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    11 de octubre de 2004

    Dios sabe que lo he intentado. Desde el pasado 22 de Septiembre no he escrito nada en la categoría de desvaríos siguiendo los sagrados consejos de amigas que insisten en que mi vena ordinaria y vulgar mancha mi trabajo y lo estigmatiza peligrosamente. Pero ya no puedo más, tengo que escribirlo o reviento. Así que vosotros, los que no apreciais ese tipo de entradas, zafias y genuinamente vulgares, aún estáis a tiempo de ver otra cosa, como la mejor página en internet.

    ¿Seguís ahí? Bueno. Por supuesto voy a hablar de una de mis compañeras de clase de holandés. El viernes ya estuve a punto de hacerlo, pero me salvó el resfriado. Hoy no hay excusa que valga. El pasado viernes crucé la línea del no-retorno. Una de las tías que se han embarcado en la aventura del neerlandés conmigo es bastante peculiar, por decirlo de una forma suave.

    Exhaustivas investigaciones llevadas a cabo por un equipo de profesionales han arrojado los siguientes datos: nació en Rusia, aunque de ascendencia judía, o lo que es lo mismo, era judía porque ellos jamás reconocen la nacionalidad de los países en los que viven. A la tierna edad de ocho años su familia se marchó a Israel (donde los judíos) y se estableció allí, junto con millares de judíos rusos. Ya mayor de edad se marchó de Israel de vuelta a Rusia en donde estudió 5 años (CINCO A?OS) de aerobic. [[Interludio]] Que le corten los huevos a todos mis amigos si miento. Cuando nos lo dijo flipamos. Jamás pude imaginar que lo del sagrado y complejo mundo del aerobic diera para tanto. Cinco putos años para dar brincos frente a una banda de celulíticas mientras bailan con el Toa, toa toa de Jesulín [[fin del interludio]]. Como lo del aerobic no fue suficiente y hoy en día una sola carrera superior no lleva a nada, al terminar la licenciatura se metió a diseñadora de moda. Otros cinco años. En esos estudios anda ahora la hija-de-la-gran-puta. De los cinco años de carrera como atleta profesional sacó mucho beneficio, especialmente en lo soberbio y sublime de sus michelines. Jamás he visto unas piezas tan redondeadas y bien formadas, tan sugestivas y repulsivamente sugerentes. A mí me queda la duda de si consiguió el título «con aprovechamiento» porque de ser así, debo recomendar encarecidamente la no práctica de semejante actividad deportiva, por los riesgos que conlleva. De su segunda carrera, la de diseñadora de moda, ha alcanzado cumbres inconcebibles para otras grandes maestras de ese gremio, como Agata ruín de la parda.

    El viernes, la muy desgraciada apareció de homenaje caústico y terrorífico de las Spice Girls. El modelo se denominaba «soy más puta que las gallinas de los huevos Kinder». De abajo arriba, zapatos deportivos rosados con suela de goma de unos quince centímetros, en plan Drag Queen a juego con medias rosa fluorescente que subían por los michelines inferiores y culminaban en minifalda azul a punto de explotar por ser cinco tallas muy pequeña, minifalda que a la altura del ombligo reventaba dando paso a un jersey rojo de lana secado en la secadora para asegurarse que encogía cien tallas al menos y que no conseguía contener los michelines superiores. Los michelines superiores ayudan a mantener el pecho erguido, ya que este descansa sobre ellos. También permiten el reposo de los brazos mediante sujeciones laterales. Es lo que algunas empresas automovilísticas denominan «airbag». Completaba el conjunto una diadema púrpura de la que salían unos adornos que sólo puedo definir como flores galácticas. La diadema iba a juego con la pintura de guerra púrpura en los ojos y en los labios. TE-RRO-RÍ-FI-CO. Con semejante conjunto hay que llegar a clase al menos cinco minutos tarde para que los compañeros te puedan admirar a gusto. El golpe a mi insensibilidad fue de tal magnitud que podría haber visto cinco horas seguidas de TVE Internacional si aún tuviera tele en mi casa.

    Hoy esperábamos ansiosos su aparición. De nuevo llegó tarde y si ya el viernes levantó murmullos de pasión, hoy nos hemos quitado el sombrero ante ella.

