Mi paso por Londres por movidas del currelo


La semana pasada estuve un par de días en Londres por culpa de las coñas medioambientales de mi empresa, que todos los años organiza un evento terrorífico al que me obligan a acudir porque al parecer, se rumorea que yo soy un experto en esas coñas. Son dos días con una noche de por medio de presentaciones interminables que te matan la ilusión por vivir, con temas aburridísimos y otros que ni siquiera te puedes imaginar que existen. No me voy a regodear en ese drama y nos centraremos en la parte lúdica del evento, que es ir y volver desde mi casa al aeropuerto de Heathrow, que resulta ser el mas cercano a la sede europeda de la multinacional que me mantiene desde hace más de una década y menos de dos. El tipo que organiza los cursos cada año los plantea en un horario diferente y este año se le ocurrió que comenzar a las doce y media de la tarde y acabar a las tres de la tarde del día siguiente era lo más óptimo y por eso, me pillé un avión a las diez y media de la mañana, ya que al viajar en contra del tiempo, la hora que pierdo en el vuelo la recupero con el cambio de zona horaria y desde el aeropuerto hasta la oficina de la empresa hay menos de veinte minutos. Salí de mi casa más o menos a la misma hora que siempre, sobre las siete de la mañana por aquello de estar en el aeropuerto al menos dos horas antes y tener un tiempo de reserva para los imprevistos. Fui en bici a la estación, desde allí en tren hasta el aeropuerto de Schiphol y en el trayecto aproveché para hacer mis ejercicios diarios de italiano en el duolingo y seguir con la racha de regularidad, que ya llevo quinientos sesenta y cinco días seguidos haciendo al menos tres ejercicios diarios. En el aeropuerto, accedí a la zona de la inspección y como los ingleses no están en Schengen, es la misma que para los gringos y los truscolanes y tienes que enseñar el pasaporte. Fui por el control de seguridad, después el de pasaporte y luego me acerqué a la puerta de embarque. El avión según mi tarjeta de embarque debía ser gigantesco, ya que estaba en la fila treinta y pico. En Holanda, esa mañana teníamos un triste día gris y con llovizna.

Despegando en Schiphol con lluvia

En el vídeo anterior tenemos el despegue del avión, que resultó ser un enorme Boeing 767 de antes de que Cristo-Rey se mudara a la cruz para crear la secta de los presuntos tocadores. El vídeo es como mágico porque habían gotas de agua en la ventana y desaparecen en uno de los grandes misterios de la vida. El vídeo acaba cuando entramos en la famosa nube esa, aunque por más que miré no encontré los vídeos con guarrerías que todos guardan por ahí. El vuelo en principio es de cuarenta y cinco minutos pero después te ponen a dar vueltas antes de aterrizar y acaba durando hora y media. Gracias a todos los dioses que Ryanair no vuela a ese aeropuerto o ya habrían caído un montón de aviones.

Aterrizaje en Heathrow

El vuelo transcurrió sin más incidencias y por supuesto, no hice uno, sino dos vídeos que gracias a la magia del iMovie combiné en uno solo. Ambos están acelerados (como el anterior). En el aterrizaje, primero tenemos un trozo en el que el avión se mueve justo encima de la nube, intentando cortarla con el ala y el piloto estaba desesperado buscando toda esa pornografia que guardáis por allí pero no tuvimos suerte. La segunda parte (o el segundo vídeo dentro del segundo vídeo) es el aterrizaje, cuando salimos de la nube y tocamos tierra en el aeropuerto londinense de Heathrow.

Despegando de London Heathrow

Después de las soporíferas sesiones de trabajo, mi regreso estaba previsto para las seis de la tarde y sobre las tres y pico me fui con un colega al aeropuerto. Esta vez el avión era de los más recientes y estaba petado. A mi lado se sentó un tío que tenía hasta músculos en los pelos de las cejas. En el vídeo anterior se puede ver el despegue y aquí hay que fijarse muy bien porque cuando quedan treinta y siete segundos para que acabe se puede ver en la parte inferior de la pantalla un CONCORDE, el avión ese terrorífico que tiene la peor estadística en todo el universo en cuanto a accidentes de aviones, ya que se hicieron un puñado escaso y murió un montón de gente. Esta vez el retraso fue en el despegue por congestión del aeropuerto pero recuperamos el tiempo en el vuelo y aterrizamos de un tirón y sin quince mil vueltas al aeropuerto.

Aterrizando en Schiphol por la tarde

Por una vez y sin que sirva de precedente, en el vídeo anterior aterrizamos en una pista que no es la jodida polderbaan que está a kilómetros del aeropuerto. El problema fue que estaba sentado del lado del sol y hay que echarle mucha ilusión para ver algo pero lo que sí se puede ver claramente y confirma las sospechas que tienen los doscientos que me mandan comentarios qeu modera el sistema de mi blog con información turística es que no hay UN PUTO CAMPO DE TULIPANES EN FLOR a finales de mayo, ya que la ruta de aterrizaje fue por la zona en la que un mes antes era un festival de colores.

Al salir del avión, nuevo control de pasaporte por regresar a Europa y después tuve más suerte que un tonto y pillé el tren al instante y me dio tiempo a regresar a Utrecht e ir al cine antes de volver a casa para al menos no perder por completo dos días de mi vida adquiriendo información sobre movidas que quedan muy bien de cara a la calle y la prensa pero que al final, aquí todos se pasan por el forro del trasero peludo.