Distorsiones

  • Inicio
    • Contactar
    • Acerca de
  • Lo imprescindible
    • Visitar Holanda
    • Índice de álbumes de fotos
    • Índice de viajes
    • Recetas de cocina
    • Hembrario
    • El club de las 500
    • Álbum de fotos de bicicletas
    • Álbum de fotos de cervezas
  • Destacados
    • La Arbonaida
    • Comida en fotos
    • Mi herencia
    • uno+cero
    • Visitar Holanda
    • Mis ratos en la cocina
  • Turkineitor

    12 de abril de 2005

    Antes de colgar el teléfono apuntó el código postal y el número al que tenía que ir. Cogió su organizador personal y metió los datos en el GPS. Lo enchufó en el coche y salió disparado, no sin antes llamarme para avisarme que estaba en camino.

    Lo bueno del GPS es que nos lleva a donde queramos sin hacer apenas esfuerzo. La voz de la chica en inglés está muy bien, pero no hay nada como la voz de la que habla en flamenco. Tiene un tono de tonta calenturienta que nos pone a los dos, así que escuchamos las indicaciones en ese idioma mientras nos imaginamos a la chica que grabó las voces desnuda en la cabina de grabación, pasándose el micrófono por salvas sean las partes mientras repetía: «La próxima a la derecha», «Coja la siguiente salida», «Cambio de vía en cien metros» y similares. Es increíble lo que se puede uno imaginar sólo con escuchar una voz.

    La chica continuó calentándonos durante casi una hora hasta que llegamos a nuestro destino, un descampado en medio de la nada holandesa. Un sólo edificio desafiaba al cielo. El resto estaba rodeado por árboles que no dejaban ver nada. Salió una mujer a recibirnos. Alta y fea como ella sola, con las caderas que se les ponen a las holandesas después de parir tres chiquillos y con el típico descuido de la mujer nórdica casada, que por aquí arriba hasta que firman el contrato se cuidan bastante, pero una vez hay firma, se dejan la barba, el pelo en la barriga y agarran los kilos que han tenido que sacrificar en los años anteriores. Su metamorfosis las transforma en machos sin atributos, pero machos al fin y al cabo.

    Volviendo al asunto, la tipa nos acompañó a una oficina en la que el turco tuvo que pagar con su Visa. La transacción fue fría y profesional. La mujer nos dijo que teníamos que esperar unos minutos, hasta que todo estuviera listo. El turco era un manojo de nervios. Sudaba copiosamente y seguía tratando de convencerme. Yo me he negado desde el principio y si el pretendía que cambiara de opinión sólo porque estaba allí, estaba bien equivocado. La vertiente gallega de mi sangre me convierte en un morrudo incapaz de cambiar de opinión, aunque me demuestren que estaba equivocado. El turco, el pobre iluso, pensaba que al final daría el paso y me uniría a él, algo que yo sé que jamás sucederá. El colega trataba de mantener una conversación insubstancial y vulgar, pero con poco éxito ya que yo no podía quitar el ojo de las enormes tetas caídas de la holandesa, que se agitaban como una mar picada mientras ella se rascaba el pelo a la caza y captura de algún piojo perdido. El turco descubrió mi pasatiempo y fijó su atención en el mismo punto. ¿Cuántos litros de leche habrían en aquellos envases? ¿Será entera o semidesnatada? ¿Flotarán o son un peso muerto que la lanza al fondo de los océanos cuando se aventura en sus aguas?

