Aquellos que no sean fuertes de corazón y/o que padezcan enfermedades cardíacas quizás no deberían leer esto. Esos otros que a lo largo de las últimas semanas han desarrollado vínculos afectivos de dudosa procedencia con ese ser nacido de los insondables fangos de la infamia, quizás no deberían leer esto. Estáis todos avisados.
Parece ser oficial. El pasado miércoles tras la clase de neerlandés, pude notar y noté que la profesora se quedaba discutiendo con LaMasmo. La razón era la negativa de ésta última a comprarse el nuevo libro que necesitamos, aduciendo que puesto que se cambiaba a otra escuela en Enero en la que se iba a utilizar otro material docente, no le merecía la pena el oneroso estipendio de veinticinco euros. Mi profesora, que carece del don del entendimiento, le reprochaba que sin libro no podía venir a clase.
El viernes no apareció y tampoco hizo presencia hoy. En el recreo aproveché para sacar el tema de la gente que estaba hoy ausente, aprovechando mis sutiles dotes manipulatorias (tengamos en cuerpo presente que como poseedor del carnet de manipulador de alimentos estoy sobradamente cualificado para este tipo de tareas). Después de hacer un recorrido por los diferentes individuos que no habían acudido al evento, hice notar a mi divina profesora que se olvidaba de LaMasmo. Su respuesta fue más seca que un polvorón. «Esa estaba muy retrasada y no creo que vuelva«. Podréis comprender que me haya quedado frizado y casi sin fuerzas para escribir. Todas las esperanzas depositadas por mis amigotes y por mis sufridos lectores tiradas por los suelos holandeses y pisoteadas por una horda de vacas burros. Estoy tan consternado y compungido que no sé que decir.
Creo que esto marca el fin de una era y el comienzo de otra: «El postLaMasmo«, el más allá. ¿Habrá vida tras tamaña decepción? ¿Volveremos a sonreír? ¿Saldrá mañana el sol? No lo sé y esta noche tampoco quiero saberlo.
Quiero que sepáis que estoy convencido de que esto forma parte de una conspiración judeo masónica dirigida por el sanedrín chicharrero para impedir que la mujer más grande que ha dado el siglo XXI alcance el estrellato que se merece. Yo, que ya andaba preparando «LaMasmo, the musical«, estoy más perdido que una infanta en un Carrefour. Tendremos que vivir sin ella, sin la madre de todas las fotos …