    El motivo de hoy se titulaba «Fantasía en las ciénagas del ocaso de tus sueños dándole a tu cuerpo alegría y cosas buenas». Constaba de botas de plástico con motivos floreados muy útiles para cruzar el charco o andar por lodazales. Las botas eran el mismo modelo que puede tener cualquier pescador, sólo que ellas les había dado el toque chic. De las botas surgían unas medias verde-limón. Las medias brillaban tanto que me cegaron durante unos instantes, hasta que mis ojos se adaptaron al cambio de luz. Las medias se escondían en una minifalda vaquera robada a la Barbie-putorra y que de lo pequeña que era me dejó ver y admirar y gozar y disfrutar de sus bragas blancas tamaño maxi-enorme. Las bragas se marcaban perfectamente por fuera de la minifalda, aunque yo soy un inculto y por descontado que formaban parte del efecto mediático que la susodicha pretendía conseguir. El hemisferio superior lo tapaba con un algo indefinido de color canelo, que aspiraba a cubrir los michelines y la raja del culo, aunque fallaba en sus aspiraciones. Ese algo dejaba el tetamen casi al aire y se extendía hacia la cabeza en forma de bufanda de pelo del coño de su puta madre o animal parecido. La cosa esa que se arrollaba en la cabeza debía ser jodidamente incómoda, pero ella aguantó las tres horas comiendo pelos de aquello sin inmutarse. En la cabeza llevaba otra diadema, esta sin apéndices exteriores, en un casto rojo indómito y el pelo se lo había arreglado en dos coletas a lo Pipi Calzaslargas en versión sucia y repentinamente repugnante. El maquillaje de ojos era en tonos verdes, a juego con los lazos de las coletas y los labios rojos a juego con la diadema. Todo el conjunto iba cubierto por un abrigo largo hecho con bolsas de basura negras y azules o algo similar.

    Huelga decir que nos dejó a todos sin habla. Le auguro un carrerón como diseñadora, aún más grande que el que ha hecho como profesora de aerobic.

  • Piña asada

    10 de octubre de 2004

    Con la llegada del otoño aquí arriba, llegan también las piñas al mercado. Cuando hablo de piñas me refiero a las mazorcas de maíz, o millo, como lo conocemos en las Canarias. Son unas piñas deliciosamente dulces y que nunca me canso de comer. De hecho, llevo tres semanas a base de una piña diaria. Las como en múltiples formas: desgranadas y pasando el millo por la plancha, hervidas y untadas con mantequilla (a lo Kentucky), en caldo de millo y sobre todo, asadas, que son las que hoy nos ocupan.

    La piña asada es lo más tonto que se puede cocinar. Sólo hay que clavarla a algo (un palo de madera es lo ideal) y ponerla sobre el fuego. Por descontado, los que tengan vitrocerámica ya se pueden olvidar de esto. En asaderos es también una delicia que se puede hacer mientras charlamos junto a las brasas. Por alguna razón el preparar el millo así me recuerda a mi abuela. La veo en la cocina, preparando la comida. Lo mismo sucede cuando hago castañas asadas. Recuerdo que mi abuela me subía en una silla para que yo me asara la piña. Era una tarea harto importante y que requería una concentración máxima.

    Como podéis ver en la foto, lo único que hay que hacer es poner la piña al fuego e ir dándole vueltas lentamente. En unos cinco minutos estará lista (o incluso antes si no os gusta muy hecha). A mí me encanta tostadita. Cuando ya está asada, le pongo un poco de sal fina y en ocasiones la unto con mantequilla. Está para chuparse los dedos. El palito que uso es un palillo de comida china de Ikea, que ha culminado su carrera como utensilio de cocina en esta tarea.

    Si nunca las habéis probado, la próxima vez que vayáis a un asadero, compraros un par de ellas y probad. Y si tenéis cocina de gas no tendréis que esperar tanto, lo podéis hacer mañana mismo.

    Si quieres ver otras recetas que he cocinado puedes ir al índice de Mi pequeño libro de recetas de cocina y allí tienes la lista completa

  • Young Adam

    9 de octubre de 2004

    A veces cuando vas al cine te dejas llevar por el cartel de una película y entras sin tener ni idea de qué va la cosa. A veces sale bien y a veces no. Young Adam, la película que vi en esta ocasión pertenece al último grupo. Entré en la sala porque Ewan McGregor es un actor conocido y que me cae simpático y porque el cartel evocaba un no-se-qué de antiguas películas. En su lugar, el malnacido del director, un tal David Mackenzie nos regala una aburrida historia sobre un tío que se folla todo lo que se mueve en la pantalla, una tía que es tonta del culo y poco más. Es una hora y media perdida en la que lo único interesante es el sexo y no hay mucho (al menos explícito). La historia está ambientada en su mayor parte en un barco de transporte por ríos. Si no es por la bolsa de palomitas de maíz que me compré, me duermo en la sala.

