Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo
Merry Christmas and a Happy New Year
Prettige Kerstdagen en een Gelukkig Nieuwjaar
Bienvenidos a Distorsiones. Ya sé que debería haber escrito una introducción hace mucho tiempo, pero no lo he hecho hasta ahora porque Distorsiones ha ído creciendo de forma incontrolada y yo soy únicamente el conductor de este autobús sin rumbo ni destino.
Distorsiones comenzó en 1999, concretamente el 29 de Noviembre de ese año. Fue el día que comencé una lista de distribución en OneList. Ya en ese momento sabía que tarde o temprano abandonaría España y me iría a vivir al extranjero. También en esa época decidí que la mejor forma de mantener informados a mis amigos y familia era a través de este sistema. Era la forma más sencilla. OneList fue comprado por eGroups y estos a su vez por Yahoo. Eran los años del boom de las punto.com
Mientras eso sucedía yo me fui a vivir a los Países Bajos, en donde resido actualmente. Distorsiones, la lista de distribución, se convirtió en una gacetilla en la que informaba a mi gente de lo que veía y de como lo veía. El subtítulo de ese grupo es, ha sido y será «Nada es lo que parece«. Es el mismo que tiene este web, sólo que no lo podéis ver en la actualidad. ?nicamente los que acceden a través de Bloglines u otros sistemas de lectura de contenidos sindicados pueden verlo.
Con el tiempo, registré el dominio Distorsiones y creé una página para poner fotos y poder compartir con mi gente los momentos que capturaba. Distorsiones seguía siendo un pequeño reducto escondido que conocían unos pocos. Las fotos fueron creciendo en número y por culpa de los buscadores comenzaron a ser visitadas por otra gente.
Luego descubrí las bitácoras y quedé fascinado por las posibilidades que ofrecían. Primero creé una en Blogger llamada como os podréis imaginar Distorsiones y comencé a publicar algunos de los correos que solía enviar a través de la lista de distribución. Echándole horas logré poner las fotos y las historias en el mismo lugar, aunque su diseño era muy casero y actualizar tomaba una eternidad. A finales del año pasado, buscando la forma de reducir el esfuerzo vine a dar con los portales de contenido (CMS) y me enamoré del formato. Probé absolutamente todos los que habían disponibles antes de elegir Xoops.
Así llegamos a febrero del 2004 en el que Distorsiones, en la forma en la que muestra actualmente, vio la luz. Un lugar en el que descargar lo que cruza por mi imaginación, un lugar en el que compartir recuerdos, contar historias y enseñar fotos. Un lugar en el que hacer preguntas disparatadas con respuestas imposibles e interactuar con la gente.
Desde Febrero hasta hoy han llegado nuevos visitantes y algunos de ellos se han quedado. Gente que no conoce esta historia, gente que no sabe por qué existe Distorsiones. Espero que me perdonéis por haber hecho esta introducción tan tarde y que aceptéis esta historia que os debía desde hace tiempo.
La lista de distribución sigue existiendo. Hay 42 miembros y sigo mandándoles un correo con el resumen de lo que he escrito durante la semana. Algunos de los que reciben ese correo comentan en la bitácora y otros comentan por correo o cuando me ven. Algunos ya no leen la bitácora y otros son fieles lectores. Algunos imprimen lo que escribo y lo leen en casa y otros lo hacen desde el trabajo. Todos ellos (o casi todos) me conocen personalmente. Aunque escriba como sulaco, todos mis amigos saben de la existencia de este lugar, al igual que mi familia y compañeros de trabajo. Nunca lo he ocultado. Todos saben también que yo «distorsiono» y que mi realidad no necesariamente es como la de los demás.
La Real Academia Española define distorsión como:
Acción de torcer o desequilibrar la disposición de figuras en general o de elementos artísticos, o de presentar o interpretar hechos, intenciones, etc., deformándolos de modo intencionado.
