En las semanas que estuve de vacaciones volvieron a poner en las pantallas del cine un par de películas que me jodió no verlas porque son de esas que recordamos como grandes clásicos. Por suerte, una de ellas la volvieron a poner un domingo por la mañana y me planté en el cine con ilusión y fantasía para regresar a un pasado que parece muy lejano, ya que es una película bélica del año 1998, que en aquella época ni existía el mejor blog sin premios en castellano. La película se titula Saving Private Ryan y seguramente la conocéis como Salvar al soldado Ryan y no hay más que mirar el poster para reconocer a uno de los protagonistas.
Un puñado de julays las pasan putas y canutas buscando a un panoli metrosexual en la periferia
Comenzamos con el inicio del desembarco en Normandía del día D en una de las escenas bélicas más épicas y fantásticas que se han rodado en la historia del cine. Hay que tener mucho estómago para no quitar la mirada de la pantalla en algunos momentos porque es una sucesión infinita de crueldades. Después, ya dentro de la historia, tenemos que a un sargento y su pelotón les asignan una misión estúpida, buscar a un paracaidista que no saben en donde cayó y salvarlo porque por casualidades del destino, sus otros tres hermanos han muerto en otras batallas y se informó a su madre de la pérdida de tres de sus cuatro hijos y la pobre mujer lo lleva muy mal, aunque eso sí, es una de las escenas de dolor más bellas que se han hecho. A partir de ahí, los soldados irán recorriendo la Francia ocupada y desocupada, luchando, buscando y siguiendo pistas y en ocasiones cometiendo errores para encontrar al soldado Ryan.
Entré en el cine pensando que iba a ver un clásico y salí del cine con la certeza que pese al tiempo, sigue siendo un clásico. Los primeros veinte minutos, la escena del desembarco, sigue siendo la mejor escena rodada en una película bélica en la historia del cine. Te deja sin aliento. Steven Spielberg ha demostrado tantas veces que es uno de los mejores directores del universo que cuando uno vuelve a revisitar sus películas, se vuelve a maravillar con los planos, con la dinámica de la historia, con los movimientos de la cámara, con la música que siempre parece encajar perfectamente y con los actores, a los que les saca actuaciones épicas, como la de Tom Hanks, que está épico y legendario en esta película, o incluso la del cacho de carne con ojos que es Matt Damon, que seguramente solo tiene esta película en su currículum de actor, ya que el resto es más bien hecho con cromos y posters suyos. Flipé con un jovencito Vin Diesel, YA CALVO Y TODO, que lo hace super-bien. El supuesto protagonista es Edward Burns, que se supone que iba a ser uno de los más grandes actores del universo y que después de esto cayó en el olvido y en las series de televisión. La banda sonora es por supuesto de san John Williams, el maestro entre maestros. No voy a decir más, esto es un clásico.
Seas un miembro del Clan de los Orcos o un sub-intelectual con GafaPasta, esto es CINE y hay que verlo obligatoriamente.
Una respuesta a “Salvar al soldado Ryan – Saving Private Ryan”
Totalmente de acuerdo 🙂
Salud