Saltando a Nha Trang


El relato comenzó en El salto a Hanoi

Nuevamente me ponía en movimiento y cogía un avión para saltar a otro lugar de Vietnam. Conseguí billete para un vuelo que salía a las SEIS de la mañana, un horario criminal y que me obligaba a dejar el hotel en Hoi An sobre las cuatro para ir al aeropuerto de Danang, el cual está a casi una hora. Cuando bajé a la recepción del hotel me esperaba el coche que me iba a llevar. En el hotel me prepararon una bolsa con el desayuno la cual les pedí que fueran mayormente frutas. A las cuatro todavía es de noche pero la luna iluminaba el camino. Saliendo de Hoi An nos cruzamos con un búho o una lechuza cazando, volando paralelo a la carretera. Si mi amigo el Moreno está allí, para el coche y se pone a hacer fotos. Todo el tráfico que había a esa hora parecía ser de taxis que iban en la misma dirección que nosotros solo que por algún macabro requiebro en mi destino, siempre me toca el que conduce más alocadamente y adelanta a todo el mundo. Me dejó en el inmenso vestíbulo de Salidas del aeropuerto de Danang a las cinco menos diez. Facturé mi mochila y antes de pasar el control de seguridad me apresté a comerme mi bandeja de frutas, las cuales estaban deliciosas y beberme la botella de agua. A mi lado unos franceses hacían lo mismo.

Tras el control de seguridad di un paseo por la terminal, un edificio moderno y francamente bien hecho y después aproveché para chatear con el Rubio y mi profesor de italiano, que a esas horas o se habían ido a dormir aún en Europa. Por supuesto usé la conexión Wifi gratuita que hay en el aeropuerto ya que allí no quieren que los comparen con los miserables y roñosos de Aena, que prefieren gastarse el dinero en construir un aeropuerto inviable cada dos calles en lugar de tener unos pocos con buenos servicios y que no diseñen comemierdas que odian a los pasajeros. Un buen ejemplo de esos es el Mausoleo faraónico de Madrid o la cagada de Málaga.

El avión para este trayecto era un ATR-72, un turbohélice como los de Vintre de Alquiler, la compañía que vuela en las islas Canarias. A la misma hora salía otro vuelo para un lugar montañoso en Vietnam y pronto anunciaron que se retrasaba por mal tiempo. El nuestro embarcó en hora, cerraron puertas, arrancaron motores, avanzamos por la pista y ahí nos quedamos un rato largo ya que al parecer habían ejercicios de aviones del ejercito y no nos permitían el despegue. A mí me dio el jamacullo y me desperté cuando la azafata pasó regalando la botella de agua y recordándonos a todos que ellos no son una de esas compañías miserables que NO DAN NI AGUA a los pasajeros. Mi billete me costó muy barato, tanto que hasta pensé que igual le debía dejar cinco leuros de propina. Lo compré y pagué usando el iPad, ese dispositivo mágico y maravilloso. Intenté comprar los billetes desde el PC que tenían en mi habitación de Hanoi pero el puto dispositivo obsoleto no lo logró.

Una hora y algo después de despegar aterrizamos en el nuevo aeropuerto de Nha Trang, situado a treinta y cinco kilómetros de la ciudad. Técnicamente me venían a recoger pero al salir comprobé que allí no había nadie. Después de llamar al hotel, me dijeron que la cagaron hasta el fondo y que nadie me había ido a recoger así que tomara un taxi y ellos pagaban la diferencia. Cogí uno de ellos y tres cuartos de hora más tarde llegaba al Hotel Carpe DM. La habitación fabulosa, la ubicación en una calle tranquila en el centro turístico y como mi idea era pasarlo en la playa, no necesitaba más.

Ese día lo único que hice fue atorrarme en la playa. Desayuné en el Le Spot Bar, el cual recomendaban en mi guía de viajes pero que no me pareció gran cosa, salvo por cuatro rusos desayunando vasos de vodka con coctel de gambas. Esa noche cené en el Restaurante Lanterns, el cual estaba en tercera posición en la clasificación de restaurantes de la ciudad. Aunque la comida estuvo bien, estaban a milenios luz de los restaurantes de Hoi An y las chochas que atienden dejaban muchísimo que desear.

Así concluyo mi primer día de playa en Nha Trang.

El relato continúa en Catedral, Buda y playa

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5 respuestas a “Saltando a Nha Trang”

  1. ?se desayuno tiene que tener alguna consecuencia. Me gustaría averiguarlo, si no fuera porque no me gusta el alcohol (y menos el Vodka).

  2. Para los rusos, el vodka es como el agua, ni les afecta, hace un par de olimpiadas un ruso ganá un montón de medallas en gimnasia masculina, incluido anillas, pues el muchacho cada día antes de ir al pabellón a competir se jincaba n+m vasos de vodka, y luego a saltar y dar vueltas en las anilas como si nada.

  3. No me levanto yo a las cuatro de la mañana para pasar el día en una playaaaaaaaaa vamos!!!!!! Mmmm bueno, es que realmente no me levantaría a ninguna hora para ir a torrarme (literalmente, quemaduras intensas para nada).