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  • Hot chicks

    17 de agosto de 2005
    Hot chicks

    Como ya he dicho, esto del Amsterdam Gay Parade es más que nada una forma de promoción de compañías holandesas que saben que tienen una audiencia de millón y medio de personas en una sola tarde. Así que no es raro el encontrarse fauna de lo más variada.

    Las de la foto iban en una barca de mujeres y despertaban gran interés, debido posiblemente a ese sueño de todo hombre de curar a un grupo de bolleras y recuperarlas para el sexo admitido y patrocinado por la Santa Madre Iglesia. Yo dudo mucho que las que iban de pié sean tortilleras reales, más bien creo que eran chicas Go-Gó, pero lo que si es cierto es que las dos que van tiradas en el cojín se arrearon un morreo de esos con sobamiento de lengua e intercambio de fluidos de los que se recuerdan en muchas noches calenturientas. Por culpa del arbolito y sus ramas no pude hacer una foto y plasmar para la posteridad semejante momento.

    Hay más información sobre Amsterdam en la anotación Guía para el turismo en Amsterdam y Holanda y también puedes ver el Álbum de fotos de Amsterdam

    Technorati Tags: Amsterdam, viajes

  • El monzón en Hilversum

    16 de agosto de 2005

    El viernes vivimos un suceso extraordinario en Hilversum. A la hora de comer me fui a pasear como siempre. En lugar de la habitual caminata decidimos ir al centro de la ciudad ya que era el último día de un compañero portugués y pensamos que estaría bien tomarnos unas birrillas en el villorrio. Fuimos con las bicis. Yo en la Macarena, esa hembra todoterreno que se ha vuelto mi compañera inseparable y que ahora que voy a tener que viajar en tren todos los días me volverá bici-dependiente y los otros dos iban en la bicicleta del colega holandés, con el portugués sentado en la parte de atrás a lo machote. En esto de las bicicletas hay muchas teorías. Cuando uno es hombre y lo llevan, se sienta en la parte de atrás poniendo un pie a cada lado y los huevos en medio, mientras que cuando una es hembra se sienta en plan amazona, con los dos pies cayendo del mismo lado.

    La etiqueta de los pasajeros de bicicleta obliga a que cuando se detienen por algún motivo, el transportado se baja y en el momento en el que vuelven a arrancar, espera a que el individuo que gasta su energía para producir el movimiento arranque y cuando tiene un poco de velocidad el pasajero salta detrás y vuelve a reposicionarse. Si uno lo hace en el estilo de las amazonas es mucho más fácil, pero cuando vais corriendo detrás de una bici y tenéis que saltar sobre ella en movimiento y las joyas de la familia aterrizan entre hierros os puedo asegurar que no es una experiencia agradable. La otra bicicleta, con el peso combinado de aquellos dos iba con la llanta prácticamente tocando el suelo.

    Una vez en el centro, primero hicimos unas compras y cuando íbamos hacia el bar se hizo de noche. Literalmente la luz desapareció y un manto de obscuridad recubrió la ciudad. Inmediatamente las luces del alumbrado público se dispararon. Con la misma velocidad que calló la noche comenzó a llover. No era la típica lluvia holandesa, suave y persistente. Aquello era el diluvio universal. Las puertas del cielo se abrieron y caía el agua a mantas. Nos quedamos en las puertas del centro comercial mirando hacia fuera. Llovía y llovía sin parar, cada vez más. Veíamos a la gente correr por la calle para protegerse, las madres venir lanzadas hacia nosotros con sus cochitos, cargando sus vástagos. Con la seguridad que da la protección de nuestro refugio, situado a cuatro escalones de la calle, nos reíamos mirando como los pobres infelices a los que les había pillado la lluvia en bicicleta pasaban totalmente mojados.

