Distorsiones

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  • Kostel sv Mikuláše – Iglesia de San Nicolás

    26 de julio de 2005
    Kostel sv Mikuláše - Iglesia de San Nicolás

    Kostel sv Mikuláše – Iglesia de San Nicolás, originally uploaded by sulaco_rm.

    Hace un par de fin de semanas estuve en Praga. Personalmente encontré la ciudad preciosa y me gustaría comenzar una serie de fotos con los lugares y las vistas que más me gustaron.
    Praga es una ciudad milenaria que ha sabido sobrevivir a todo tipo de regímenes y desastres. Como primera foto de la ciudad he elegido una vista de la cúpula de la Iglesia de San Nicolás con algunos rascacielos al fondo y todo acompañado con el río que cruza la ciudad cortándola en dos. Me gusta la imagen porque aúna el pasado, el presente y el futuro de dicho enclave.

    En próximos días seguro que hablaré más de Praga y de ese fin de semana, pero por ahora os tenéis que conformar con esta imagen.

    Puedes ver más fotos de Praga en el Álbum de fotos de Praga y comenzar a leer el relato del viaje en Día 1. Nos vemos en Praga

  • 7. Camino del restaurante con er Dani

    25 de julio de 2005

    Nos adentramos en terrenos cenagosos y en los que los conceptos del bien y del mal se cruzarán y copularán creando aberraciones de leyenda. Llegar a este punto no ha sido sencillo. El camino iniciático que te permitirá comprender las revelaciones de las que te has hecho merecedor comienzan con 1. Todos queremos ser como er Dani, continúan con 2. Conozcamos ar Dani, y se desarrollan plenamente en 3. Lugareños der Dani, 4. Conocidos der Dani y 5. La Carmen, hermana der Dani. Una vez has avanzado por cada una de esas etapas, sólo te queda 6. Er Dani y la metrosexualidad para estar preparado y poder recibir el conocimiento en su estado más puro y aterrador. Aquellos que han seguido el proceso en reducidas dosis, recordad que hemos abandonado el bar y vamos camino de la aventura

    Abandonamos el local multiusos con la pena de quien deja atrás el paraíso sin haber tenido tiempo de explorarlo completamente. Quizás algún día el buen Dios me permita volver a respirar ese aire cargado de humo y echar unas partidas en ese bingo de barrio rodeado de todas esas mancebas pasadas de kilos y de lengua afilada. En el coche, er Dani se afanaba en hacer llamadas gratis aprovechando el teléfono de Sergio, un dispositivo de última generación del tamaño de un piedrafono de los picapiedra, porque imagino que fue última generación en el jurásico, antes de que se miniaturizaran los chips y se hicieran cacharros que se pueden llevar en el bolsillo. Con nuestro nuevo pasajero, opté por el asiento trasero. Er Dani hizo las veces de copiloto y comenzamos a recoger la ciudad, esa Málaga legendaria fuente de inspiración de tantos y tantos novelistas y presentadores de programas de televisión.

    Er Dani contactó con la hembra que debía reunirse con nosotros, a la que quisiéramos proteger en la medida de lo posible de la infamia y el escarnio público y que por tanto denominaremos la Gayola. Ella se movía con su coche por las mismas calles y de alguna forma convergimos hacia un punto en el que se produjo el inevitable encuentro. Esperándola en una parada de guagua (eso que en la península y en otras tierras se llama autobús) consumimos los últimos instantes de sabiduría compartida con er Dani, que continuaba con su frenético agitar de la botella del doce años. Nunca antes un whisky sufrió tal meneo durante su corta y reposada vida.

