Una de las noches tomamos el ferry gratuito que se encuentra junto al hotel Hilton y cruzamos al otro lado del río Mississippi. La línea de rascacielos de la ciudad era espectacular, al igual que el color del cielo. En esta foto podéis ver el hotel Hilton y a su lado el centro de convenciones, ese lugar que se ha hecho tan famoso esos días.
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I heart Huckabees – Extrañas Coincidencias
Hay veces en las que una película peta por motivos desconocidos. Juntan famosetes, diseñan un buen póster, encuentran una frase con gancho y a pesar de todo, el resultado no es suficiente para colmar nuestras expectativas. En este grupo de pallufos por motivos desconocidos es en el que se ha ubicado casi sin ningún esfuerzo I heart Huckabees, frase traducida al castellano como Extrañas coincidencias. En este caso, la película me la suda tanto, tanto, tanto, que creo que hasta el título en español es apropiado, porque al menos dice algo sobre la misma.
El tema de la cinta es un misterio. Como me pasé la hora y media durmiéndome y despertándome, algo que no me sucedía desde hace años en un cine, no lo tengo muy claro, pero a grandes pinceladas creo que trataba de un gilipollas metrosexual de mierda con dinero suficiente para tirarlo en unos hijosdeputa investigadores privados para que investiguen alguna mierda que no queda muy clara y en como su vida da tanto asco que la gente se salía a los baños del cine a vomitar, o al menos los que como yo no estaban durmiendo como benditos. Fueron varios los que abandonaron la sala. Supuestamente era una comedia, aunque el humor no terminó de calar.
El director de este engendro parido por malnacidos es un tal David O. Russell al que ya he apuntado en mi lista negra. Espero que la próxima vez que se vaya de putas pille ladillas con herpes y que disfrute con el regalo. Lo más increíble es que consiguió un elenco de estrellones para arruinarnos la tarde. Entre los que se apuntaron están Dustin Hoffman, Lily Tomlin, Jude Law, Mark Wahlberg y Naomi Watts. Si no te suena alguno de los nombres, está claro que perteneces a ese elitista grupo de personas que no van nunca al cine ni ven películas en DVD. No merece la pena decir nada de ninguno de ellos, únicamente recordaros que entre todos consiguieron que pagara por dormir sentado en una sala con aire acondicionado.
Se puede decir muy poco más de esta mierda, aparte de recalcar su naturaleza fétida. Absolutamente recomendada para todos mis enemigos, aquellos que padezcan de insomnio y almas en el purgatorio. Si quieres tirar dinero y perder amistades, llévate a todos tus colegas. No lo olvidarán fácilmente.
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Fotografiando ciervos
Os dais cuenta que yo no llevo una vida normal. A veces me pregunto que se sentiría al ser como el resto de los mortales, al vivir una vida gris y tranquila sin grandes sobresaltos. En lo que va de año, he estado en las Canarias en Febrero, Junio y Agosto, he visitado Málaga en Marzo, he visitado Omán y Qatar, estuve en Praga, en Bélgica, me compré una casa, una cámara de fotos nueva, anduve por un evento que sucede cada cinco años, fui a un concierto de Elvis Costello, he ido al cine más de cincuenta veces, he recorrido más de mil kilómetros en bicicleta y hoy, mientras leéis esto, estaré volviendo de una expedición para hacer fotos de ciervos en un bosque holandés. Comenzará a las 6 de la mañana y puede que veamos manadas de entre 20 y 80 individuos. Las buscaremos en bicicleta y los fotografiaremos en su entorno natural. Acabaremos a las diez de la mañana. Para ir a ese sitio saldré de mi casa a las cuatro y media de la madrugada. Después, cuando vuelva, me volveré a acostar.
Cuando miro a lo que me queda por vivir este año, veo que me darán las llaves de mi casa, cambiaré la cocina y el baño, vendrán mis padres e iremos posiblemente a Luxemburgo y Bruselas o París, seguramente visitaré Valencia, vendrán de visita amigos alemanes y españoles, quizás vaya a los Estados Unidos, puede que por motivos de trabajo me de un salto a Sudáfrica, bajaré a las Canarias por Navidad, me compraré un portátil y haré un montón de actividades que ni siquiera puedo imaginar a estas alturas.
La verdad, si alguien me dice hace unos años que mi vida sería así no me lo habría creído.
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Los isleños en Luisiana
Hoy estaba releyendo lo que escribí en su momento sobre mi viaje a Luisiana y Mississippi del año pasado. Después de leerlo me puse a ver la tele, esa transmisión continua desde el lugar de la catástrofe, con las cámaras de los helicópteros sobrevolando zonas que conozco y me he quedado helado. Calles que recorrimos el año pasado, edificios en los que estuve, está todo arrasado. Hay un centro comercial junto al estadio en el que hay miles de personas atrapadas sin comida ni bebida. En ese mismo lugar, hace un año, me compraba ropa (calzoncillos y camisetas) hace cosa de un año. En el centro de convenciones estuvimos de tiendas y paseando. Paseé por el distrito de negocios, Lower Garden, French Quarter, Canal Street, Saint Charles Avenue y todas las zonas que ahora se ven anegadas. Todas esas calles, llenas de palmeras canarias, las cuales nos sorprendieron porque no esperábamos encontrarlas en aquel lugar.
