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  • Copitos de nieve

    23 de febrero de 2005

    Exclusión de irresponsabilidad: Seré breve y conciso. Sensibleros, panolis y pollabobas abstenerse de seguir leyendo. Lo que sigue es la pura deformación de la realidad fruto de una mente sometida a condiciones de presión extrema.

    Esta semana mi amado jefe me la ha dedicado a la formación, ese supremo arte que consiste en sentarte en un aula con un montón de panolis a los que en la mayor parte de los casos no conoces y dormitar colectivamente hasta que llega la siguiente pausa para tomar ese delicioso café holandés que es lo más próximo al agua chirria. Estos tres primeros días he tenido un curso y los próximos dos días tendré otro que promete ser más interesante, sobre todo porque me permitieron elegir a los participantes y he creado una mezcla explosiva que debería darme temática para despertar esta aletargada bitácora.

    Hablando del curso que acabo de completar, me tuve que sentar junto a un tipo al que no había visto en mi vida. La culpa fue mía por llegar tarde el primer día, lo que me impidió poder elegir asiento. El tipo es un hombre en la cuarentena a simple vista normal. Tras pasar estas veinticuatro horas juntos (repartidas en tres tandas de ocho horas, que no quiero que penséis mal), me ha provocado severos daños cerebrales de dudoso alcance y me temo que tendré que pedir asistencia psicológica al chino o al turco para que evalúen las pérdidas.

    Lo primero que pasó fue que el curso era en neerlandés. O sea, tres días sentado oyendo a un tipo hablar en su lengua materna, pillando el 70 o el 80 por ciento y el resto imaginándolo. Tiene mérito que haya sacado un ocho en el examen final. Me he sentido tan orgulloso de mi mismo que se me ha olvidado recordarle al mariquita de mi planta que por mucha minifalda que se ponga sigue teniendo rabo entre las piernas y esto es algo que hago todos y cada uno de los días de su vida para mantener el buen rollito entre compañeros.

    Hablando del que me tocó en suertes, tardé un tiempo en captar la pauta. Al principio, con mi máxima concentración en el profesor no me daba cuenta de lo que pasaba allí. Ahora que lo pienso, la primera vez que noté algo raro fue la tarde del lunes. Se me ocurrió mirar hacia la ventana y pensé que estaba nevando. Veía los copos flotando en el aire, dejándose acariciar por el aire en su lenta caída al suelo. Me pareció algo hermoso como siempre que veo nevar. Es lo que tiene el haber nacido en las Canarias, que a fuerza de criarme sin ver la nieve, ahora no me canso de verla. Y por eso el Dios de los católicos me ha castigado con estos inviernos tan blandengues, que aquí no hay forma de que nieve. Parece que ahora el famoso invierno nórdico es propiedad exclusiva de la España peninsular y por estos lares nos tenemos que conformar con medio centímetro de nieve de vez en cuando, una cantidad tan ínfima que ni cuaja ni permite hacer unas fotos decentes.

    Así que estaba mirando esa poca nieve caer y pienso para mis adentros: «Está nevando dentro de la clase ….. Coño, eso no puede ser. Lo dejé pasar y seguí a lo mío. La mañana siguiente se hizo la luz. El tipo que estaba al lado mío comenzó a limpiarse los hombros. Volvió a nevar dentro de la clase. Era caspa, masivas cantidades de caspa que acumulaba al rascarse compulsivamente la cabeza y que después de un rato liberaba lanzándola a la atmósfera. Nunca había visto una capa tan grande y repugnante. Eran como unos grisáceos copos de maíz de cierta marca que a muchos gustan para desayunar. Al mirar su cabeza vi que las raíces de su pelo eran la mayor factoría de caspa del universo universal. La caspa se agarraba al pelo hasta que las ennegrecidas uñas del colega la arrancaba del lecho materno y la lanzaba hacia los hombros, primera parada en su viaje hacia el suelo.

    Me entraron unos picores por todo el cuerpo horribles, pero especialmente en la cabeza. Traté de alejarme del tipo pero no hay mares lo suficientemente grandes para que me vuelva a sentir seguros. Me pasé el resto del martes y todo el día de hoy obsesionado, esperando que comenzara a sacudirse los hombros para levantarme rápidamente y salir del aula, con cualquier excusa. Espero no volver a verlo en mi vida. Veo caspa por todos lados. Y mi cerebro no para de imaginar crueles escenas. Me dijo que estaba casado y no puedo dejar de pensar en su esposa debajo de él, en la postura del misionero y este tipo lanzando esos pedazos de copos sobre sus ojos cuando se la está endiñando o el hombre entrando a la cocina y sacudiéndose los hombros mientras preparan la cena y aliñando la ensalada con ese toque tan especial, o esa toalla que usa para secarse el cabezón, que debe tener una textura repugnante. En fin, prefiero pasar página y no volver a pensar más en ello.

