Por más que corro no me pillo


Lo mío con los idiomas es para hacer una serie de cuatro o cinco temporadas. Me encanta estudiarlos pero después se me funden todos en el cabezón y al final lo que surge es algo que ni es lo mismo ni es igual. Resulta un milagro que mi español esté aguantando los palos que le doy, si tenemos en cuenta que en un día normal y en la primera hora del mismo, puedo comenzarlo pensando en inglés, saltar al español, tener ráfagas rápidas de mi neerlandés macarronésico y sondear expresiones y frases en italiano, idioma que me fascina porque es tan similar y al mismo tiempo tan diferente al español.

Ayer tenía la última clase del curso de italiano y acabamos con el tercer libro. Ya ni estoy seguro de si llevo tres o cuatro años estudiando esa lengua, solo sé que en algún momento de los últimos seis meses, algo encajó en la posición adecuada en mi cabeza y a partir de ahí comencé a crear frases, no a repetir como una cacatúa sino a generar cosas inéditas que están formadas por unidades de tamaño menor que conozco. Es siempre el momento mágico, ese en el que te das cuenta que el esfuerzo ha valido la pena.

Aunque hemos terminado con el libro más avanzado, continuaremos el año que viene, en un curso que ya no se centrará en enseñarnos la gramática básica sino en que la usemos de manera eficiente. Será a base de conversaciones, ejercicios específicos y muchos juegos. Parece que al final del camino hemos llegado un grupo muy interesante y todos están dispuestos a seguir. Ayer, acabado el libro, la lección fue escuchar una especie de novela radiofónica de un inspector francés que trata de resolver un crimen mientras habla con todos los sospechosos y divaga sobre la vida y tonterías parecidas. No sé de donde lo sacó el profesor pero apareció con una cinta de cassette, una reliquia pleistocénica que yo pensaba que ya no existía en la faz del planeta. El ejercicio en sí mismo fue divertido porque nos sacó de nuestra zona de confort, esa en la que más o menos sabes lo que tienes que decir, algo que por más que se lo repito a mis colegas de clase no lo pillan. No se trata de poder repetir las cosas del tema, se trata de que si estás en una situación extraordinaria, le puedas decir a la pelleja cómeme la polla … maja o te la voy a empetá hasta los pelos de los güevos con soltura y con gracia. Ahí es cuando dominas la lengua, no cuando dices la lluvia en Sevilla es una pura maravilla, eso lo puede decir hasta un infame truscolán.

Como esta semana (y ahora que lo pienso, la semana pasada y la anterior) mi vida no tiene nada de normal, cuando acabamos la lección salí por patas del colegio y pedaleé a todo meter para ir al cine. Iba al estreno universal, mundial, nacional, regional y local de Grace di Monaco en Italiano o Grace de Mónaco en español, aunque ando un poco confundido porque cuando era un enano imberbe y miraba la revista Pronto, juraría que en español a esa pava la llamaban Gracia de Mónaco.

En fin, que si ayer corrí como un gamo durante el día, hoy me he levantado a las seis menos diez y he llegado a la oficina el primero para poder marcharme antes ya que además de trabajar tengo que ir de compras, hacerme una sesión doble en el cine e intentar llegar a casa no demasiado tarde y mañana estaré aún más liado hasta que me siente en el avión y pueda por fin relajarme.

Y cambiando de tema y por poner algo más insubstancial y vulgar, ayer cuando viajaba desde Utrecht a Hilversum en el tren se me acerca a medio camino la revisora, me mira el billete y como yo estaba al final del primer tren, se sentó a mi lado. Yo estaba entretenido leyendo la gramática de la lección final de italiano y no le presté demasiada atención. De repente me llega a las fosas nasales un hedor profundo y concentrado a mierda de la buena y pienso: Jadelagranputa, tienes un tren enorme y precisamente te bufeas a mi lado, hay que ser truscolana, rastrera y malvada como ellos. Por supuesto no le dije nada pero entrecerré los ojos y le eché una mirada de mal de ojo.

