Ser fans es muy sacrificado. Implica años de espera y resignación mientras se cuecen las obras que corremos a devorar y que una vez terminadas te vuelven a dejar en un estado de desasosiego que durará Dios sabe cuanto. Dicho esto, todos sabemos que sigo la serie de Harry Potter desde hace tiempo y que soy un fan auténtico. Gracias a que la tecnología avanza una barbaridad, los lanzamientos de los libros vienen acompañados por los audiolibros (audiobooks) y para alguien como Yo que ha superado la fase de lectura y ha vuelto a los orígenes, a escuchar cuentos narrados, puedo disfrutar de la historia al mismo tiempo que el resto.
Todos los libros de Harry Potter han sido leídos por Jim Dale, un hombre al que yo idolatro y al que espero que Dios le conceda una larga vida que le permita leer el séptimo libro. Su voz está totalmente asociada en mi cerebro con Harry Potter. Este sexto audiolibro tiene una duración de dieciocho horas y media y como los anteriores, es altamente adictivo.
En este nuevo libro, Harry Potter and the Half-Blood Prince, se acabaron los tiempos de felicidad en la escuela, de inocentes aventuras, de dicha sin fin. Quedó claro al final del quinto libro que Lord Voldemort volvía a ser fuerte y que habría que luchar contra él. En este tomo, se prepara esa batalla final y todos comienzan a tomar posiciones. Resulta agobiante el saber que el final está tan cerca. Durante años hemos aprendido a amar a todos estos personajes, hemos ido creciendo con ellos, descubriendo el mundo en el que viven y en el que nosotros quisiéramos vivir y ahora ya sabemos que todo acabará en la siguiente entrega. No habrán más duelos de magos, no habrán más momentos de tensión sexual con Hermione, a la que tengo super-idealizada y que a este paso se nos va virgen de la escuela.
Harry Potter and the Half-Blood Prince es bastante más oscuro que los anteriores. Ya no hay divertidas aventuras que contar. Todo lo que sucede tiene un motivo y hay un precio que se debe pagar. La dinámica de la historia es más terrible, más propia de adultos que de los niños a los que se supone que va dirigido. Hemos alcanzado un punto en el que la muerte, la violencia, la agresión, la venganza pasan a ser conceptos aceptados por todos los personajes de la obra y en donde el encanto de unos niños descubriendo la magia da lugar a unos adultos luchando por lo que creen justo. Son los preámbulos de la batalla final. Entre todo esto hay un poco de espacio para el flirteo, que no amor, que aquí no moja nadie, hay espacio para los partidos de Quidditch, hay espacio para unas pocas subtramas que tratan de quitar hierro al asunto pero al final, cuando estamos en los capítulos finales, todo se condensa en la eterna lucha del bien contra el mal, lucha injusta porque el mal siempre lo hace de una forma sucia y rastrera y los buenos han de pagar un alto precio.
No os voy a revelar nada de la historia porque creo que es mejor leer y enterarse de todo por uno mismo. Si os recomiendo encarecidamente que continúeis la lectura de la serie. Cada vez veo más claro que la distancia entre el lenguaje literario y el visual de las películas es infinita. Estas últimas han de mutilar la historia de una forma terrible para condensar en dos horas parte de la historia y en ese proceso se pierde mucho. Quien juzga los libros en base a las historias que ha visto en el cine es sencillamente ignorante, igual que no podemos condenar la adaptación cinematográfica por ser inferior a la literaria. Son medios distintos. Sobre el libro solo os diré que lo acabé llorando a moco tendido y que lo he disfrutado intensamente. Han sido unas horas maravillosas y que seguramente repetiré pronto. Absolutamente recomendado para todos los que han seguido la serie hasta aquí.




