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  • Dádivas a San Sulaco

    1 de diciembre de 2004

    Dádivas a San Sulaco de Hilversum
    Si lo cuento sin más saltarán los cuatro listillos que siempre comentan por aquí acusándome de mentiroso y trolero. Así que os remito a las pruebas superiores. Mirad la foto. Miradla bien. Admiradla.

    Es el primer resultado de mis divinas intercesiones como San Sulaco de Hilversum. Una caja con una selección de bombones de chocolate, aunque lo que a mí me ha tocado las fibras insensibles es la figurita de Origami con la que me han adornado la pequeña tarjeta agradeciendo el favor. Ella sabe que a mí me gusta mucho el matar el rato haciendo ese tipo de animalillos de papel. Siempre ha sido un hobby que saca de quicio a mis jefes, porque me encanta practicarlo en esas odiosas e infinitas reuniones que me la traen al fresco. A ver si mis amiguitos aprenden de una vez. Tomad nota, ¿eh? Tomad buena nota. Esto si que es un idioma universal y facilmente ininteligible por un inepto como yo. A ver cuando nos retratamos y me regaláis algo que valga la pena.

    El regalo me llegó esta tarde. La mismísima secretaria del Vicepresidente de nuestra división bajó a mi despacho. Mi compañero de oficina, que es más cobarde que Don Gato, salió por patas cuando la vio entrar. Por descontado supuso que me daban el finiquito hoy mismo. Estas mujeres no se mueven por nuestros niveles así como así. Además, es con diferencia la más guapa del edificio. Para los que os regodeáis con este tipo de detalles escabrosos, es de ascendencia asiática (Hong Kong) y está casada. Así que ahorraros los comentarios. Debido al secreto profesional del que disfrutamos todos los Santos, no os contaré en qué intercedí por ella, pero ayer era mi día de consulta y con mis supremos poderes le otorgué lo que quería. Por ser una chica V.I.P. trabajé un poco más de prisa de lo que suele ser habitual y desde ayer mismo vio cumplido su sueño. Hoy lo ha agradecido de esta forma.

    No creo que hubieran pasado ni tres minutos desde que se marchó para que empezara la gente a venir a preguntar lo que pasaba. Mi compañero tiene una lengua más venenosa que la de Carlos Pumares, que ya es decir. Por allí se pasaron el director del departamento así como todos los gerentes. Los que no pudieron venir, llamaron. Así que para evitar disgustos a la gente, puse el regalo en un pequeño altar y envié un correo en plan BCC o copia oculta informándoles de que hoy por hoy, si hay uno con la silla segura en la empresa, ese soy yo. Y de paso indicando que a partir de ahora, las intercesiones milagrosas de San Sulaco están gravadas con la voluntad de cada demandante y espero que sea una buena voluntad o no muevo una pestaña.

  • Aachen Kerstmarkt

    30 de noviembre de 2004

    Aachen Kerstmarkt
    El fin de semana pasado estuve en el mercado de Navidad de Aachen, ciudad fronteriza con los Países Bajos. Cruzábamos los dedos para que nevara, pero no hubo suerte y al final nos tuvimos que conformar con 7 grados y algo de lluvia por la tarde, pero en general estuvo muy bien.

    Para aquellos que nunca hayan estado en uno de estos mercados, o sea para la mayoría, se organizan por todas las ciudades alemanas y son muy populares. En ellos se pueden comprar infinidad de chucherías y regalillos que suelen tener en común el haber sido hechos a mano. O sea, nada de puestos de gitanos vendiendo juguetes made in China. Sólo cositas en las que un artesano ha invertido un tiempillo y algo de amor para después ponerlas a la venta. También quiere decir que los precios de las cosas que allí se ven suelen dar más de un susto.

    Así y todo, merece la pena visitarlos. El de Aachen es uno de los que más solera tienen en este lado de Alemania. Es visitado por un millón y medio de personas en las cuatro semanas que permanece abierto. El domingo, cuando nosotros paseábamos por allí, con el mercado que se caía de la gente que había, se podían escuchar infinidad de idiomas por las calles.

    En el paseo me atiborré a salchichas típicas alemanas, escasamente dos, sólo que cada una de ellas medía cincuenta centímetros. O sea, me endiñé un metro de salchicha tan alegremente. Lo acompañé y lo ayudé a bajar con Glüewein, ese vino alemán que se toma caliente y que entra sólo. Encima te lo dan en vasos de casi un cuarto de litro, con lo que al segundo tienes una alegría en el cuerpo increíble.

