Pedaleando junto a la luna de agosto


El domingo y ayer fui al cine por la tarde y ambos días, al regresar a mi keli, haciendo mi ruta con la bicicleta, veo en el cielo una luna enorme y naranja, de un color que definitivamente, no es el habitual en los Países Bajos. Debe haber algún tipo de calima en la atmósfera por aquí arriba porque esas lunas naranjas las veía con mucha frecuencia cuando vivía en Gran Canaria, pero por aquí nunca, que la luna nórdica es más bien paliducha o tirando al color ese azul de la luz chunga de oficina. Se veía además gigantesca, aunque al estar muy cerca del horizonte, el tamaño parece mayor y una vez trepa al cielo recupera el tamaño habitual. En mis ocho kilómetros de ruta, esa luna grande y preciosa me acompañaba mientras yo escuchaba un audiolibro y disfrutaba del fresco que ahora llega casi inmediatamente después de la puesta de sol, que comenzamos a tener una apreciable diferencia térmica entre el día y la noche, con temperaturas de tarde por encima de los veintitrés grados, que es cuando más calor hace y por la noche estamos rozando los diez grados, perfectos para dormir tan a gustito con la ventana abierta. Ayer pedaleaba con esa luna que me seguía y se reflejaba en el agua del canal y me hacía recordar a la película E.T. El extraterrestre – E.T. the Extra-Terrestrial, con aquella escena clásica de Elliott llevando al cáncamo aquel feisimo en la cesta de su bicicleta. Ya cerca de mi casa comencé a cruzar telas de arañas, que estamos en la época en la que súbitamente aparecen millones y millones de telas de arañas por todos lados, como si hubiera nacido una nueva camada y todas tienen la necesidad de tejer sus telas y eligen los carriles bici o los alrededores de las entradas a los jardines, algo a lo que cuesta acostumbrarse pero que ya no me da grima, que yo cruzo esas telas y las destruyo con mi paso sin inmutarme, aunque hace unos años, en mis primeras veces, comprobaba dieciséis veces todo mi cuerpo buscando la araña o arañas para matarlas.

Una cosa sí que es cierta, los días eternos ya se han ido. Vuelve a ser noche cerrada un poco después de las nueve y ya no tenemos el sol ese de las cuatro y pico de la mañana. El otoño ya toca a la puerta.


2 respuestas a “Pedaleando junto a la luna de agosto”

  1. Si, la influencia de Africa se extiende por toda Europa…
    Aquí, ya hay muchas hojas de Robles caídas, sobre todo en los sitios en que disponen de menos agua, y ya se presiente el Otoño, por esta época, a fin de Agosto, en la medida que los dias se acortan, siempre me entra «cosa», no es depresión, es «cosa»… 🙂
    Besos y salud

  2. A mí el otoño me gusta, teniendo en cuenta que este año casi no hemos tenido verano por mi tierra, está todo verde, así que el otoño se presenta bonito y un poco más fresco… mola.