Tratar con cuidado


Después de comenzar a trabajar ayer, lo que más me llama la atención es como una noticia que supuestamente no es conocida por la mayoría y que muchos niegan conocer ha hecho que cuando orbitan a mi alrededor o en mi proximidad se muevan con un cuidado exquisito. La gente parece buscar excusas para dejarse caer por mi despacho a hablar un rato y hay un elefante enorme en la habitación que hacen como que no lo ven pero por el que sienten un montón de curiosidad.

Esta mañana hablaba con mi VP (vicepresidente) y es el único que me mira a la cara y dice las cosas con dos cojones. Más tarde me pasé por su despacho para preguntarle si tenía que hacer algo, si debía informar a los de recursos inHumanos o a alguien más y me decía que ni me molestara. Según sus matemáticas, tenemos dos días por un evento como el acontecido hace dos semanas y al ser en otro país, tengo un día para acudir y otro para volver. El quinto día cae de la parra porque a él le sale de los mondongos. El hombre aprovechaba para enseñarme un documento que acababan de presentar a la dirección en el que hablaban de como había mejorado una de nuestras líneas de negocio y como una gran parte de ese éxito se debía al trabajo que he hecho durante los meses de verano, una guerra de guerrillas particular en la que he batallado contra organizaciones monolíticas dentro de nuestra multinacional en países de Asia y que he ganado en todos los terrenos. Aproveché que los gerentes de los productos estaban de vacaciones y no se interponían para atacar directamente a las fuentes que bloqueaban los productos y las desarbolé con prisa y sin pausa. En estas dos semanas en las que he estado ausente, todo lo que dejé atado y bien atado se resolvió y han llegado las confirmaciones y las primeras ventas. Lo hice con un gerente de negocio que siempre pensó que me estiro los huevos para que me sigan creciendo y me lleguen a las rodillas y que ahora me ha subido en una columna dórica, jónica o corintia y cree que todos los problemas los puedo solucionar, algo que no es cierto pero que halaga.

Este fin de semana, al regresar a los Países Bajos, tampoco he tenido mucho tiempo de pensar en nada. Llegaban unos turistas a este país y a mí me habían encargado darles bola, así que el sábado tuvimos el recorrido secreto de Amsterdam y el domingo hicimos algo que ningún turista convencional haría. Me los llevé a Hilversum, alquilamos bicis, fuimos a Lage Vuursche para ver a los holandeses disfrutando del domingo en su propio entorno, almorzar pannenkoeken entre la fauna local, ver el que será el nuevo hogar de la ex-reina Beatriz, visitar con los curiosos la reciente tumba de su hijo y desde allí ir al Paleis Soestdijk, el palacio en el que vivían la reina Juliana y su marido y en donde se crió la ex-reina Beatriz. Desde allí fuimos al Kasteel Groeneveld para admirarlo y regresando a Hilversum nos desviamos por Eemnes para ver la exposición fotográfica de mi amigo el Moreno, el cual apreció enormemente mi esfuerzo para acudir a ese día tan importante. Después, seguimos camino hacia Hilversum a través de la Zuiderheide en donde los brezos colorados están en flor y convierten el lugar en idílico. Desde allí fuimos en tren a Utrecht para ver los últimos coletazos del culturele zondag y tras pasear por la ciudad en la que se firmó el Tratado de Utrecht y ver el precioso centro histórico fuimos a cenar mejillones al Oudaen. Al día siguiente yo estaba cansado así que imagino que los turistas estaban agotados.

El resto de la semana parece que casualmente tengo eventos a los que no quieren que falte. Mañana una cena con colegas del Reino Unido, el jueves el cumpleaños de la Unidad Número dos de mi amigo el Rubio, el viernes la celebración de los veinticinco años en la empresa de un colega y el fin de semana quiero ir al cine y arreglar el jardín de la parte delantera de mi casa. Entre pitos y flautas, el Rubio y un servidor iremos un fin de semana a Munich, el Turco me recibirá en su casa por segunda vez este año y haré una visita relámpago a Lisboa para ver Sintra y me escaparé dos fines de semana a Turín y Milán para practicar el italiano y hacer turismo. En fin, que si hay alguien que cree que estoy en un rincón sin hacer nada, se equivoca. Ayer mismamente hice más de un kilo de mermelada de moras y mi parra amenaza con tupirme a uvas en los próximos días mientras mis fresales no se cansan de producir fresas que yo por supuesto me como.