    En uno de los puestos compré mostaza. Este es un concepto nuevo y que seguro que nunca entenderéis, pero os juro que la mostaza artesanal es una de las cosas más deliciosas que existe. Suele venir en unos potitos de barro y dura una eternidad. El anterior bote se me había acabado hace unos meses y esto es algo que no se puede comprar en supermercados y que por alguna razón no se encuentra en Holanda. Vale cara, pero es dinero bien gastado. Mi padre, que dudaba de mi palabra cuando le dije que la probara al venir a visitarme a Holanda, acabó enviciado con ella. La anterior la compré en Amberes y pagué la friolera de veinticinco euros por un bote de 400 ml. Esta vez me ha costado un poco más barata, pero el bote también es más pequeño.

    Además de comprar mostaza y atiborrarme a salchicha y vino caliente, disfrutamos visitando iglesias y recorriendo las atestadas calles del mercado navideño. Si vivís por estas tierras o tenéis la oportunidad, visitad uno de esos mercados y no os arrepentiréis.

  • ¿Dónde está LaMasmo?

    29 de noviembre de 2004

    Aquellos que no sean fuertes de corazón y/o que padezcan enfermedades cardíacas quizás no deberían leer esto. Esos otros que a lo largo de las últimas semanas han desarrollado vínculos afectivos de dudosa procedencia con ese ser nacido de los insondables fangos de la infamia, quizás no deberían leer esto. Estáis todos avisados.

    Parece ser oficial. El pasado miércoles tras la clase de neerlandés, pude notar y noté que la profesora se quedaba discutiendo con LaMasmo. La razón era la negativa de ésta última a comprarse el nuevo libro que necesitamos, aduciendo que puesto que se cambiaba a otra escuela en Enero en la que se iba a utilizar otro material docente, no le merecía la pena el oneroso estipendio de veinticinco euros. Mi profesora, que carece del don del entendimiento, le reprochaba que sin libro no podía venir a clase.

    El viernes no apareció y tampoco hizo presencia hoy. En el recreo aproveché para sacar el tema de la gente que estaba hoy ausente, aprovechando mis sutiles dotes manipulatorias (tengamos en cuerpo presente que como poseedor del carnet de manipulador de alimentos estoy sobradamente cualificado para este tipo de tareas). Después de hacer un recorrido por los diferentes individuos que no habían acudido al evento, hice notar a mi divina profesora que se olvidaba de LaMasmo. Su respuesta fue más seca que un polvorón. «Esa estaba muy retrasada y no creo que vuelva«. Podréis comprender que me haya quedado frizado y casi sin fuerzas para escribir. Todas las esperanzas depositadas por mis amigotes y por mis sufridos lectores tiradas por los suelos holandeses y pisoteadas por una horda de vacas burros. Estoy tan consternado y compungido que no sé que decir.

    Creo que esto marca el fin de una era y el comienzo de otra: «El postLaMasmo«, el más allá. ¿Habrá vida tras tamaña decepción? ¿Volveremos a sonreír? ¿Saldrá mañana el sol? No lo sé y esta noche tampoco quiero saberlo.

    Quiero que sepáis que estoy convencido de que esto forma parte de una conspiración judeo masónica dirigida por el sanedrín chicharrero para impedir que la mujer más grande que ha dado el siglo XXI alcance el estrellato que se merece. Yo, que ya andaba preparando «LaMasmo, the musical«, estoy más perdido que una infanta en un Carrefour. Tendremos que vivir sin ella, sin la madre de todas las fotos …

  • The Forgotten – Misteriosa obsesión

    28 de noviembre de 2004

    Como es habitual, peli de «terror» que hay en cartel, peli de terror que veo. Y así me va, me cago en la hostia. Es que uno no gana para disgustos. La última decepción ha sido  The Forgotten, título masacrado al traducirlo al español por algún hijo de mala madre como Misteriosa Obsesión. Espero que el traductor coja la sífilis pronto.

    Bueno, centrémonos en el tema. Una supuesta tipa, interpretada malamente por una Julianne Moore que destroza su personaje y hace una interpretación patética y digna de olvidar. La susodicha recuerda a su hijo muerto mientras que el resto del universo universal se empeña en decirle que ella no ha tenido hijo alguno y que todo es una ilusión paranoica. Su marido, Anthony Edwards, trata de ayudarla y convencerla de que el niño no existe. Lo peor de Anthony Edwards es que ha perdido todo el pelo, está como una bola de billar. ¡Ay que penita me dio verlo así!

    Del resto de panolis que salen, destacar a Gary Sinise que siempre es muy eficaz aunque aquí no se ha lucido. Este engendro ha sido dirigido por un tal Joseph Ruben, del que quizás recordaréis Durmiendo con su enemigo.

    Hay cinco sustos en la película. El primero está bien conseguido, pero los otros son patéticos y en lugar de miedo me provocaron un ataque de risa incontenible. Por Dios, que basura más grande. No perdáis ni vuestro tiempo ni vuestro dinero en esto.
    gallifantegallifante

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