el cine. Es una montaña rusa de emociones en la que hay a veces estás arriba y lo puedes ver todo y hay veces en las que piensas que no se puede caer más bajo. Es un retrato bastante duro de lo que fue la Gran Depresión para las familias humildes, para esos que nunca salen en las fotos y cuya única aspiración es llegar a fin de mes. El hilo conductor es este hombre que se convirtió en un símbolo para todos los desposeídos de un país asolado. Aunque el boxeo es lo que llama la atención y lo que se recuerda, en realidad este es un retrato de esos tiempos y esas gentes.

    El director fue Ron Howard, un gran director de cine de quien recordaréis A Beautiful Mind, Apollo 13 o Backdraft. Posiblemente esté en el grupo de nominados este año por esta soberbia pieza. Su control es tremendo. La historia avanza a un ritmo constante y mantiene la atención durante todo su desarrollo, algo que no siempre sucede en estas películas tan largas, en las que siempre hay lagunas que se podían haber cortado. La forma en la que muestra la recesión americana es bastante curiosa. Siempre se ven los grupos de hombres agarrados a una verja tratando de ser elegidos para trabajar ese día y muy poco más. El resto de la depresión está simbolizado en la familia y en las carencias que tienen para vivir, en lo que les falta y en lo que ya no se pueden permitir, porque poco a poco van prescindiendo de cosas y se tienen que autoconvencer que ya no son necesarias.

    El hombre que interpreta el papel de Jim Braddock es Russell Crowe, un actor que no se prodiga mucho. No hay adjetivos para calificar su actuación, pero de tener que elegir uno, me quedo con magistral. Da igual que esté siendo machacado en el ring en un combate o que esté abrazando a sus hijos en casa tratando de aparentar que no pasa nada. Tiene un rango tan amplio que en cada instante es capaz de mostrar distintas emociones y transmitirlas limpiamente a los espectadores. A su lado se encuentra Renée Zellweger, otra actriz que escoge cuidadosamente sus papeles y que da lo mejor de sí misma. Ella representa a la madre coraje, la mujer que tiene que apoyar a su marido aunque interiormente odie el boxeo y que debe mantener la familia unida. Hay momentos en los que se te parte el alma al verla poner una sonrisa para transmitir tranquilidad a los escuálidos chiquillos. Seguramente tendrá nominación para ambos.

    Resumiendo. La temporada de otoño arranca a lo grande. Se acabaron las películas de palomitas y manoseos y llega el cine de verdad, el que se paladea tanto durante como después de que ha terminado, el que cuenta historias interesantes y asume que los espectadores no somos una banda de descerebrados y pelanduscas. Recomiendo la película a todo el que disfrute del buen cine y sepa apreciar una buena historia.
    gallifantegallifantegallifantegallifantegallifante

  • Casa de Anne Rice

    13 de septiembre de 2005
    Casa de Anne Rice

    Casa de Anne Rice, originally uploaded by sulaco_rm.

    Una de mis escritoras favoritas es Anne Rice. Muchas de sus novelas transcurren en Nueva Orleáns y uno de mis objetivos en nuestra estancia en aquel lugar era visitar su casa y los escenarios en los que transcurrieron las aventuras del vampiro Lestat y amigos. Cuando llegué a casa de Anne Rice me la encontré con el cartel de Se Vende. Su casa está en el Lower Garden District, muy cerca del Bed & Breakfast en el que nos hospedábamos.

    Más tarde el guía turístico que nos acompañó en una visita por la zona nos dijo que se estaba deshaciendo de algunas de sus propiedades en la ciudad y mudándose a Florida porque no podía soportar el seguir viviendo en la ciudad en la que había muerto su esposo. Fue una pena porque antes de que este hombre falleciera, era posible visitar su casa al menos una vez por semana y en ocasiones ella aparecía para saludar a los visitantes.

  • Equilibrio cósmico

    12 de septiembre de 2005

    Los pollardones y los que viven del cuento suelen decir que hay una balanza cósmica que lo regula todos. Esa misma miasma dice lo que quieras si les invitas a comer a un buen restaurante, que ser asesor de lo etéreo no es más que ser un muerto de hambre con recursos lingüísticos. Hoy les voy a dar la prueba definitiva que necesitan para justificar sus teorías.

    Quedo el sábado con el turco en Ámsterdam como suele ser habitual. Otros quedan en Ciudad Real, en Teruel, en San Nicolás o en Tegueste. Yo quedo en Ámsterdam, que se ve como de más estilo, más propio de alguien tan extra-ordinario y vulgar como yo. Hacía como tres semanas que no nos veíamos. Entre mis vacaciones en España, la visita de su novia fantasma y mi incursión de la semana pasada en territorios salvajes para ver ciervos no había habido ocasión. Como sucede siempre que llevamos mucho tiempo sin vernos, ambos tenemos un millón de cosas que contarnos y que luego no hacemos. Le hablé al turco de lo popular que es en mi bitácora pero él sigue sin creerme. Por más que le digo que la gente me pide conocerlo, él no reacciona. He intentado embaucarlo para llevarlo conmigo a Canarias en las siguientes vacaciones y así puedo hacer varias galas y sacarme un dinero con los chous pero no sé si vendrá. Le he dicho que hay tías que estarían incluso dispuestas a pulírselo, a menearle la turquiña hasta que produzca algún tipo de jugo, pero ni con esas. Dice que las mujeres españolas son como las portuguesas, todas con su maquinilla Mach 4D en casa. La verdad que no se lo pude discutir porque conozco a unas cuantas que tienen más pelo que el felpudo de mi casa.