    Un coche de cristales tintados se colocó tras el nuestro. Tras haber escuchado tanto hablar del coche de la Gayola reconozco que me decepcionó bastante encontrarme con un vulgar SEAT. No es que tenga nada contra esta marca, pero en mi enorme cabezón asocio la potencia y las líneas deportivas con otras marcas de más solera y SEAT para mí no es más que el IBIZA y todos esos coches que han motorizado al español medio los últimos cincuenta años. Er Dani sin embargo parecía estar en extasis de puro placer al ver aquella máquina y no dejaba de repetir algo que sonaba como Peazo de máquina ¿ein?. No tuvimos el placer de ver a la conductora en ese momento. Quedó oculta tras sus tintadas lunas y decidimos que a partir de aquel momento nos dividiríamos en dos grupos. Sergio y Yo haríamos las veces de coche escoba y nuestro celebrado anfitrión y compañera de Kikis nos precederían hacia el destino, el cual no era más que un restaurante en el centro de la ciudad, uno de esos famosos locales que están atestados a esas horas y que basan toda su fama en Dios sabe qué porque al final uno siempre acaba algo decepcionado.

    Después de esbozar las líneas de semejante plan lo llevamos acabo. La chica, envalentonada por la potencia sin límites de sus cuatro ruedas y por llevar a su lado a ese hombre que tanto gozo le había dado, no dejaba de dar tremendos acelerones seguidos de bruscos frenazos. Para ella debía ser eso que llaman conducción deportiva. Para nosotros no era más que otra mujer al volante. Sus maniobras sobraban y la convertían en un peligro público, aunque imagino que detrás de todo aquel alarde de superfluo e inútil espectáculo debía estar er Dani jaleándola para que nos mostrara lo mucho que podía dar de sí su vehículo.

    Pasamos el centro de la ciudad y decidieron buscar aparcamiento allí donde no lo hay, en la parte más concurrida. Dimos una y mil vueltas sin suerte. En cada paseo se ampliaba el radio de búsqueda. Tras lo que me pareció una eternidad, se decidió consensuadamente el buscar alguna plaza en barrios menos céntricos. Os puedo confirmar que incluso en Málaga existen zonas poco seguras y hacia allí nos encaminamos para dejar uno de los vehículos. Creo que lo dejamos en algún lugar cerca del estadio, no muy lejos de una urbanización en la que ni siquiera los cuerpos de operaciones especiales osan poner un pie. Obviamente, el coche que dejamos atrás fue el de Sergio y nosotros terminamos en el asiento trasero del coche de la Gayola. Si por fuera era ostentoso, su interior es definitivamente ostentóreo. Un alarde de falso cuero lo recubría todo y aquellos rincones a los que no llegaba la piel del bicho estaban forrados en algún tipo de madera exótica. Hasta esa noche pensé que el interior de los coches era uno de esos lugares a los que el mal gusto no había podido llegar, pero ahora sé que con algo de dinero y mala voluntad uno puede joder hasta su propio coche.

    En el salpicadero, rodeado de caoba resplandecía un aparato de música multifunción, que hacía las veces de ordenador de abordo y sistema de posicionamiento global o aquello que los que se las dan de cultos llaman GPS. El trasto languidecía rodeado de tanto boato esperando que la inculta de la dueña se estudiara el manual para manejarlo, algo que la pobre juró hacer algún día antes de morir. Sobre la propietaria no hablaré hoy, que no conviene quemar toda la munición y aún queda mucho por contar. Con tres machos y un pseudo-deportivo entre sus piernas, la Gayola era imparable. En aquellos instantes en los que nuestras vidas pendían de semejante hilo, me dió por pensar que Dios creó el mundo en siete días y que esta hembra cañón se lo podía follar entero en cuatro, uno de esos pensamientos tontos que tenemos los cortos de cerebelo.

