Ten cuidado si me das, que yo devuelvo con intereses


Al hilo de lo de ayer y particularmente de los comentarios, de cuando en cuando a lo largo de tu vida, te cruzas con una de esas personas que parecen estar ahí para joder la vida a todo el mundo, seres que no se sabe muy bien si son malvados o amargados y muestran esa amargura haciendo daño al resto. En muchas ocasiones, los afectados no pueden hacer nada para esquivar el daño, son sus profesores, o sus jefes y están en posiciones de poder. En la segunda empresa que trabajé en Canarias, antes de emigrar, mi jefe era un joputa del copón. Los viernes, que trabajábamos hasta las tres de la tarde, cinco minutos antes, endosaba ingentes cantidades de trabajo a mis cinco compañeros y se tenían que quedar allí tres o cuatro horas más. A mi, la primera vez que lo intentó, le pregunté si él también se quedaba y cuando me dijo que se iba, yo le dije que yo también y que lo haría el lunes por la mañana, que ya tenía mi fin de semana organizado. Como no se esperaba que le hicieran frente, no supo reaccionar y ya nunca más intentó obligarme. Entre mis compañeros había una ingeniera, la única mujer en el grupo y el tío la trataba como si fuera la limpiadora de la empresa y cuando ella se daba la vuelta para marcharse y no lo veía, se ponía la mano en la boca en el gesto universal de mamar pollas. También dejó de hacerlo cuando yo estaba presente porque vio que no funcionaba conmigo y ya me tenía miedo, sabía que yo le haría frente. Al final, en mi última semana antes de irme, se dedicó a culparme a mí de todas las cosas y todos los proyectos que iban mal, aunque no estaban relacionados conmigo y todo el mundo lo sabía. Ahí ya me tocó los güevos así que quedé con la hija del presidente, que la conocía, para cenar y le conté todo lo que mi jefe decía de su padre, de ella, de su familia y todos los chanchullos en los que estaba metido y por donde robaba. La auditoría comenzó tres días más tarde y lo echaron después de que la terminaron, supuestamente pudieron probar un montón de cosas, sobre todo los chanchullos y los robos, que el tío se estaba gastando dinerales que no ganaba en clases de piloto de avión, tenía un cochazo, otro cochazo para su furcia, una moto, un casoplón en Tenerife y otro en Gran Canaria. En su caso, tropezó conmigo y no me importaba lanzarme de cabeza y con la cornamenta por delante a destruirlo y así lo hice. Cuando volví por primera vez a Gran Canaria desde los Países Bajos, en octubre de ese año, recuerdo que pasé por la empresa a saludar a los compañeros y me recibieron con una ovación con todos en pie, a todos los puteaba pero allí nadie hacía nada por evitarlo, asumían que eso formaba parte del trabajo.

En los Países Bajos, tuve dos tropezones en la empresa del sol naciente, aunque uno fue muy benigno. Mi jefa y yo fuimos asignado al primer jefillo japoné que tuvimos y cuando mi jefa se quiso ir de vacaciones en verano, tres semanas, como había hecho todos los años anteriores, el tío le dijo que solo se podía ir dos semanas y ella se lo tragó, se echó a llorar en nuestro despacho y a partir de ahí y durante cinco años, se iba en verano dos semanas y su marido se quedaba con los hijos una semana más en el sitio al que iban de vacaciones. Cuando yo pedí mis casi cuatro semanas para irme a Asia, el tipo dijo que no, lo miré y le pregunté si quería venir conmigo a recursos inHumanos para que les explicara a ellos la razón por la que se me prohibía ir de vacaciones en una época en la que la empresa no había indicado que era crítica. Se echó para atrás inmediatamente. El otro fue con el jefillo de mi amigo el Moreno, un joputa que no veas, rastrero y vil. Como la empresa perdía dinero, le dijeron que a la hora de evaluar a los empleados, a todo el mundo les tenía que dar evaluaciones negativas porque no había guita. Mi amigo el Moreno hizo la suya y la razón que le dieron fue que tomaba café conmigo y que eso era una pérdida de tiempo. El moreno se quedó noqueado y me lo contó cuando salimos a caminar ese día y al volver, me fui a recursos inHumanos y les expliqué que si ahora la evaluación de una persona podía ser influenciada por otra, que es ilegal en los Países Bajos, que consideraran que dimitía y me iba. En cinco minutos se montó una pelotera cuando el director de recursos inHumanos contactó con nuestro vicepresidente y la cosa llegó hasta el país del sol naciente. El jefe del Moreno fue despedido un año después, jamás me lo perdonó y tanto el Moreno como yo tuvimos ese año incremento de salario. A partir de ahí, cada vez que iba a tomarme un cafelito con el Moreno, que le exigía que fuera en su sitio, me iba al despacho de su jefe a saludarlo y para que supiera que estaba allí y que le estaba haciendo perder el tiempo no a uno de sus empleados, a todos, que a partir de ahí empecé a tomar café y hablar con todo el mundo solo por ver la cara de odio que se le ponía cuando pasaba por los pasillos y me veía. Además, empecé a recolectar información de todo el mundo sobre lo que hacían y los retrasos que tenían y la comencé a usar en mi trabajo en contra de él, anticipándome a los retrasos y señalándolo a él antes de que fueran oficiales. Ese último año fue muy duro para aquel joputa. Espero no volver a toparme con nadie así.


2 respuestas a “Ten cuidado si me das, que yo devuelvo con intereses”

  1. Si, es cierto que anda suelto mucho hijoputa por el mundo, en general yo no me he encontrado con esa calaña, mas que nada porque he trabajado muchos años con empresa propia, pero en los años que fui empleado por cuenta ajena, afortunadamente, no recuerdo vainas negativas de ese tipo.
    Hiciste muy bien jodiendo a esos cabrones…
    Salud

  2. Yo he nacido con una flor en el culo si hablamos de jefes… algún roce con alguien indirecto, pero en el tiempo que llevo currando, los que han pasado por la menda todos han sido ya no de 10, de 20!