    Aquello siguió durante eones, aunque en realidad lo podemos cuantificar en una hora. Tras media hora de lluvia las alcantarillas de la calle comenzaron a mostrar síntomas de fatiga, exhaustas por la cantidad de agua que se veían obligadas a tragar. Tras tres cuartos de hora la calle era un río de unos diez centímetros de profundidad, algo que no había visto nunca en este país. Me recordaba a esas inundaciones tan típicas de las Canarias, que siempre pasan los dos días que llueve al año. Recuerdo ver ratas ahogadas al final de la calle Luján Pérez en la Isleta o como se suspendían las clases en mi instituto por culpa de las inundaciones en la parte baja de la ciudad. También recuerdo que fue uno de esos días de lluvias infinitas, con el instituto cerrado, cuando nos fuimos a unos grandes almacenes y nos bailamos todos los cassettes del True Blue de Madonna. En aquella época yo era menor de edad e inconsciente. Ahora no lo haría, aunque también estoy convencido que esos mismos almacenes han terminado por recuperar su dinero a base de sablearme siempre que he tenido que comprar algo en ellos.

    Volviendo a nuestra ciudad y a la actualidad, tras una hora el río era de unos treinta centímetros. En un instante volvió la luz y la lluvia cesó totalmente. Igual que llegó se fue. Dejó una calle totalmente inundada. Decidimos comprarnos unos chubasqueros de plástico porque seguía cayendo una ligera llovizna, lo suficiente para empaparte y resultar molesta. Conseguimos unos ponchos de plástico de bolsa de basura amarillos. Nos los pusimos y salimos al encuentro de nuestras bicicletas. El portugués decidió volver en guagua. Nosotros salimos de allí, con las ruedas metidas en el agua. El panorama era desolador. Las calles adyacentes al centro de la ciudad estaban también inundadas. En nuestra ruta hacia la empresa teníamos que pasar por un túnel en el que el carril bici ocupa ambos laterales y se encuentra como un metro sobre el nivel al que discurre la carretera. El tunel estaba cerrado y el agua casi llegaba a la altura del carril bici. A la entrada del túnel aparecía un vehículo solitario, totalmente metido en casi un metro de agua, con su dueño llorando fuera y dándose golpes en la cabeza, intuyo que desesperado.

    En ese momento una guagua decidió que aquello era moco de pavo y el conductor se lanzó en picado hacia el túnel. El golpe con el agua fue monstruoso. Además de levantar una marejada, reventó el parachoques delantero al colisionar con la barrera acuática. La guagua consiguió salir por el otro extremo, bastante dañada y con el pasaje de la misma en pleno ataque de pánico. Nosotros esperamos a que las olas dejaran de salpicar nuestro carril y cruzamos. La foto que adorna esta entrada es desde ese otro lado. Lo siento por la calidad pero es lo que da de sí la mierda de cámara del móvil. Ese pequeño punto que se ve en el otro extremo es el vehículo que estaba detenido allí.

    Tras pasar el túnel vino lo peor. La calle por la que habitualmente vamos hasta el trabajo tenía más de treinta centímetros de agua. Al pedalear metía los pies completamente en el agua. Suerte que mis botas son de las buenas y están preparadas para estas coñas. Cruzamos una calle completamente anegada, con la gente tratando desesperadamente de bloquear el agua que entraba por sus puertas. Algunos nos gritaban algo, pero con la concentración que llevaba para no darme un baño no era capaz de traducir los mensajes. Tras un montón de esfuerzo y cruzar un paisaje dantesco llegamos a la oficina. El portugués tuvo que venir andando, también medio histérico. Lo que pasó en nuestra ciudad es lo que viven los habitantes de la India durante el monzón, pero no lo que se espera del Norte de Europa y menos aún en verano.

    Esta estación está siendo antológica. Tenemos una temperatura cinco grados inferior a la media histórica. Estoy usando la calefacción de la casa en Agosto, llueve todos los putos días durante horas y es raro el día que he conseguido ver el sol. El viernes pensé que una perturbación del espacio-tiempo nos había afectado y en lugar de en Hilversum estábamos en Bangalore, cruzando esas calles azotadas por la temporada de lluvias. El clima se ha vuelto loco y no creo que haya nadie haciendo algo por remediarlo.

    tunel inundado
  • Keep on dancing!