    Finalmente se abrió una puerta y alguien salió a saludarnos. El tipo parecía un profesor chiflado. Llevaba una gorra de béisbol que era incapaz de contener aquellos tentáculos que le salían de la cabeza, un pelo ensortijado y rebelde que supongo que llevaría varias décadas alejado del contacto con el agua. El hombre nos lanzó la mejor de sus sonrisas e inmediatamente supe que sus dientes eran falsos, porque aquel blanco niveo no podía ser normal. Su mano era rugosa y fuerte. Cuando comenzó a hablarnos lo hacía como si ambos fuéramos a tomar parte en el negocio, pero por no romperle su clase de recitación no lo corregí. El parecía encantado de la vida y de haberse conocido. Nos arrastró por la puerta por la que habíamos entrado. Después de pasar unas cuantas oficinas llegamos al otro lado. Una carretera surgía de allí, o más concretamente una pista. Una pequeña avioneta estaba aparcada a un lado. El avión era de risa. Parecía un pequeño utilitario. Daba la impresión de haber sido usado mucho más de lo aconsejable. Nada que ver con estos aeroplanos que salen en las películas. Aquello era una caricatura de avión. El turco no dijo nada, pero por la forma en la que movía las manos se notaba que la adrenalina ya circulaba a destajo por su cuerpo. Su cambio de color también era francamente visible. Estaba adquiriendo una tonalidad pálida propia de alguien que está a punto de sucumbir al pánico. Me miró con ojos de cordero degollado y le devolví la mirada sin inmutarme. Mi decisión estaba tomada y ahora más que nunca. Le expliqué al hombre que yo solo venía a mirar a mi amigo y a rezar por él. El turco esbozó una sonrisa de compromiso, pero se notaba que estaba por claudicar y quedarse conmigo. El hombre murmuraba monotonamente que aquello era muy seguro y que también era muy divertido. Yo pensaba en el BMW que teníamos en la puerta y en como el coche era mayor que aquel trasto. El turco se sacó sus gafas Ray-Ban, las mismas que usaba el Tom en Top Gun y se las puso. Este era uno de los momentos culminantes de su vida, su iniciación como piloto. Me aguanté la carcajada por aquello de la amistad.

    Se fueron los dos juntos hacia el avioncito. Yo me quedé por allí. Las puertas eran como las de un coche y cuando la cerraron, tuvieron que repetir la maniobra varias veces porque aquello no parecía trancar bien. El turco me miraba desde la cabina y yo le decía adiós con la mano, con la más cruenta de mis sonrisas. El trasto aquel dio un respingo y después de varios estornudos arrancó el motor. Era jodidamente ruidoso. El turco se colocó unos cascos en la cabeza. El cacharro aquel parecía modular el sonido en diferentes frecuencias. A veces sonaba bien y a veces daba la impresión de que se calaba el motor allí mismo. Finalmente se comenzó a mover, al principio a trompicones y luego de forma más segura.

    Visto y no visto. El avión cogió carrerilla y casi inmediatamente estaba en el aire, bamboleándose. No conseguía hacer una línea recta, subía y bajaba continuamente. Dieron la vuelta e hicieron una pasada por encima mío. Juraría que mi amigo estaba sufriendo un ataque agudo de pánico o al menos eso parecía. El trasto aquel siguió su camino. De vez en cuando los oía y los veía pasar por el cristalino cielo. El ruido que hacía el motor seguía su extraño ritmo. Después de unos veinte minutos pensé que se estrellaban. Aquel minúsculo mosquito venía directo hacia mí perdiendo altura por momentos. Después de unos segundos que me parecieron años se estampó contra el suelo y salió rebotado. Siguió rebotando unas cuantas veces más, mientras al mismo tiempo el viento lo agitaba y lo balanceaba. Llegaron hasta el sitio donde estaba aparcado el avión cuando comenzó todo y el motor, tras quejarse por última vez se paró. Se abrió la puerta y salió el piloto chiflado. Detrás de él venía mi amigo, aún más pálido. Se había quitado las gafas, o se le habían caído. Yo creo que ni él se creía que hubieran conseguido llegar sanos y salvos.

    Se acercaron a mí. El piloto estaba muy excitado y no paraba de hablar. Yo le pasé un brazo por el hombro a mi colega y nos marchamos. No creo que se apunte para el curso. Con esta clase fue suficiente. El cielo no es para nosotros.

  • La gran impostura – L?Effroyable imposture

    12 de abril de 2005

    Después de leer lo que bleuge opina sobre La gran impostura, decidí comprarme el libro y averiguarlo por mi mismo. Yo soy más de novelas de terror, fantasía y ciencia ficción y este tipo de libros no me suelen llamar la atención, pero visto que trataba algo que cambió el mundo completamente, decidí darle una oportunidad.