    No hay más que decir. Si padeces problemas de insomnio o si buscas refugio porque fuera está lloviendo o nevando sin parar, entonces entra a verla. En cualquier otro caso, abstente. Si queréis más información en español, haced clic aquí.
    gallifante

  • Así comenzó todo …

    8 de octubre de 2004

    Creo que es justo recordar un poco de historia en mi primer post via WiFi.
    En el año 2000 yo trrabajaba en Lucent, aquí en los Países Bajos. Estaba en Hilversum, en los cuarteles generales para EMEA (Europe, Middle East and Africa) de la división de Switching y Networking. Habían otras divisiones de la compañía en este país. Al entrar a trabajar en Lucent había un curso obligatorio para todos los empleados en el que nos enseñaban un poco la empresa. Era el bautismo en la cultura de la empresa, dos días en los que nos quedábamos en un hotel y nos iban llevando por todas las sedes holandesas. Como yo era un empleado que no hablaba la lengua bárbara, aquí conocida como Nederlands, hice el curso con un grupo de extranjeros como yo. Recuerdo que fue justo antes de navidades, en la semana en que yo volvía a casa como el turrón El Lobo.

    Uno de los lugares que visitamos en esos días fue el edificio de Nieuwegein, al sur de Utrecht. En los meses siguientes aquella parte de la compañía se convirtió en lo que ahora se conoce como Agere. Cuando estuvimos allí, en diciembre del 2000, nos enseñaron la joya de la compañía: el WiFi. Aquella primera generación era tosca y abultaba bastante, pero quedamos encandilados. El ingeniero que hizo la presentación puso el portátil en una mesa enorme y que no tenía ningún tipo de conexión. El portátil estaba allí, aislado, sin ningún contacto con cables y sin embargo, en la pantalla que había frente a nosotros podíamos ver todo lo que el hombre hacía. Era como mágico. Aquello era el nacimiento comercial de esta tecnología. En Lucent creían que aquello sería la bomba, que cambiaría la concepción de la informática. Aquel era uno de los primeros edificios en el mundo en el que te podías mover por él sin perder la conexión y sin cables.


    Tenían razón en lo de que el invento sería la bomba. Se equivocaron en la forma de abordar el marketing y las ventas. Hoy en día la gente tiende a creer que Intel inventó la tecnología inalámbrica, pero Intel lo único que hizo fue copiar a Lucent / Agere. Estos últimos fueron tan soberbios y estúpidos que creyeron que dominarían el mercado sólo porque inventaron la tecnología. En estos momentos casi no hay tarjetas WiFi o portátiles con WiFi incorporado que usen chips Agere. Es la historia que se repite una y otra vez con Lucent. Tienen uno de los mejores laboratorios de investigación del mundo (Bell Labs) y una banda de necios en la parte comercial.

    También recuerdo que el ingeniero que hizo la presentación, un friki de cuidado, nos dijo en lo que estaban trabajando. La segunda generación serían tarjetas más pequeñas y la tercera sería un chip que se podría incorporar a los portátiles y evitar el usar tarjetas PCMCIA y similares. Nos contó que en el futuro la antena estaría alrededor de la pantalla del ordenador, o en el chasis. Tenía razón. Mi portátil del 2004 tiene el WiFi integrado. No hay antena visible.

    Nos enseñaron otra tecnología de Agere igualmente impactante. En la azotea del edificio había un antenón omnidireccional. Gracias a esa antena los empleados de Lucent se podían conectar a la red corporativa de la empresa desde distancias de hasta 25 Km (siempre que hubiera contacto visual), por supuesto usando antenas auxiliares. Aquello me parecía ciencia ficción. Salí de allí flipando en colores.

    Hoy para enviar esta entrada me he conectado a la red no protegida de alguien que aparece en mi ordenador como belking54g. Tengo 5 redes más disponibles en mi zona y de ellas al menos otra no está protegida.

    Este post es un modesto homenaje a todos los que hicieron esto posible …

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