Nueva Orleans es una de las ciudades norteamericanas con más historia. En un país fundado por puritanos y fundamentalistas cristianos, el sur se reveló como el remanso en el que las libertades, la alegría y el buen vivir se asentaron. Los franceses, los españoles y los esclavos traídos de África se fusionaron y crearon una sociedad y una cultura única. Desarrollaron su propia música, su propia cocina, su forma de vivir y de alguna forma sobrevivieron al ser asimilados por el gigante del norte con su cultura tan destructiva con todo lo que no era de su agrado. El crisol sobrevivió y se ha mantenido a lo largo de los años, con una gente que en muchas cosas se parece a la europea.
De lo que he visto de los Estados Unidos es la única zona que realmente me apetece volver a visitar. Un lugar mágico en el que historias de fantasmas se mezclan con cuentos de esclavos y grandes tragedias amorosas. Cuando recorríamos la zona, hacia Baton Rouge, Henderson, Plantation Country, Cajun Country, la costa del Golfo, Gulfport, Biloxi, Ship island, sabíamos que estábamos viviendo una aventura mágica. En los diez días que pasamos allí conocimos a gente maravillosa que se volcó con nosotros, que nos ayudaron a disfrutar de nuestras vacaciones, que se desvivieron porque conociéramos un poco su cultura. Tuvimos oportunidad de visitar el museo Canario en Saint Bernard Parish, con un señor encantador descendiente de los canarios que llegaron allí unos cientos de años antes y que nos contó lo duro que había sido el sobrevivir para esa gente, que nos abrió el museo para que pudiéramos ver las cosas, que avisó a otros para que nos explicaran todo eso. Era un hombre curtido por la vida, que a pesar de ser norteamericano, se sentía Canario y veneraba las cosas de nuestra tierra, cosas a las que nosotros no dábamos la mayor importancia. En su museo guardaban productos de las Canarias como si se tratara de reliquias. Recuerdo que le regalé un paquete de un kilo de caramelos Tirma que llevaba para mi tío y le pedí encarecidamente que se los comieran, aunque estoy convencido que dicho paquete acabó en el museo junto con las otras cosas, como recuerdos de una tierra que ellos ven como legendaria.
El hombre nos enseñó fotos de una visita que hicieron al archipiélago un par de años antes y se le iluminaban los ojos al narrar la historia. Pudimos ver los libros en los que estaban apuntadas las familias que llegaron un par de siglos antes desde Canarias, enviados por la corona española para colonizar una tierra inhóspita. A pesar de lo duro de las condiciones, lograron establecerse allí y fueron capaces de aprender de los indios y sobrevivir junto a ellos. Vinieron de una tierra secularmente asolada por la sequía y fueron a parar a un lugar en el que el agua está por doquier. La corona española los ubicó en las tierras más difíciles, aquellas en las que ningún otro grupo quiso asentarse. No tuvieron elección.
En varias ocasiones el río Mississippi se desbordó y siempre fueron los Canarios los que pagaron las peores consecuencias. Su asentamiento, a las afueras de la ciudad, siempre quedaba arrasado cuando se trataba de proteger la gran ciudad del sur de las aguas. El gobierno federal les prohibió hablar el español a principios del siglo veinte, intentando matar su herencia cultural y sus raíces. No lo consiguió, como nos dijo el hombre con orgullo, aunque avergonzado por no ser capaz de hablar nuestra lengua pese a sentirse más canario que nadie. La represión que sufrieron fue tan grande que los padres no eran capaces de entender a sus hijos puesto que estos hablaban en inglés, idioma que ellos desconocían ya que desde siempre se movieron hablando sólo en español. En los últimos tiempos volvieron a comenzar a aprender nuestra lengua, que asimilan con devoción esperando que les devuelva algo que les arrebataron. Les robaron su idioma y pese a todos, no consiguieron doblegarlos. En toda la región la gente los sigue conociendo como Los Isleños, los descendientes de esos Canarios que llegaron desde el otro lado del Atlántico. Una vez al año celebran un gran festival, famoso en Nueva Orleans en el que se visten con los trajes típicos de las Islas y se unen para recordar la tierra de la que salieron mucho tiempo atrás.
Todo esto, la historia de esa gente, sus casas, su vida, todo ha quedado asolado. Como Canario, creo que deberíamos quedarnos unos momentos en silencio y rogar a Dios por esta pobre gente, para que los ayude y les permita levantarse y seguir luchando. Y en la medida de lo posible, nuestro gobierno y nuestra sociedad debería hacer algo por ellos.