Toma y daca y requete-daca


En un juego con tanta gente involucrada y en el que lo normal es el navajazo, hoy recibí grandes y muy positivas noticias. La semana pasada comenzaron a moverse las cosas para el desenlace, que tendrá su temporada final comenzando en febrero, cuando hay una reunión de príncipes y cardenales en gringolandia. Ayer se pasaba por Holanda el jefillo de la zorra asquerosa con la que yo estoy batallando y creo que ella ha comenzado a tomar conciencia que yo tengo un suministro de misiles para lanzar a su línea de flotación inagotable, pero es que además, la gente de comercial, que son enemigos de ambos, ahora son mis amigos, ya que de siempre se dijo que el enemigo de tu enemigo es tu más mejor amigo y ellos están atacando como hienas a su jefe, que ya ve que su silla cojea y que alguna pata se le va a caer a la misma. Ella sabía porque yo siempre lo he dicho en voz alta en la oficina que yo no entro en guerras a menos que sea para ganarlas y ahora está captando el concepto. En este jueguillo, llego a la oficina y después del primer café clavo un puñal a alguno, después trabajo un rato y cuando me como una mandarina le arranco los ojos a otro y después de la caminata del mediodía enciendo la hoguera en la terraza y empalo y quemo al tercero del día, antes de marcharme a casa feliz como una lombriz y siguiendo la sacrosanta regla del ciento ochenta, que es el tiempo máximo, en el peor de los escenarios que tardo en ir desde mi escritorio hasta la salida del garaje en el sótano con la bici y esos tres minutos solo suceden si se me traba en las entrañas el peote que quiero dejar en el ascensor y me tengo que esperar en la puerta para soltarlo y dejar el aire enviciado y venenoso para el siguiente que lo use. Cuando cruzo el umbral de la puerta de salida del garaje, el trabajo queda atrás, me olvido de todo y de todos, algo que casi nadie puede hacer.

Esta mañana, en una invitación de un cumpleaños, uno de los obispos neutrales, los que intentan mantenerse al margen y que todos respetamos, se acerca para pedirme un favor. Como los territorios neutrales pueden ser poderosos aliados, yo le tenía un trozo de brownie, que el hombre es adicto y cuando estábamos hablando tras dárselo me dijo que tenía que subir a mi planta a hablar con mi enemiga, la perra esa sucia y rastrera que cada segundo que respira es uno de más de contaminación del planeta. La razón es que al parecer, el jefillo de ella ya le ha explicado que su barco se hunde, que para ellos es el final del camino y que ella debería saltar a alguno de los otros de la flota solo que los otros son los de la gente comercial y ese en el que yo me encuentro y los comerciales, que se la tienen tan jurada a ellos como yo, ya le han explicado a mi vicepresidente o cardenal que cualquier amago para adquirir ciertos recursos humanos será una declaración formal de guerra contra ellos y el mismo vicepresidente sabe es consciente porque yo se lo he dicho que si ella sube a nuestro barco, yo haré lo imposible por destruirlo y él se hundirá como capitán del mismo y el chamo no ha llegado a esa posición por ser tonto y cuando se lo expliqué, captó el concepto perfectamente y me ha visto en multitud de ocasiones conspirando con la banda de criminales comerciales. La zurriaga esa ahora está deprimida, ve el ocaso de sus días laborales con nosotros, pero ni ella ni su jefe saben aún que antes del final, les arrancaremos, uno a uno a todos sus peones y los fagocitaremos y el destino del primero de ellos ya está decidido y no le va a gustar nada de nada, ya que el pobre cometió el error de sincerarse un día y ahora que es la guerra, todo vale.

Por la tarde yo tenía un pequeño proyecto laboral, un producto que hay que sacar adelante. Mi sistema es simple, dedo que señala y manda un único aviso y si no escuchas y corriges, manta de palos hasta que espabiles. En mi reunión invitamos a los de marketing, que están entre los más temidos porque tienen licencia para matar, pero ahora yo soy su más mejor amigo y precisamente esta mañana, les solucioné un problema que los traía de cabeza desde hace cosa de un mes. Han buscado todas las soluciones posibles sin dar con ella y el viernes de la semana pasada me explicaron su problema. Yo pensé en lo improbable y lo imposible, que se adapta más a mi manera de arreglar problemas. Fui a por lo improbable y demostré, usando datos que están en nuestras bases de datos, que el problema no es en nuestro lado, es en el del cliente y lo demostré de tal manera que no hay duda posible y de regalo, mañana a las diez de la mañana ese cliente recibirá información nuestra y una hora más tarde el problema se habrá vuelto a producir y ahora saben en donde mirar y por consiguiente, podrán guiar a los expertos para que lo solucionen. Eso me ha dado un montón de crédito tanto en la casa comercial como en la de marketing, en ambas me tienen como un elemento que de ser interesante ha pasado a ser necesario, han descubierto que no solo soy un buen peón en la guerra, también puedo solucionarles la papeleta. Volviendo a mi reunión, todos esperaban que los de marketing, como siempre, nos mandaran a tomar por culo y nos hicieran la vida imposible, algo que parece encantarles y por lo que compramos cantidades industriales de vaselina, ya que así cuando te joden duele menos. El colega no se digna en aparecer y mientras yo estaba en la reunión y hablábamos, él me mandaba un par de correos y yo le pasaba la lista de lo que queremos de ellos. Cuando la reunión termina, todo el mundo recibe un correo de un tipo que es el equivalente de un rottweiler, entrenado para matar y el chamo nos informa a todos que harán su parte, que están de acuerdo con mi propuesta de calendario y que no tienen nada que objetar y allí estamos todos para trabajar en equipo. En la sala se pudo oír perfectamente la caída de doce pares de güevos al suelo, todo el mundo alucinó en colores y todos me miraron a mi porque saben (y es cierto) que yo estoy detrás de esto pero no tienen ni puta idea de como lo he hecho. A algunos se les cayeron las arriolas porque contaban con marketing como barrera de protección ya que si ellos son los malos, los demás no dan un palo al agua y ahora, o bailan al ritmo que yo marco y con la música que a mi me gusta o mi dedo va a empezar a señalar cabezas para que las corten.

Después de eso, me tomé un cafelito y me piré para mi casa. Esta semana no me podría haber salido mejor ni adrede.


3 respuestas a “Toma y daca y requete-daca”

  1. Yo no lo disimulo. Aquí hasta la que limpia los retretes sabe que yo rezo todos los días para que reviente esa japuta y cuando suceda, lloraré de alegría como si me hubiese tocado el bote de la lotería.