Rutinas


Esta mañana mi rutina habitual se trastocó o se optimizó y acabé saliendo de mi casa cinco minutos antes de tiempo. Normalmente, salgo tres o cuatro minutos después de las siete y vengo llegando a la estación central de Utrecht a las siete y diecinueve minutos, igual veinte o veintiuno. Mi tren sale a las veinticinco y llega a las siete y veinte así que tengo margen suficiente para recoger el periódico gratuito para un colega y sentarme en la última puerta del tren, en el asiento al que le deberían poner mi nombre ya que siempre voy en el mismo. Al salir de mi casa antes de las siete noté algo extraño. Habitualmente, en muchísimas casas según voy hacia la estación hay luces encendidas, la gente está en sus baños echando el jiñote o tomando café y tienes la sensación de ir por calles con vida. Hoy, en el primer tramo, todas las casas estaban con las luces apagadas, seguían durmiendo esperando por sus alarmas.

Somos rutinarios y regulares. Hacemos un montón de cosas con horarios muy bien delimitados. Nos reímos de esos animales que repiten cosas y si nos miramos la chepa, veremos que nosotros también lo hacemos. Exáctamente a las siete de la mañana, si estás en la sala de control de una central eléctrica, puedes ver el instante en el que se produce un pico de carga brutal, cuando todo el mundo comienza a encender luces en sus casas, cafeteras, cocinas eléctricas, calefacciones, termos, ordenadores y demás. A esa misma hora, el sistema de alcantarillado recibe un tsunami de truscos, cuando muchísimos se sientan en sus tronos a jiñar. En las carreteras, no hay atasco alguno y de repente surge de la nada. En Holanda tardan un cuarto de hora en ir de cero kilómetros de caravanas en todo el país a más de cien kilómetros repartidos por todas las autopistas y eso en un día normal, en un día complicado, pueden ser dos, tres o cuatro cientos kilómetros.

No solo somos animales rutinarios. Odiamos los cambios. Los detestamos. Tenemos una actitud agresiva contra los mismos. En la multinacional en la que trabajo, cada vez que algún alto cargo tiene una idea feliz, el populacho recibe un correo avisándoles de una o múltiples reuniones y para tranquilizar a todos, en la línea reservada al asunto siempre añaden SOLO CAMBIOS y así los más miedosos y los que ven como su universo se tambalea ante algo que puede o no que suceda, se pueden ir preparando.

En mi universo, la gente que trata conmigo ha de entrenarse en la irregularidad porque soy regularmente irregular, cambio de ruta, de opinión, de todo de un día para otro y sin que se llegue a saber la razón. Aunque tengo mis rutinas y uno puede poner en hora su reloj conmigo si las conoce, también tengo un fuerte componente de caos irregular, de hacer y deshacer. Por más que cambie, sé de buena tinta que hasta mis cambios son rutinarios, por más que lleve un módulo igual al del resto que me haga pensar que soy super especial y tal y tal ….


2 respuestas a “Rutinas”

  1. Las rutinas nos tranquilizan. Y nos enseñan a valorar cuando nos salimos de ellas.