    No quise mirar hacia el exterior y me concentré en algo que había en el techo sobre mí y que debía ser mi propio sistema de audio. Si ya desde fuera aquel coche se veía inseguro, ir en él sometido a bruscas aceleraciones y deceleraciones no es algo grato de padecer y mucho menos de recordar. Esos minutos que a mí me parecieron eones y en los que veía los callejones del centro de la ciudad pasar raudamente por los lados mientras tremenda hembra soltaba sapos por su boca cuando algún despistado peatón se ponía en su camino y amenazaba con mancillar la perfección de la pintura de su capó llegaron a su fin cuando finalmente la convencieron para entrar en un aparcamiento subterráneo. Siempre recordaré que mi profesor de autoescuela me decía con lágrimas en los ojos que lo peor era el que una mujer aparcara el coche en una de esas trampas diseñadas por algún mariquita que fracasó como artista y acabó como arquitecto y ahora sé a qué se refería. Pensé que empotraba el coche en la rampa. Llegué al interior abrazado a Sergio, llorando como un niño chico que espera que al abrir los ojos la pesadilla haya pasado. La chica, toda buena voluntad nos ofrendó un rally gratuito en aquel lugar, esquivando columnas por milímetros y cuando finalmente encontró una plaza en la que poner sus cuatro ruedas, consiguió desbocar nuestros corazones ante lo inminente del fin. Fue tan mala la cosa, que tras cinco minutos de batalla decidió que Sergio debía ser quien terminara de aparcar el coche, o más bien quien comenzara y finalizara la maniobra, ya que en ningún momento había conseguido apuntar con éxito hacia el hueco que quería ocupar. El por qué Sergio y no Er Dani parece ser que se debía a las nulas capacidades automovilísticas de este último, al menos según ella.

    Tras dejar el coche a buen recaudo, paseamos por el centro de la ciudad hacia el restaurante en el que se desarrollará el siguiente acto. Fue una carrera a destiempo, con er Dani metiéndonos prisa porque llegábamos con más de una hora de retraso. Fue también mi primer y único paseo por el centro de Málaga, que en todos los años que he visitado a mis amigos en aquellas tierras jamás planté las pezuñas en aquel lugar.

    Suspendemos aquí el relato, en la entrada del restaurante, a donde finalmente llegamos el equipo fantástico constituido por er Dani, la Gayola, Sergio y Yo. Lo que sucedió a continuación será relatado en La Gayola y los amigos der Dani.

  • La dos semanas pasadas en Distorsiones

    25 de julio de 2005

    Otra vez vuelvo a saltarme una semana y se acumulan las cosas. La semana pasada no mandé el correo porque después de volver de Praga estaba agotado y pasé de sentarme a escribir. Por lo demás, la modorra veraniega se está haciendo notar y hay una producción inferior a lo que suele ser habitual. Aún no sé cuando iré a las Canarias a pasar una semana aunque espero que sea en algún momento de Agosto.

    Entrando en materia, en estos pasados quince días han seguido apareciendo textos con lo que piensan los lectores sobre Sulaco, unos Sucesos extraordinarios que han quedado debidamente registrados en Inés escribe sobre Sulaco, Emo escribe sobre Sulaco y Bleuge escribe sobre Sulaco. Aún quedan al menos dos más por aparecer y sigo animando a los lectores a sentarse y escribir unas líneas y así nos conocemos todos. Hasta ahora no me puedo quejar.

    El Cine ha vuelto a Distorsiones y lo ha hecho con fuerza, con títulos como A Good Woman, Saint Ange ? El internado, Repitiendo cine, Madagascar y El cine de Enero a Julio del 2005. De las películas tendréis que leer las anotaciones si queréis saber algo. La última de ellas, El cine de Enero a Julio del 2005 es un mapa de todo el Cine que he visto en esta primera mitad del año ordenado por número de gallifantes.

    Otra categoría que tiene bastantes entradas es la de Fotos. Continué y acabé con las fotos de molinos de viento en Barco y Molinos De Huisman y De Gekroonde Poelenburg, Molino de viento, Molino de viento junto al Amsterdam-Rijnkanaal, Molino de viento y Muelas de molino. Una vez terminé con las fotos creé el Álbum de fotos de molinos de viento que las engloba a todas. También he hecho un Álbum de fotos de Hilversum con todas las fotos que han aparecido sobre la ciudad en la que vivo. Podéis encontrar ambos álbumes en el menú de navegación.