  • Programas gratuitos: antivirus y firewall

    22 de febrero de 2005

    Cuando me obligáis a mirar vuestros equipos, siempre me sorprende vuestra capacidad para despreocuparos completamente por la protección de los mismos, o la alegría con la que usáis software ilegal por desconocer las alternativas gratuitas. Por esto mismo voy a empezar una tanda de anotaciones sobre aplicaciones gratuitas que se encuentran en Internet esperando que os dignéis en descargarlas. Esto no quiere decir que tenéis que quitar las que estáis usando y sustituirlas por estas, líbreme Dios de tal osadía. Lo único que pretendo es mostraros donde están esas alternativas. Si sois usuarios de pago, más que mejor. Siempre que compráis un producto tenéis acceso al soporte técnico en donde estarán más que encantados de ayudaros a solucionar vuestros problemas.

    Hoy revisaremos un antivirus gratuito y un par de firewalls. Hoy en día tener un PC sin protección conectado a Internet es una osadía, eso lo sabemos todos. Hace cuatro años uno podía estar conectado sin ninguna protección y sólo con tener un poco de cuidado y no abrir ficheros adjuntos de dudosa procedencia era más que suficiente. Esos tiempos ya son historia. Ahora cuando uno sale a la red tiene que estar perfectamente equipado con su armadura. Parte de esa protección es el software antivirus. Hay muchas soluciones y todas tienen sus ventajas e inconvenientes. Casi todos los antivirus os permiten el uso gratuito durante un mes, con lo que os podéis dedicar a instalar, usar por un mes y luego desinstalar. Yo he hecho esto en algunas ocasiones, por mirar lo que hay en el mercado. En la actualidad utilizo el GRISOFT AVG Antivirus una potente solución que es totalmente gratuita para el usuario particular. Pese a ser gratuito, se mantiene actualizado conectándose cada día via Internet con su servidor, comprueba el correo tanto el entrante como el saliente, puede realizar controles completos del equipo diarios y tiene muchas otras ventajas. Cuando lo instalé pensé que tendría algún tipo de truco, pero no. Ofrece todo esto y encima es gratis. Es la protección que uso en estos momentos. Para los lentos de entendederas repito: Es gratis. Es software legal. ¿qué más queréis? El único fallo que le he encontrado es que no está traducido al español y muchos de los panolis que me leen carecen del módulo cerebral adecuado para otros idiomas. Por lo demás, si no tienes ningún antivirus, entra en GRISOFT AVG Antivirus y descargalo. (He puesto el enlace a la página de descarga ;-)).

    Ahora que tenemos un antivirus decente instalado, hay que pensar en el firewall. Si tenéis un router correctamente configurado es muy posible que no os haga falta. Si sois minusválidos cerebrales y tenéis cierta estúpida tendencia a pulsar el botón de SI cada vez que os aparece un pop-up en la pantalla, entonces deberías tener un software de firewall personal en vuestros equipos. Estáis de suerte porque hay varias alternativas gratuitas. El más famoso es el ZoneAlarm, el cual encima está en español. Si hacéis clic en el enlace iréis a la página de descarga de la versión gratuita en español. Yo la he usado durante años y es más que suficiente. Si queréis probar otras alternativas gratuitas, aunque sólo están disponibles en inglés, entonces miraros el Kerio Personal Firewall o el Agnitum Outpost. El enlace de Kerio es a la página de descarga y el enlace de Agnitum es directamente el fichero con la aplicación. Estos tres firewalls son gratuitos y son perfectamente capaces de proteger vuestros equipos. Por supuesto, todas las opciones avanzadas, todas las chorradas como el bloqueo de pop-ups, bloqueo de cookies y demás no estarán disponibles, pero ¿quién necesita todo eso cuando estamos navegando con Firefox, el navegador seguro?

    Y ahora unos cuantos consejos. Nunca, repito, NUNCA abráis ficheros con extensiones sospechosas, como .PIF, .SCR y por descontado los .EXE. Huelga decir que lo mejor que se puede hacer con correos de desconocidos es borrarlos. Tened mucho cuidado con ficheros Word y Excel porque pueden contener virus. Ante la duda, borrad. Y si queréis comprobar lo bien protegido que está vuestro equipo, os sugiero el siguiente sitio: Security Scan Sygate, ejecutando las diferentes entradas del menú que tenéis a la izquierda podréis comprobar lo bien protegido que está vuestro ordenador frente a ataques externos. Sobre todo si creéis a pies juntillas en vuestro flamante router firewall, deberíais pasar todos los tests y así quedaros tranquilos.