Eso es exactamente lo que sucede aquí. Nada es lo que parece. Yo veo la realidad y la interpreto a mi manera. De una forma totalmente subjetiva. Con la rabia, la pasión, la piedad, la ira, el desprecio, la alegría que exista en ese momento. Comparto instantes con un grupo muy determinado de gente: mis amigos, mi familia y los que de una forma o de otra han llegado a esta bitácora y se han quedado (o han seguido regresando). A veces invento, a veces cuento lo que veo, a veces copio y pego lo que he leído, pero siempre manipulándolo para que se adapte a mi forma de ver el mundo, distorsionándolo. Aquí no encontraréis nada más. Leeréis mi opinión sobre las películas que he visto, los libros que he leído, o simplemente los retratos de situaciones que suceden durante el día y que yo, desgraciadamente distorsiono, sin motivo aparente, únicamente para provocar alguna reacción en los que leen y para mi propio disfrute. Mi uso del idioma español es zafio y vulgar en ocasiones, pero si me conocierais en persona veríais que lo mismo sucede en vivo y en directo. Creo que el idioma está para usarlo, con las palabras «buenas» y las «malas».
Hay otro motivo para la existencia de este lugar. Me aterra el perder mi idioma, el español. Viviendo fuera de España soy consciente que cada día que pasa hay palabras que desaparecen para siempre de mi cabeza, que ya no soy capaz de recordar en mi lengua natal. En Distorsiones pongo esas palabras, las salvo para que no se vayan. Palabras raras, que leí en alguna ocasión y que están dando vueltas en mi cabeza, huyendo alocadamente del viento del olvido que las persigue implacable. Por descontado la utilizo inapropiadamente, las retuerzo y las pongo en contextos en los que no deberían estar, pero que le vamos a hacer, no doy para más.
Creo firmemente que cada persona ve la realidad de una forma diferente y todas esas variantes son válidas. Pueden ajustarse en mayor o menor medida a los hechos, pero están ahí y merecen un respeto. Eso es lo único que pido para esta bitácora. Un respeto a mi (ir)realidad.
Y acabo esta enorme disertación como la comencé. Bienvenidos a Distorsiones.
Navidad, Navidad. El rediseño de la bitácora para estas navidades ya está funcionando y como me temía, mis amigotes piensan que es inapropiado e indigno de una mente tan preclara como la mía.
Y aunque sin nieve, disfrutamos de temperaturas navideñas como podéis ver en la imagen (haced clic para verla en grande). No veas el frío que he pasado cuando he cogido la bicicleta para ir al trabajo. Se me han caído todas las ideas al suelo, congeladas. En el proceso también he perdido esos hermosos alerones laterales conocidos como orejas.
Me pregunto como podré volver a disfrutar escuchando el chipi chipi.
Aquellos que visitan Distorsiones a menudo, habrán visto que recientemente mi amigo anormal dejó un enigmático comentario que sólo decía chipi chipi. Supongo que habréis pensado que está un poco más ido que de costumbre, lo cual no es de extrañar.
La verdad es que su comentario pretendía ser una crítica a mis exquisitos gustos musicales. Estoy enganchado como una perra al chipi chipi, canción que pertenece a la banda sonora de Diarios de motocicleta, película que he visto esta semana. El susodicho tema es cantado en la película por la archifamosa en su vecindario y alrededores Maria Esther Zamora. La canción es de esas pachangueras de verbena de pueblo. Mi amigo anormal pretende que yo sea un ejemplo viviente en gustos musicales y me intenta imponer sus gustos raperos, cuando la verdad, cuatro años y medio viviendo fuera de España me han transtornado bastante y me han aproximado más a esas canciones antológicas de nuestro folclore.
Hecho de menos esas maravillosas canciones de Georgie Dann que tarareábamos todos los veranos. Ahora ya no queda nada de eso, sólo basura comercial para cerebros tarados que nos imponen las multinacionales. Lo de Georgie Dann tenía más mérito. Ese hombre conseguía año tras años retratar de una forma diferente los problemas que tenían las chicas a la hora de fornicar convenientemente, con aquellos títulos míticos como «Mami que será lo que tiene el negro» (se puede decir más alto pero no más claro), «el africano», «el negro no puede», «la gaita» y similares. Su música era zafia y pegadiza, algo que ya no existe hoy en día. ATENCI?N: los que se atrevan a entrar en el web de Georgie Dann pueden sufrir daños irreparables en su cerebro. Quedan avisados.
Cómo aún habrá quien dude de la calidad del chipi chipi, espero que el enlace anterior os pemita escuchar un poco. Si falla ese enlace, probad este otro (es la cuarta canción). Y yo seguiré tarareando la pegadiza tonada durante todo el día mientras meneo suavemente mi traserillo.