    Thierry Meyssan plantea una hipótesis cuanto menos descabellada y la documenta profusamente. ¿Y si no hubiera impactado ningún avión contra el pentágono? ¿y si lo que en realidad sucedió fue un golpe de estado dentro de los Estados Unidos que forzó al presidente a cambiar su política? ¿y si nada es lo que parece? A lo largo de más de doscientas páginas el hombre este realiza un despliegue de documentos que parecen corroborar sus tesis. Siembra la duda muy eficazmente. Ahora mismo yo no pondría la mano en el fuego por la versión oficial. Tampoco es que me crea completamente todo lo que se dice en el libro, pero hay algunas cosas que si que siempre me han extrañado, como la aparición del pasaporte del jefe de los terroristas prácticamente intacto cuando ni se encontraron restos de la gente que iba en los aviones.

    La forma de contar la historia es bastante dinámica, se lee muy bien, es entretenido y todo el tiempo te suministra enlaces a sitios en internet en donde se pueden encontrar los documentos de los que se habla, enlaces que por supuesto no seguí. Especialmente recomendado para todos aquellos a los que les encantan las teorias conspiratorias.
    gallifantegallifantegallifante

  • Los coños al sol

    11 de abril de 2005

    Como en años anteriores en Distorsiones no se considera inaugurada la temporada de primavera hasta que llegan los avistamientos. Por enésimo año relatamos las mismas experiencias que se suceden una y otra vez y que podéis leer en clásicos tan admi rados como Las minifaldas no son para las bicicletas y Primavera nórdica. Huelga decir que esta no es una anotación apta para sensibleros y tiquismiquis. Sugiero a los flojos de corazón que abandonen inmediatamente la lectura y se dedican a menesteres menos traumáticos. Y una vez hecha la advertencia, procedamos.

    Ya está aquí. Me habían llegado rumores de su existencia durante mi estancia en Omán, pero fue volver a casa y unos días más tardes comprobarlo por mí mismo. Con los primeros calores sucede lo que todos nos tememos. En estas latitudes los medios de locomoción son otros, las máquinas propulsoras con energía biológica abundan y pasa lo que tiene que pasar. La primavera la sangre altera.

    Así que visto que el sol sale por naciente y aprieta aunque no ahoga y que las nubes se tomaron una semana de vacaciones y nos han permitido observar ese azul precioso del cielo nórdico, me planté una tarde con mi amigo el holandés en el centro del pueblo a practicar el sano, honesto y sacrificado oficio de los avistamientos, ese arte milenario en el que el macho atisba buscando visualizar las cavernas del amor.

    Lo más importante a la hora de ir de avistamientos es la posición. Un macho en una mala posición es o mariquita o retardado y definitivamente no disfrutará de la experiencia. Hay que colocarse de forma que se maximise la experiencia y a ser posible al sol, que de paso cogemos algo de color y abandonamos este pálido enfermizo que se nos ha quedado después de meses de nubes y oscuridad. Mi amigo el nórdico de esto sabe algo, aunque no lo suficiente y el va a lo cómodo. Un maestro en estas lides es mi amigo el turco, de quien he aprendido todo lo que sé. Así que pese a que él quería sentarse en un pub cerca de la estación de tren, lo obligué a sentarnos en el que se encuentra al lado de la comisaría, por múltiples razones, de las cuales las más importantes son:

    • Tienen más de veinte tipos de cerveza.
    • La primera línea de mesas en la terraza siempre está vacía porque este pub es veinte céntimos más caros que los otros y nosotros nos podemos permitir semejante estipendio.
    • El carril bici en ese sitio es en un único sentido y así es más fácil el sentarnos orientados hacia el lugar de los avistamientos.
    • Las hembras cuando entran en la calle reducen velocidad y los avistamientos son más largos.

    Al neerlandés le dolía bastante el segundo punto, el económico, pero después de dos cervezas se olvidó del tema. Una vez en el lugar del crimen y orientados hacia el punto del horizonte por el que se las ve venir, lo demás es pan comido. Ayuda bastante el tener gafas de sol para que no vean como se te salen los ojos de las órbitas, que a veces uno no consigue superar la impresión inicial y se queda con cara de espantado. También ayuda el mantener el vaso de cerveza pegado a los labios, más que nada para que recoja la baba. Después todo es cuestión de suerte y de agilidad visual.

