Tolkien


Si hay algo bien documentado y repetido en el mejor blog sin premios en castellano es que en lo que a mi respecta, JRR Tolkien es un trusco de escritor, solo hizo mierdas deleznables y cuando el Peter Jackson cogió esa diarrea mental, hizo una serie de películas aburridas hasta diez kilómetros más allá del infinito que por suerte yo solo he visto una, la primera del Señor de los Julandrillos porque con lo del Hobbit sí que ni me arriesgué ya que hasta las piedras del campo saben que es una bazofia de historia. Pese a eso, cuando supe que habían hecho una película sobre los años mozos de ese comemielda no quise perdérmela y como al parecer solo se ha estrenado en un puñado de ciudades ya que no le interesa a nadie, fui a Amsterdam para ver Tolkien, que parece que se estrenó en España hace un par de semanas con el mismo título y el subtítulo de truscoluña no es nación.

Un julay mierdoso chupa los cipotes de sus amigotes buscando inspiración pero ni con esas.

Un pollardón crece con un curilla después de que su madre la palme y lo deje a él y a su hermano huérfanos y se encoña de una tonta acarajotada aunque lo que de verdad, de verdad le mola, es irse a un café con tres amigos y pollardear juntos y tocárselas unos a otros para ver quién la tiene más gorda. Va a la universidad pero como es un mediocre no parece irle bien y en la Primera Guerra Mundial demuestra que es más cobarde que un deshonorable president truscolán huido de la justicia y escondido como una rata asquerosa. Al final y pese al curilla se casa con la pava o algo así y se inventa idiomas porque es lo único que sabe hacer y se olvida de sus amigotes, dos porque la diñaron y el otro porque seguramente era un picha-corta. O algo así.

Nicholas Hoult hace de Tolkien y pese a las fake news que de siempre lo han puesto como un ser maravilloso y asombroso a la par que genial, aquí vemos que no es más que una rata deleznable cuyo único mérito es que se inventa palabras. En la historia lo vemos como se encoña de una pava pero vamos, que la ningunea siempre que puede ver a sus amigotes, que son los que realmente se la ponen morcillona. La historia tiene mucho flashback (o flashforward) a la época en la que estaba en las trincheras en la Primera Guerra Mundial y en donde es el puto amo de los cobardes y los ñangas, eso sí, viendo dragones o algo así que además debía estar chiflado. Esos cortes de escena para mi no funcionan muy bien pero bueno, no molestan a la hora de ver la mediocridad de un autor sobrevalorado y que cuando un pollaboba nominó al Nobel de literatura, fue rechazado por la mediocridad de su prosa, lo repito porque aquí hay mucho lerdo, lo rechazaron por la mediocridad de su prosa, algo que hasta un ciego jarto de whiskye puede detectar si intenta leerse el Hobbit, libro que debería estar en la sección de papel higiénico del supermercado porque es para lo único que vale. Como película contando la vida de alguien sobrevalorado, está entretenida pero le faltó algo para convertirse en una de esas que hay que tener muy en cuenta.

Si eres un miembro del Clan de los Orcos te puede dar un jamacullo en el cine si te metes a ver esto con tanto diálogo estúpido. Si eres un sub-intelectual con GafaPasta, tampoco te molestes, que esto mejor lo ves cuando lo den por la tele.


Una respuesta a “Tolkien”