9 respuestas a “Tratar con cuidado”

  1. Si claro, la vida sigue, eso es lo normal, a ver si tus jefes se estiran con tus éxitos y te suben el sueldo :))
    Salud

  2. Sintra, ese lugar donde no te dejan sacar fotos al interior de los palacios y te obligan a dejar la bolsa con la cámara en una especie de taquilla. Mala pedrá les den…

  3. Con que categoría laboral estás contratado? Ya lo veo: Cat 1. Resuelve líos titulado profesional.

  4. ¡Buena señal que vuelvan este tipo de entradas!… Aunque yo tengo un atraso considerable (me refiero a leerte…no a otro tipo de atraso. Jajaja…).Tengo que leer todas tus entradas desde el 30 de julio hasta ahora (no me gusta perderme nada). Así que tengo que ponerme al día.

    Eso del recorrido secreto por Ámsterdam, algún día te pediré que me lo expliques. Justo el día 13 voy para allí. Pero me temo que tendré que conformarme con los sitios turísticos más normalitos, porque voy de guía de mis cuñados. Ya es la cuarta o quinta vez que voy, y no sé qué me queda por ver; aunque estoy segura de que me sorprendería si lo supiera.

  5. Seguramente nunca has estado en el Rijksmuseum, el cual reabrieron en abril y es fabuloso. Puede que tampoco hayas cruzado en el ferry gratuito que hay detrás de la estación central a la zona nueva con el museo de cine, un edificio precioso y desde donde hay vistas de la estación muy bonitas. Y por supuesto, las vistas desde lo alto de la azotea del NEMO, en donde hay una terraza

  6. Efectivamente, tienes razón, me faltan esos sitios. Pero me has dado una alegría informándome de ellos. Esta vez los veo seguro. Gracias.

  7. Ya he vuelto de mis penúltimas vacaciones anuales.

    Los 3 días que estuve en Ámsterdam, antes de irme para Irlanda, los pasé visitando lugares ya conocidísimos para mi (ya dije que hacía de guía de mis cuñados), y luego me fui a tus recomendaciones. Todo estupendo, menos el museo de cine. Me llevé un chasco impresionante. Iba yo toda contenta, dispuesta a pasarme un buen rato empapándome de ambiente cinéfilo…y resulta que solo habían pantallitas con trozos de películas. Yo esperaba ver cosas curiosas sobre el séptimo arte (cintas, trajes, guiones, cámaras, y todo tipo de anécdotas de cine), y me quedé con las ganas. Pero donde me lo pasé de muerte…fue en el Nemo; disfruté de lo lindo. La niña de mi interior, te estará eternamente agradecida por habérselo recomendado; mis acompañantes tuvieron que sacarme de allí casi a la fuerza.

    Ahora tengo que volver a ponerme al día con todas tus entradas. Lo malo es que cuando lo haga, volveré a marcharme 15 días más (si todo sale según lo previsto)…y vuelta la burra al prado. Pero bueno, al fin y al cabo, es una tarea muy grata.

  8. Yo jamás entraría en el museo del cine, te dije que fueras allí por la vista de la otra parte de Amsterdam y por el edificio por fuera. Tampoco el NEMO es un museo que recomiende a nadie que no tenga niños e incluso en ese caso, es un museo en holanda y obviamente el español no es un idioma considerado a la hora de suministrar la información y el catalán ni siquiera fue evaluado por ser extra-comunitario. Lo guay del NEMO es subir a la azotea que es gratis y hacer fotos de la ciudad desde allí y como mucho, tomarte un cafelito con la vista espectacular.

  9. Las vistas sí que las disfruté (tanto desde el museo como desde la terraza del Nemo).
    Y en el Nemo, no me hizo falta ningún tipo de explicación (en ningún idioma). Tampoco tuve necesidad de llevar niños; con la que iba en mi interior, ya había suficiente. jajaja. La verdad es que me lo pasé en grande. Yo tampoco lo recomendaría como visita turística (por supuesto); pero sí para quién tenga ganas de perderse, durante una mañana entera, en el país de la “magia realista”.