    Súbitamente entra una bicicleta en la calle. Uno de esos viejos modelos de abuela, altos y hechos de hierro del de antes, que carecen de frenos de mano y que fuerzan las piernas con su amplitud en el pedaleo. Ella tiene un hilo de sudor perlado en su frente rubia y escaneando su cuerpo cual lector de códigos de barra vemos que su mini-top presenta pequeñas marcas de sudor en las axilas y se ha desplazado perceptiblemente hacia abajo, dejando al descubierto una gran cantidad de carne de pechuga. Ese mini-top rosado bien sudadito si me lo deja lo vendo en ebay y seguro que hay algún japonés que paga sus buenos euros por un tesoro semejante que llevarse a su napia para olerlo con fruición. La escasa prenda no cubre ni por antojo el ombligo, ese pequeño orificio en el que se macera el sudor más sabroso, ese que los entendidos denominan de Gran Reserva. Cuentan algunas leyendas urbanas que el secreto de Chanel no es más que la maceración de fragancias en ombligos de individuas a las que mantiene en las mazmorras de sus factorías. Yo por supuesto me lo creo a pies juntillas.

    Nos habíamos quedado en el ombligo y lo mejor está por llegar. Saltamos a las terminaciones inferiores y nos encontramos con unos zapatos abiertos de plataforma que aunque dificultan el pedaleo, dan un aspecto soberbio a la hembra cuando abandona el vehículo de propulsión humana y le permiten bambolearse con desparpajo y mantener la atención de los machos que la rodean, que cruzan dedos y esperan con ansia que caiga para acudir a rescatarla. Semejantes zapatos solo pueden ir sobre la piel desnuda, a la que acarician con su roce. Desde ellos hasta el infinito se abre un inmenso océano de piernas interminables, piernas modeladas por años de ciclismo, piernas que ya no piensan en el movimiento necesario para generar la energia que debidamente encauzada se transformará en movimiento. Seguro que algún ingeniero es capaz de calcular el par y el momento de esos interminables apéndices, pero yo prefiero quedarme con el momento carnaza que sube y que baja, que sube y que baja. Y llegamos al punto de todos los puntos, al lugar de su secreto, a la meca de todas nuestras oraciones. Cubierto por un minúsculo trapito, a ser posible de tela vaquera que es más rígida y tiende a plegarse menos, nos encontramos con ese pequeño tesoro que juega a esconderse, que nos sonríe y seguidamente se oculta timidamente. Estamos hablando, por si aún no os habéis dado cuenta, algo que debería preocuparos y mucho, estamos hablando del chumino, el jardín de su secreto.

    Se deberían decretar mil millones de misas por el alma del bendito que inventó estas mini-bragas que se llevan hoy en día y que engañan a sus propietarias pensando que cubren algo. Ese hombre, porque no pudo ser una mujer, merece un altar en cada casa, merece que su nombre sea recordado por miles de generaciones futuras. Gracias a él y a su minúscula prenda, los coños están hoy en día al alcance de cualquier ojo que los sepa buscar. La combinación bicicleta, minifalda vaquera y micro-braga alienta al investigador que sabe apreciar los descubrimientos. Mientras una pierna sube al encuentro del cielo la otra baja y la falda incapaz de ajustarse al cambio, muestra brevemente esa mata de pelo rubio que certifica la autenticidad del descubrimiento. Unos instantes después podemos calibrar la perfección del hallazgo desde otro punto de vista, el que nos da el otro pie al subir y el primero al bajar. Y entre medias, entre medias tenemos ese papayo que se marca sobre esa tela transparente y que resplandece orgulloso enseñando toda su orografía al cartógrafo que sabe apreciarlo.

    En fin, que más podemos decir, que ha llegado la primavera y que se declara abierta la temporada de avistamientos.