    16 de agosto de 2005
    Keep on dancing!

    Keep on dancing!, originally uploaded by sulaco_rm.

    Si ayer echábamos una mirada nostálgica a la mejor música de todos los tiempos, hoy nos vamos al baile. Nada que ver con lo de hoy en día, con esas salas llenas de gente pasada de pastillas tomando agua compulsivamente mientras un ritmo repetitivo y machacón y un volumen ensordecedor les revienta las pocas neuronas que aún tienen operativas y que gracias a una serie de desgraciadas reconversiones educativas han logrado hacer de estos jóvenes una masa de incultos descerebrados sin futuro.

    Antes el baile era poesía en movimiento, era creatividad, fantasía y una buena dosis de gusto hortera. En esta foto creo que queda plasmado perfectamente. La chocha agitando el hulahoop en el aire mientras mueve la cadera y calienta a las masas, las enormes bolas de árbol de navidad y la purpurina que cae del cielo, el chaval agitando la bandera mientras el otro se marca unos pasos de baile a lo John Travolta con su dedito al aire, dedo que parece esperar a recibir el anillo que gira, que no ese otro anillo que una banda de julandrones tardó tres años, once horas y mucho tedio para deshacerse de él.

    Aquellos eran los tiempos de clásicos como Flashdance, Grease o Fiebre del Sábado noche entre otras, eran los años de ir a la discoteca a lucirse como un palomo. Para mí fue la época de la discoteca Amnesia, del Pepe McDonald, el Coto, la Wilson, B-52 y otras cuyo nombre ya he olvidado. Varios de mis amigos vienen de esos años, de las charlas en el Pachichi tomando cerveza a precios asequibles para estudiantes para después entrar en la disco sólo a bailar. Nos sabíamos los pioneros de una nueva era. Los ordenadores comenzaban a entrar en las casas, Internet aún estaba por llegar, los multicines eran lo último en tecnología y todo parecía ir sobre ruedas hacia ese futuro en el que tendríamos robots que nos harían casi todo, hablaríamos a los ordenadores y gastaríamos nuestras vidas en sesudas tareas que sólo nuestros evolucionados cerebros serían capaces de ejecutar.

    Miro a la chica de la foto y con mucha nostalgia le digo: Keep on dancing!

    Hay más información sobre Amsterdam en la anotación Guía para el turismo en Amsterdam y Holanda y también puedes ver el Álbum de fotos de Amsterdam

    Technorati Tags: Amsterdam, viajes

  • The Island – La Isla

    15 de agosto de 2005

    Atención: Si no habéis visto The Island os sugiero que no sigáis leyendo porque os puedo descubrir algunos de los inexistentes grandes momentos y desvelar parte de la trama. Quedaros con esta versión resumida sobre mi opinión: A un hijoputa le dan un montón de dinero y hace una mierda de película que aburre hasta a las palomitas de maíz del cine y chimpún.

    Ahora que ya se puede hablar claramente, lo repetiré por si os queda alguna duda: La Isla es una mierda. Mira que fui al cine con pocas esperanzas de ver algo bueno, después de haber leído y escuchado crítica tras crítica poniéndola de vuelta y media. Tras una hora en la sala, uno sólo quiere marcharse y que acabe la pesadilla. Es tan mala que te hace vomitar tus propias tripas y pisotearlas mientras esperas que alguien avise al 112 y te saquen de allí y te lleven a un hospital en donde pedirás llorando que te corten las partes del cerebro afectadas por este panfleto publicitario infumable.

    La cosa empieza muy bien con un refrito de Gattaca, THX 1138, La fuga de Logan y Metrópolis entre otras. Se nota que el hijoputa del guionista se fue al videoclub y se sacó unas cuantas cintas, cogió ideas de aquí y de allí y las mezcló. Todos nos resulta vagamente familiar por supuesto, ya que hemos visto el mismo cine que ese tío. La mayor innovación en esta parte son los tonos blancos de todo y todos muy en plan Apple.