Ese día, a la hora del almuerzo, el Moreno me pidió que lo acompañara a recoger uno de sus objetivos que estaban reparando, algo que todos sabemos ya que en una historia anterior yo conté que fui el encargado en dejarlo en el servicio técnico. Íbamos en el coche, por la autopista A27 y cuando pasamos por la misma zona en la que padecí el bufo de aquella pelleja mis fosas nasales vuelven a inundarse y se lo digo y se lo repito al Moreno: ¡Jodé, tío, si te quieres rajar, por lo menos baja la ventana, que me estás matando!

El me respondió: Yo no he sido, es el estiercol en los terrenos

En ese instante, una pequeña lucecita se encendió en mi cabezón. La pava revisora no me bufeó, se sentó a mi lado justo cuando el tren cruzó la nube tóxica del estiercol y lo que yo olí es la mierda que le ponen a los productos que se cultivan allí para que sean más biológicos. Casi que prefiero que les echen productos químicos, al menos no huelen tan mal …


8 respuestas a “Por más que corro no me pillo”

  1. Pobre chica, sin culpa ninguna. Qué envidia te tengo con los idiomas, además me encanta el italiano también, con el inglés es que no puedo, sobre todo hablarlo. Por cierto, el cabrón del recepcionista del hotel de Amsterdam cuando llegamos y nos habló en inglés rápido y al decirle que por favor lo repitiera más despacio, dijo spanish riéndose, como diciendo todos los españoles sois iguales, qué majo el tío, para recomendarlo, porque por lo menos lo de spanish, sí que lo entendí, Me cagué en sus muertos y punto, aunque la verdad es que los españoles ya de cierta edad, con la mierda de educación que nos daban en idiomas extranjeros, no tenemos ni puta idea, pero no hay que decirselo al turista en su cara, vamos, porque me imagino que los jóvenes tendrán otro nivel.

  2. darliz : Ayer me pasó a mi algo parecido, solo que al final acabó mejor. Llegan a mi trabajo una parejita, y yo con quien tenía que tratar era con el chico. Cuando me dirijo a él, me mira con cara rara y luego la mira a ella como pidiendo socorro. Ella me mira y suelta con cara de resignación: «es que solo habla inglés, así que tengo que ir con él a todas partes mientras estemos en España». Respuesta: «pues aquí te puedes relajar: Fulanito, Come here, please» .
    Ni os imaginais la cara de alivio.
    sulaco: Buen viaje. Ya me llegó el primer correo pero no me carga las fotos en miniatura, tuve que entrar por el enlace (da igual).

  3. darliz, alto ahí, sin generalizar !!!
    El 24, si no pasa nada, un año mas, conduciré mi viejo Ibiza unos 500km para celebrar mi cumpleaños, 73 tacos, pasaré unos días en casa de mi hija pequeña ,madre de mis dos nietos, hasta comeré con mi canadiense ex, como manda la tradición, llevo desde mi juventud dominando el inglés americano que aprendí desde 0 en Canadá, con el fui a la Universidad en Montreal, y me manejo bastante bien en italiano y francés, he tenido que trabajar por el mundo utilizando esos idiomas, incluido el español, claro, eso si, debo confesar que a estas alturas los tengo oxidándose bastante por no usarlos casi, también incluido el español 🙂
    Bueno, espero que ahora me sigáis tratando igual, nada de llamarme venerable anciano con recochineo, porque ni mental ni físicamente lo soy, afortunadamente, veremos cuanto duro así… 🙂
    Salud

  4. darliz, se me olvidaba, el recepcionista, por prepotente y maricona frustrada- casi seguro- y maleducada, merecía una patada en los huevos que yo le hubiera dado con gran satisfacción, al menos, verbalmente… 🙂
    Salud

  5. Genín: conozco gente de mi edad que es más «venerable anciano» que tú. Y felicidades por adelantado, que yo los sábados no me conecto y no quiero que se me pase. Muchos bicos gallegos 😉