    La próxima vez os enseño un par de aplicaciones para comprobar y limpiar el equipo de software «spyware». Seguro que cuando se las paséis a vuestros ordenadores os lleváis un sorpresón con la cantidad de basura que hay dentro.

  • Prelude to foundation ? Preludio a la Fundación

    22 de febrero de 2005

    Siguiendo con la revisitación de clásicos que estoy haciendo, hace unos meses volví a escuchar el audiolibro de Preludio a la FundaciónPrelude to Foundation, que en España se conoce como Preludio a la Fundación, libro escrito por el gran maestro Isaac Asimov, uno de los grandes en esto de la ciencia ficción. El audiolibro dura unas tres horas, con lo que no se hace nada pesado y es perfecto para un vuelo entre Canarias y Holanda.

    Aunque el libro se publicó en 1988, es un prólogo a la saga de la Fundación que escribió en la década de los cincuenta. Estoy volviendo a leer todos estos libros siguiendo el orden cronológico en el que transcurren, motivo por el cual he comenzado por el prólogo :-). La trama, como suele ser habitual en los libros de Asimov suele ser bastante sencilla. En esta novela se trata de contar un poco la vida de Hari Seldon, el creador de la Psicohistoria, la ciencia que marca toda la saga. Cuentan como Hari Seldon en su visita a la capital del imperio sufre una persecución y ha de esconderse por todo el planeta y como a través de las cosas que vio y escuchó consiguió pulir su teoría.

    Y sin más dilación, pongo un extracto de la trama de la novela. Lo he sacado de la Wikipedia y por puro gandulismo lo dejo en inglés:

    The story takes place on Trantor during the reign of Emperor Cleon I. It starts with Hari’s presentation of a paper at a mathematics convention detailing how practical use of psychohistory might theoretically be possible. The Emperor of the Galactic Empire learns of this and wants to use Hari for political gain. After an interview with Hari, however, Cleon concludes that Hari is of no use to the Empire.

    Personalmente creo que es una novela excelente y un fantástico comienzo para la saga de la Fundación, aunque sé que muchos de los que leen esta bitácora habitualmente sienten un profundo desprecio por la obra de este genio. De cualquier manera, la recomiendo encarecidamente a todos los que sean capaces de disfrutar con la literatura de ciencia ficción.
    gallifantegallifantegallifantegallifante

  • La pizzería

    21 de febrero de 2005

    No sé por qué hoy no me puedo quitar de la cabeza algo que sucedió hace más de un año. Uno de mis ángeles holandeses, mi amiga la peruana, se mudó y dejó de vivir en el centro del universo neerlandés, más conocido como Hilversum. Normalmente nos veíamos todas las semanas y aunque no nos viéramos, sabíamos que estábamos cerca. Cuando se marchó al exilio, a una ciudad cercana con la frontera alemana, fue un palo. De repente ya casi no nos veíamos. Teníamos que planear las citas al estilo holandés, cuadrando agendas.

    En una de esas reuniones, quedamos para cenar juntos en Utrecht, ciudad a la que ella tenía que ir todos los martes para cantar salsa con su grupo. A mí porque no me gusta ese tipo de música, pero he de reconocer que es una excelente cantante y que ha conseguido montar una banda bastante decente, sobre todo si tenemos en cuenta que la sangre holandesa carece de los monoclitorianos latinos tan característicos en nuestra raza. Volviendo al tema, habíamos quedado para cenar a la holandesa, es decir, a las seis de la tarde. Una vez nos encontramos en la estación de tren, fuimos a la calle del viejo canal (Oudegracht), un sitio muy pintoresco y en donde hay gran cantidad de restaurantes y terrazas a la orilla del canal. Como era el otoño, las terrazas habían pasado a mejor vida, pero los restaurantes suelen ser muy acogedores. Están situados a la altura del canal, y los hay de todo tipo. Nosotros íbamos a un italiano a comer unas pizzas, pero no pudo ser. El restaurante cerraba los martes. Entonces ella se acordó de otro, ubicado un poco más arriba y allí nos fuimos. Hubo suerte y estaba abierto.