    Con el cambio de la página del mes pasado se perdieron las viejas historias y estoy reincorporándolas dentro de la bitácora, todas en la categoría Grandes Historias. Por ahora podéis releer 15 segundos y Las minifaldas no son para las bicicletas. En semanas sucesivas seguirán apareciendo otros viejos conocidos de estas páginas. Al mismo tiempo, la cuasi-legendaria serie de Desvaríos ha seguido su crecimiento imparable con dos nuevos episodios de las aventuras der Dani, los llamados 5. La Carmen, hermana der Dani y 6. Er Dani y la metrosexualidad. De esta forma, esa saga queda conformada por las siguientes anotaciones:
    1. Todos queremos ser como er Dani
    2. Conozcamos ar Dani
    3. Lugareños der Dani
    4. Conocidos der Dani
    5. La Carmen, hermana der Dani
    6. Er Dani y la metrosexualidad

    Terminamos con aquellas entradas que suelen dar algo de información sobre mi vida y obras: ¿Viven los norteamericanos en un mundo paralelo?, Fin de semana en Praga, Flor de loto y Un día en la playa aunque esta última es algo más genérico.

    Y eso fue todo por Distorsiones. Como siempre, acabo recordándoos los enlaces a las páginas en las que podéis encontrar los regalos que me gustaría recibir. Puesto que seguimos celebrando el quinto aniversario, es un momento perfecto para que os rasquéis el bolsillo:
    – Wishlist en Amazon UK
    – Wishlist en Amazon USA

  • Un día en la playa

    24 de julio de 2005

    Pasar un día en la playa en Holanda requiere cierta planificación. Primero has de comprobar el tiempo al menos con tres fuentes fidedignas, por ejemplo viendo la predicción meteorológica en alguna de las televisiones, mirando la página Web del instituto de meteorología holandés (KNMI son sus siglas) y comprobando también alguna página de Internet especializada en este negocio, como AccuWeather. No está de más comprobar las imágenes de las webcams que emiten desde la playa, que ya sabéis que una imagen vale más que mil palabras. Una vez se está seguro de que se dan las condiciones climáticas, conviene pasarse por la página de la compañía ferroviaria neerlandesa, la NS por si se les ocurre trabajar en las vías que llevan hacia la playa.

    Con todo en orden, se impone salir pronto de casa, meterse en un tren sin aire acondicionado y que estará lleno y recorrer los campos verdes del país a la búsqueda de ese mar del Norte tan frío. Alguno puede pensar en ir en coche, posiblemente algún gilipollas o retardado. Los que se arriesgan a llevar su vehículo ya pueden salir de casa antes de las nueve de la mañana porque en algún momento entre las diez y las once se llenarán los aparcamientos y la policía cortará el tráfico hacia ellos, dejando a miles de coches en un tremendo atasco que suele durar horas. Por eso es conveniente el uso del tren, el cual te deja a unos doscientos metros de la playa. Al llegar al lugar, me refiero a Zandvoort, los miles de viajeros que abandonan los atestados vagones se repartiran por los kilómetros de costa. Las familias irán hacia la zona que tiene diversiones para los niños, los amantes de los deportes de vela se dirigirán frente al circuito de Formula 3000, en donde se pueden alquilar velas para practicar. Los más jóvenes cogerán una guagua y continuarán hacia Bloemendal, la sección de la playa que equivale al Sensación de Vivir de la playa de las Canteras, en donde todas esas chiquillas que recién estrenan pelos en el chichi se pasean casi desnudas luciendo sus nuevos apéndices y calentando a los machos que babean mirándolas al amparo de las manadas. Paradójicamente, Bloemendal es el lugar en el que menos mujeres practican el top-less. Las nuevas hornadas de este tierra ven como algo hordinario y vulgar el enseñar las domingas y prefieren cubrirlas con telas de bellos estampados. De esa forma, privan a sus pretendientes de una visión cuasi-completa del material y favorecen el negocio de la pornografía en Internet, ya que los pobres especímenes de género masculino tendrán que buscar en la red lo que las hembras les niegan en la playa.