  • La semana pasada en distorsiones

    11 de abril de 2005

    Esta ha sido la segunda y última semana con el relato de mi viaje a Omán. Podéis encontrar todas las anotaciones en la categoría Arabian Tour 2005. El índice con todos los capítulos de la historia se encuentra en la anotación Arabian Tour – Indice y los capítulos que se publicaron la semana pasada fueron: Omán cuarta parte – Sur, Omán quinta parte – Sur,  Omán sexta parte – Sur y de vuelta a Moscate, Omán séptima parte – Turismo en Moscate I, Omán octava parte – Turismo en Moscate II y Bahrein y vuelta a casa. Fuera del grupo principal pero también relacionado con el viaje, ya que cuento cosas sueltas, está Arabian Tour – Epílogo. Además de este empacho de Arabia, hubo tiempo para un par de cosillas más. En Cine conté mis impresiones sobre A Home at the End of the World y Robots. En un plano más general y como casi todos los miércoles, hubo foto seleccionada de entre las más de doce mil fotos que conforman mi biblioteca personal. En esta ocasión la foto es una de las que tomé cuando estuve en Galicia en octubre del año pasado y la anotación en la que la podéis encontrar es Barca (Asuntos Varios). Y como me sabía mal no escribir absolutamente nada durante toda la semana, he contado un poco como se viven los cumpleaños en la empresa en  La madre de todas las tartas, anotación englobada en Folclore Nórdico.

    Y esto es todo. La verdad que después de haber estado dos semanas casi sin escribir y viviendo de las rentas me ha entrado una pereza increíble. Estoy por tirar la toalla y cerrar el chiringuito. Además de dinero, hay que echar un montón de horas para añadir contenido original y aunque siempre lo he hecho más que nada por mí, me pregunto si no sería mejor el seguir escribiendo y no publicarlo. Ahora que estoy mirando otros sistemas CMS para cambiar la página, estoy tentado de dejar únicamente un fotoblog y pasar totalmente de las historias. Ya veremos como acaba la cosa, porque aún no he decidido nada.

    Siempre podéis premiar el esfuerzo seleccionando alguna de las cosas que me gustaría poseer y que podéis encontrar en:
    – Wishlist en Amazon UK
    – Wishlist en Amazon USA

←Página anterior
1 … 3.511 3.512 3.513 3.514 3.515 … 3.617
Página siguiente→
  • Genin en Encerrado – LockedPasando… Salud
  • huitten en Encerrado – LockedSerá que no tenemos suficiente angustia …
  • Genin en Tercer día de buceo en Madivaru y vientoOjalá que mejore el mar para que puedas …
  • Genín en Segundo día de buceo en Rasdhoo y las 300 inmersionesLeyéndote, con la pasión con que vives t…
  • huitten en Tercer día de buceo en Madivaru y vientoSí que son bonitos esos colores de la to…
  • huitten en Segundo día de buceo en Rasdhoo y las 300 inmersionesA seguir disfrutando.
  • huitten en Primer día de buceo en RasdhooTodo muy bien, menos los madrugones.
  • huitten en Buceo en el atolón de Malé y viaje a RasdhooVaya tute.

Únete a otros 15 suscriptores
Licencia Creative Commons
Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional.
  • YO NUNCA – Fui ninguneado
    12/06/2023
  • YO NUNCA – Jiñé a oscuras
    22/05/2023
  • YO NUNCA – Hablé meando
    01/05/2023
  • YO NUNCA – Viví la transición
    10/04/2023
  • YO NUNCA – Conté un secreto de algún colega
    20/03/2023
This website uses cookies
Esta página web usa cookies para recordar tu nombre si comentas. Asumimos que no te importa pero si te molesta, puedes elegir quedar fuera.Aceptar Rechazar Leer más
Privacy & Cookies Policy

Privacy Overview

This website uses cookies to improve your experience while you navigate through the website. Out of these cookies, the cookies that are categorized as necessary are stored on your browser as they are essential for the working of basic functionalities of the website. We also use third-party cookies that help us analyze and understand how you use this website. These cookies will be stored in your browser only with your consent. You also have the option to opt-out of these cookies. But opting out of some of these cookies may have an effect on your browsing experience.
Necessary
Siempre activado
Necessary cookies are absolutely essential for the website to function properly. This category only includes cookies that ensures basic functionalities and security features of the website. These cookies do not store any personal information.
Non-necessary
Any cookies that may not be particularly necessary for the website to function and is used specifically to collect user personal data via analytics, ads, other embedded contents are termed as non-necessary cookies. It is mandatory to procure user consent prior to running these cookies on your website.
GUARDAR Y ACEPTAR