    Nos acomodaron y pedimos. Mientras esperábamos a que nos trajeran la comida, entró una pareja. Ambos eran cincuentones. Estaban justo detrás de mí. Se acababan de quitar los abrigos e iban a sentarse. De repente, la mujer perdió el conocimiento. Me explico. Comenzó a caer hacia atrás sin razón aparente. Mi amiga la peruana, que los miraba de frente, puso una cara de horror absoluto. La señora caía tiesa como una tabla hacia atrás. El hombre se vio pillado por sorpresa y no reaccionó. La caída era imparable. El resto del restaurante continuaba como si nada, incluyéndome a mí. La secuencia continuó hasta que un golpe seco y rotundo recorrió todo el recinto. La mujer en su descenso había estampado su cabezón con una columna de piedra sobre la que había una maceta. El ruido fue como el que hacen las nueces al romperse. Era como si una enorme nuez acabara de partirse. Después del golpe, continuó hasta el suelo y allí quedó inconsciente. Todo eso había sucedido un metro por detrás de mí. Yo me giré. Mi amiga se echó las manos a la cara horrorizada y gritó.

    Los camareros salieron corriendo hacia la señora. Su acompañante se agachó sin saber muy bien que hacer. Una de las mujeres que estaba comiendo en la sala se levantó y se dirigió gritando hacia la accidentada. Al principio no entendía lo que decía, pero después de que lo repitió unas cuantas veces me dí cuenta que repetía continuamente: ein ein tuei que si lo escribiera correctamente equivaldría a eén eén twee o uno uno dos. El número que decía es el número de emergencias para toda la Unión Europea, similar al 911 americano. Ella no hacía más que repetirlo pero nadie le hacía caso. Nadie llamaba para pedir ayuda. Todos se limitaban a mirar. Finalmente le dieron un teléfono e hizo la llamada. Informó del problema y cuando acabó dijo que había una ambulancia en camino.

    La protagonista seguía inconsciente en el suelo. Al menos no sangraba. Estaba allí tirada, en el pasillo principal del restaurante. Seguían entrando clientes, así que los camareros se organizaron para desviarlos al otro pasillo. La mujer que había llamado no permitió que tocaran o movieran a la desmayada, así que aquella vía estaba bloqueada. La escena era surrealista. Entraba gente y la hacían dar un pequeño rodeo y los sentaban en mesas como si no pasara nada, mientras todos podíamos ver a la mujer inconsciente en el suelo. El surrealismo alcanzó su punto culminante cuando nos trajeron la pizza y el calzone que habíamos pedido. Nos encontramos con la comida en la mesa y aquel cuadro justo detrás de mí. Pasaron los minutos y allí no pasaba nada. La señora seguía en el suelo y pasada la emoción inicial, el hambre sustituyó a la curiosidad y los clientes volvieron a lo suyo. Después de diez minutos comenzaron a dar cachetones a la mujer y consiguieron despertarla. El hombre le explicó que se había desmayado dándose un tremendo cocazo contra la columna (nota: no he encontrado la palabra cocazo en el diccionario de la RAE pero he encontrado que en Latinoamérica es cocotazo. Seguramente la versión canaria viene de esa palabra. Para los que aún no sepan de lo que hablo, es lo que en España se denomina coscorrón). La mujer siguió en el suelo diez minutos más, consciente, sin mover la cabeza. Los camareros venían de vez en cuando para mirar como iba nuestra cena y de paso le preguntaban a la señora si estaba bien.

    Había pasado cerca de media hora cuando se agotó su paciencia y decidió levantarse. En todo ese tiempo la prometida ambulancia no hizo acto de presencia. Se sentó en una silla y le trajeron un té. Parece que le dolía bastante la cabeza, lo cual no es de extrañar vista la hostia que se metió. Se tomó el té y seguían sin dejarse ver los de primeros auxilios. El encargado del restaurante le dijo que se sentara en una mesa a esperarlos, pero ella estaba indispuesta y quería irse a casa. Al final se fueron. Creo que todos los que trabajaban en aquel sitio suspiraron aliviados. Nosotros aún seguimos allí dentro más de una hora y en todo ese tiempo ni llamaron ni vinieron los de urgencias. Ese fue el día en el que acabé por convencerme que como los servicios médicos de un país tercermundista como es España no hay nada. Ese día también decidí que cuando tenga un problema médico, me cojo un avión y me vuelvo a mi tierra para que me vean los médicos de allí.

    Nunca hemos vuelto a ese restaurante. Mi amiga la peruana dice que siempre que vamos a algún lado juntos pasan cosas extrañas y ese sitio nos da mal rollo a los dos …

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