El otro día paseaba yo por Amsterdam, larán, larán, larito ?? larán, larán, larito y tenía tres posibles caminos por los que podía continuar mi vida en las siguientes horas. Uno de ellos seguía una ruta de filmoteca, con cine para gafapastas en gabacho con subtítulos al neerlandés. Me atraía pero también me repelía porque dos películas seguidas leyendo es demasiado. Mi segundo camino era de pachín-pachán, cine supuestamente comercial y mi tercer camino requería irme junto al estadio ArenA y ver una película Indonesia y una comedia romántica para adolescentes. Por descontado elegí la tercera vía, ya que no solo me apetecía la combinación sino que la película Indonesia tenía la puntuación más alta de todas las candidatas en IMDb. Además, como iba a cierto concierto esa tarde, así ya estaba en el lugar. La película se llamaba originalmente Serbuan maut, aunque por aquí la conocemos por The Raid y en España no se estrenará jamás y llegará directamente a videoclubs de alquiler en agosto con la mierda de título de Redada asesina que se le debe haber ocurrido a alguno que ha chupado demasiadas pollas en su vida.

Un grupo de julay se mete en un residencial de Mordor y aquello parece más bien Caracas por la noche

Un grupo de fuerzas especiales de algún cuerpo policial indonesio entran en un edificio de apartamentos que está totalmente al margen de la jurisdicción de la ley, lleno de chusma y gentuza que no veas. Su misión es acabar con el dueño del complejo y a la vez jefe de muchos delincuentes. Lo que no saben es que el edificio es una trampa asesina y tendrán que matar y morir para lograr salir de allí.

Digámoslo de una manera clara. Esta es la mejor película de acción del siglo 21. Con una historia simple, entrar en un edificio, matar o capturar al jefe de los criminales y después salir, consiguen hacer una peli que te tiene agarrado a la butaca durante cien minutos, en la que gritas, aullas, aplaudes y hasta les pides a los que están en pantalla que hagan cosas que si te señalo con el dedo y lo cuentas lo negarás. El chute de adrenalina recibido con esta película es masivo. Las peleas son brutales, sangrientas, sádicas y se recrean en el sufrimiento de los que luchan. La acción no se detiene un solo instante y cuando crees que ya no te pueden sorprender más, reinventan el género del cine de acción y lucha una y otra vez. La lucha es mayormente con un arte marcial indonesio llamado Pencak Silat que parece inventado para el cine.

Después de haberla visto no puedo ir a ver cine de acción sin compararlo con esta película y con algunos de sus momentazos. Desconozco la cantidad de gente que murió en el edificio pero deben rondar el centenar, repartidos en varias plantas. La música está muy bien elegida, los diálogos son cortos, directos y simples y todos los actores (absolutamente desconocidos para un servidor) hacen un gran trabajo y transmiten las emociones adecuadas en los momentos oportunos.

Una auténtica joya que no hay que perderse. Una buena ocasión para invocar al Clan de los Orcos a casa de uno de los miembros, tener una asamblea y después gritar hasta quedarse afónicos mientras ven la película. No te la pierdas.