    Después de unos minutos comienza el tedio. No saben como desarrollar la trama y el director está negado para mover actores y exprimirlos. Tanto Ewan McGregor como Scarlett Johansson vagan por la pantalla sin saber muy bien lo que están haciendo o por qué lo hacen y eso se nota. Tienen diálogos absurdos que lo único que despiertan es la indignación de quien los escucha. Ponen muecas que ni se ajustan a las expresiones que tienen que mostrar. Es una payasada sin más.

    Después de un rato en este plan, con algo malo pero no pésimo, ese cabrón llamado Michael Bay del que aún recordamos con estremecimientos de terror aquel bodrio intragable que fue Pearl Harbor decidió que ya era hora de hacer lo que mejor se le da, que son las escenas de acción sin ton ni son. Así que tenemos más de hora y media de pallufadas hasta el infinito con frecuentes anuncios comerciales de productos que desde ya animo a boicotear. Lo poco que habían dado de sí los actores se va al traste. Ewan McGregor y Scarlett Johansson se la pasan corriendo, salvando la vida una y otra vez en situaciones extremas e imposibles que no cree nadie, en una ciudad del año 2019 en la que todos los coches, casas, ropas y similares son del 2004 salvo los cuatro que aparecen en primer plano. Los persigue por ese mega escenario catastrófico Djimon Hounsou en un papel de puta pena que termina de joder al final cuando le sale el ramalazo de Teresa de Calcuta y decide ponerse del lado de los buenos, demostrando tener un corazoncito que jodió totalmente su papel. El otro malo, su jefillo, era un nulo Sean Bean, con menos músculos en la cara que los que pueda tener una estatua. Su actuación es tan plana que hay veces en las que me parece ver los hilos del muñeco que están usando.

    Ewan McGregor y Scarlett Johansson sobreviven a caídas desde lo alto de rascacielos sin rasguños, sobreviven a choques brutales en los que el resto de la basca del coche muere, sobreviven a eso y mil cosas más todo sin despeinarse y casi sin ensuciarse, por no decir que se escaparon de una supuesta isla de super-mega alta seguridad casi sin hacer esfuerzo y saliendo de picnic y durmiendo en unas ruinas que encontraron cerca mientras eran buscados con helicópteros de super tecnología del 2000, aún operativos en el 2019 y pilotados por un equipo de mercenarios de élite más inútiles que el señor rompetechos. Y cuando llegan al final, cuando ya te importa todo una mierda y sólo quieres salir de allí e irte a bañar tu rabia con cerveza, entonces salvan a la humanidad, al universo y a todos los pokemon de la isla y ponen una parodia de la canción de los gemidos de Gladiator mientras una cámara gira como loca sobre todos los pokemon rescatados y todo el mundo se abraza y se chupan las pollas unos a otros entre arcadas y vómitos del público, que corre hacia las salidas para escapar de semejante disparate.

    Así que he de decir que coincido con ese ochenta por ciento de críticos de cine norteamericano que han declarado esta película perniciosa para la salud y mala de rematar. A todos aquellos que estáis en mi lista de enemigos, por favor id a verla y que os cunda. Los que sean capaces de bloquear su cerebro y dejarlo descansando en casa, que se arriesguen, aunque les sugiero pegarse un Nolotil antes de ir al cine para minimizar los daños colaterales. Para el resto, ahorraros el sufrimiento. Sobre la puntuación que le he dado, decir que un punto es por Scarlett Johansson que es una belleza y una delicia de mujer y el otro medio punto es por Ewan McGregor, al que a pesar de todo, aprecio. Y para acabar, me gustaría deletrear mi opinión sobre esta película para aquellos que sigan teniendo alguna duda: M-I-E-R-D-A.
    gallifantemedio gallifante

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