    Fuimos al cine y de copas, término que incluye un subconjunto de actividades. Cuando ya estábamos listos para partir me dijo que se tenía que comprar una nueva bicicleta robada porque le habían robado la anterior bicicleta robada que había comprado. Es la tercera en lo que va de año y sólo en cadenas de seguridad lleva más dinero gastado que mi presupuesto de estos cinco años en bicis. En Ámsterdam quien quiere hacer este tipo de negocio tiene que ir a la zona de la Universidad, que es donde están los vendedores de artículos de segunda mano de dudosa procedencia. Nos fuimos paseando y una vez llegamos tuvimos que esperar un rato hasta que apareció el profesional que hace estos encargos, hombre que mi amigo conoce por transacciones anteriores. El hombre le dijo que teníamos que esperar porque habían al menos tres personas por delante de nosotros, así que nos sentamos en una terraza junto a un canal a tomar unas cervecillas y disfrutar del último sol del verano. Veíamos pasar las pequeñas motoras con chulos de mierda vestidos de blanco y que trataban de fardar. Muchos de esos chulos van acompañados de unas tías de escándalo, unas chochas de morirse. Está clara la relación entre acción y reacción. La chocha se despatarra y paga con su coño por el uso y disfrute de un vehículo con el que navegar y dejarse ver, aunque sea con un tipo con menos gusto en el vestir que el padre de Julio Catedrales. Algunas de las tías levantaban aplausos de la hinchada que llenábamos los laterales del canal, unas tías con un escote delantero hasta el canalillo trasero, no se puede decir que medio desnudas porque en realidad iban casi desnudas. Las papayas aquellas nos sonreían con sus dentaduras de diseño, aclaradas con Blanco Nuclear y en ocasiones saludaban. Ninguna hablaba con el tipo que las paseaba ya que estas cosas se hacen rigurosamente por negocio, que hay que mantener una buena distancia entre la vida social y el sexo industrial. Ya le he dicho al turco que necesitamos uno de esos barcos, que el lo puede dejar frente a su casa y así el año que viene hacemos los paseillos. Las podemos recoger en el hotel Amstel que da mucho glamour y deberíamos exigir que vengan con boa y gafas de sol de pasta para que luzcan más y queden mejor en las fotos, porque posaríamos para todo el mundo.

    Vimos llegar al profesional de la substracción de velocípedos y completar una transacción. Después se fue andando y volvió con dos más que repartió y se marchó andando de nuevo a la búsqueda de la que debía ser para mi amigo. Cuando volvió traía una bicicleta plegable como la que el colega me vendió y a él no le gustó demasiado, así que el hombre dijo que traería otra. Seguimos bebiendo y disfrutando del paisaje y del paisanaje. Tras lo que me pareció una eternidad el hombre llegó con una Oma fiets, una bici de esas enormes y de puro hierro que suelen usar las viejas holandesas. Mi amigo se levantó para ir a pagarle con el dinero que yo le había prestado y en ese momento su teléfono móvil decidió recuperar la libertad de la que había estado privado tanto tiempo. Saltó del bolsillo, rebotó en el suelo y se marchó de cabeza al canal. Sonó un Chof y se sumergió para siempre. Tuve que agarrar al turco que casi se tira a esas aguas empozoñadas para sacarlo. Perdió su agenda con todos los teléfonos, todo un drama. A mí me dolió más el medio giga que tenía la tarjeta de memoria de su telefonino, que aunque no lo usaba para escuchar emepetrés venía con ella. Nos fuimos al encuentro del ratero y el turco trató de explicarle el drama existencial de su vida, aunque el hombre no le hizo mucho caso y le explicó que él había estado en el hospital esa misma mañana y que no sabía cuanto más podría vivir. Con esas artimañas consiguió que el turco le pagara veinticinco euros por la bici, lo cual se puede considerar todo un robo. La vez anterior también le contó la misma historia y también le sacó un montón de pasta. El resto de la gente paga cinco o diez eurolos pero mi amigo dice que hay que valorar el trabajo que hace ese pobre tipo y que no vamos a racanear por algo tan útil como una bici.

    Yo me quedé callado, miré hacia el agua y le dije que mi Dios ya había decidido el valor de la bicicleta y que le había reclamado el teléfono como pago para que comprenda que lo que está haciendo no está bien, ya que él valoraba muy mucho sus contactos y su agenda. El pareció sopesar la idea durante unos segundos, los que tardó en pasar una tía en bici con minifalda y enseñándonos el coño, momento en el que salimos los dos corriendo tras ella.

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