    Si uno opta por no ir a esa zona y prefiere algo más pachanguero se encontrará que hembras más maduras pero aún de muy buen ver no tienen ningún reparo en despelotarse en la arena. Hay varias zonas nudistas en la costa y suelen estar bastante llenas. Por supuesto que hay mirones, mayormente turcos y marroquíes, que recorren la orilla con sus pantalones arremangados mientras se les salen los ojos de las órbitas al ver tanto coño al sol.

    La moda de este año son las orgías en lugares públicos. Todo empieza en un foro o en uno de esos sistemas de envío de SMSs que se pueden ver en el teletexto de algunas cadenas. Alguien organiza la reunión. Se establece día y hora. Nadie sabe cuantos van a aparecer, pero por lo general son decenas e incluso cientos. Se reúnen en aparcamientos de autopistas y cuando están todos tiran hacia la playa elegida, o el parque natural o cualquier otro lugar en abierto y aquello se convertirá en Sodoma y Mangorra, puro vicio y perversión de gente que posiblemente no se conoce y que seguramente no se volverán a cruzar. Este nuevo deporte está disparando las alarmas de las autoridades, ya que allí por donde pasan no vuelve a crecer la hierba, de tanto condón usado que queda tirado. Con la ley en la mano no se les puede detener, ya que no hacen nada constitutivo de delito, al menos según la liberal ley de este país, que te deja follar donde te plazca siempre y cuando la persona con la que interactúes consienta.

    En cualquier lugar de los kilómetros de playa en el que te encuentres, pronto verás venir hacia ti un tractor que arrastra algo parecido a un remolque. En realidad es una tienda completa, o un bar, muy especializado. Los hay que venden pescado frito, los hay de frutas, de helados o de bebidas exóticas. También están los clásicos con perritos calientes y hamburguesas. Uno espera hasta que la comida que se le antoja está cerca y cuando se detienen compra lo que quiere. Encuentro este sistema bastante cómodo, aunque por otra parte si te place un helado y el colega acaba de pasar, puede que tengas que esperar bastante hasta que el mismo u otro pasen a tu lado. Un día en la playa no está completo sin comida de estos establecimientos ambulantes, que para vergüenza y oprobio de los chiringuitos españoles, venden sus productos a precios muy competitivos y nada caros.

    El único pero del día en la playa es cuando te apetece darte un baño. Tendrás que comenzar a andar hacia la orilla, pasando por una pequeña depresión en la que un montón de agua estancada de color dudoso y sobre la que descansa una espuma que no apetece rozar. Una vez pasas este obstáculo y llegas a la orilla, ármate de paciencia y comienza a andar mar adentro, porque después de cien metros el agua seguirá llegándote por las rodillas o quizás si tienes suerte por la cintura. Cuando estás en el quinto coño, temblando como un pajarito por la baja temperatura del agua, en ese instante margullas un poco para asegurarte un buen dolor de cabeza y sales escopeteado de vuelta a tu toalla, caminata que suele llevar varios minutos.

    Todo esto que he descrito serían actividades normales de cualquier día de playa, pero en Holanda, en Julio es algo utópico. La última vez que tuvimos un buen día de playa fue a finales de Junio. En Julio, como siempre, llueve todos y cada uno de los días y nos tenemos que chupar toda el agua que se niega a ir a otros lugares de Europa. Todas nuestras esperanzas de poder ir a la playa se centran en Agosto, mes caprichoso y en el que o nos morimos de calor, o sacamos los abrigos y nos preparamos para el invierno. Pronto lo sabremos …

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