Como hoy precisamente es la última clase de italiano antes de las vacaciones navideñas, alguien comentó que iba a llevar comida a la clase, concepto que quiere decir que iba a comprar algo de comida que llevar a la clase y una oportunidad de apabullar tan fabulosa no la puedo dejar escapar y decidí probar a hacer en mi casa Panettoncino, la versión individual del clásico italiano Panettone. Encontré tres recetas, todas distintas y en dos de ellas los tiempos de producción eran bastante largos porque primero hay que hacer una masa llamada biga que requiere de unas catorce horas de maceración. Me puse manos a la obra el sábado por la tarde/noche y como las casas holandesas no son como las italianas y no quería que el frío afecte el resultado, usé mi alfombra de terrario para dejar la masa calentita toda la noche. Por la mañana lucía espléndida y seguí con la receta y en cierto punto tenía que hacer los moldes individuales, con papel de hornear y ahí decidí improvisar y montarme unos chabacanos y definitivamente no fotogénicos pero que servirán de servilleta a la hora de comerlos. Me salieron doce Panettoncini rellenos con pasas blancas, arándanos rojos y trocitos de mago filipino, obviamente, todos secos. No es una de esas recetas que se hacen con frecuencia pero sí que resultó algo curioso y creo que exploraré lo de la biga para hacer otro tipo de panes ya que parece darle al pan una esponjosidad de fábula.

Después de preparar la anotación, que esto está escrito desde mucho antes de que saliera publicado, me acordé que el día anterior había procesado otra imagen que hice con otro de mis Panettoncini y como soy así de generoso, la dejo también por aquí. La primera foto está hecha con el Androitotorota y esta segunda con la cámara grande y controlando la profundidad de campo, que fue muy pero que muy baja para difuminar el fondo y darle un aspecto místico y misterioso.