Tremendo meneo cristiano


El lunes al salir del trabajo me pasaba por el supermercado para comprar un par de cosas que necesitaba y prepararme la cena. Me gusta ir casi a diario por el super, ese punto de encuentro de la gente del barrio. En España, los hipermercados me parecen lugares muy deshumanizados en los que hasta marcan tu velocidad de compra con música. Por algún misterio divino, la comida siempre me ha parecido más cara en España y siempre alucino con los precios de las verduras cuando paso por allí, sobre todo porque muchas de las que yo compro son importadas de España. Tras hacerme la cena me puse a hacer los deberes de italiano y entre medias mi amigo el Rubio cerraba las negociaciones para ir a su casa ayer. Visto que el evento era inevitable, preparé una docena de magdalenas para llevar 10 como ofrenda y horneé un montón de lacitos de hojaldre, la mayor debilidad de la Unidad Pequeña número 3 y la que me ha terminado rebautizando como Ola. Creamos el evento en nuestro Find my friends y ayer por la mañana su mujer y yo sincronizábamos nuestras agendas para encontrarnos en la estación de tren.

Salí de la oficina quince minutos antes de la hora habitual y lo más increíble es que no solo no se notó sino que mi productividad de ese día estuvo por encima de la media. Mientras avanzaba comprobaba que la Primera Esposa de mi Más-mejor-amigo también se desplazaba y así, dos minutos antes de la salida del tren, nos encontramos en la parte anterior del mismo. Ahí me informó que por ser martes era un día algo complicado ya que debía ir a recoger a la Unidad Pequeña número 2, llevarla a clases de natación en Woerden, regresar para recoger de las clases de tenis a la Unidad Pequeña número 1, ir a la guardería a recoger la Unidad Pequeña número 3, volver a Woerden para buscar a la Unidad Pequeña número 2 tras su clase de natación y regresar a la casa para comenzar con las actividades relacionadas con la cena. A mí solo con contármelo ya me angustió y decidimos repartirnos las tareas. Yo me quedaba en el villorrio y me hacía cargo de las Unidades Pequeñas número 1 y 3 y ella iba a natación con la otra y se quedaba allí esperando. Todo esto se dijo y se habló mientras le contaba la situación más actualizada de mi drama laboral, le informaba sobre las vacaciones en Gran Canaria, le enseñaba la comida (jamón serrano ibérico, fuet, vino, lacitos, magdalenas) y los regalos de los niños e incluso rastreábamos la ubicación del Más-mejor-amigo. Además, ella avisó por mensaje a la profesora de tenis y a la guardería que las Unidades Pequeñas número 1 y 3 serían recogidas por un extraño y no por una de las Unidades parentales. A mí me conoce todo el mundo en el villorrio por ir a patinar así que tampoco fue un gran problema. Además, los chiquillos no solo me identifican, se lanzan a por mí tan pronto como me ven. Yo me quedé con las llaves de la casa y mientras ella se iba a completar su misión, comencé a preparar la pitanza y después cogí una de sus bicicletas para ir al club de tenis. La mía la había dejado aparcada en la estación de Woerden ya que ella tenía el coche aparcado allí y por la noche regresaba a tomar mi tren de vuelta a casa. El club está a unos cientos de metros así que llegué en menos que nada, entré e inmediatamente se dispararon las alarmas ya que en ese pueblo no hay negros o eso que ahora hipócritamente se denomina personas de color ni tampoco terroristas musulmanes y claro, como yo soy africano se piensan todo lo peor … siempre. La chiquilla estaba jugando al tenis con otros niños y su profesora y cuando me vio se puso como un muñeco con pilas alcalinas de las del conejo de contenta. Uno de los habituales del club informó a los demás que pese al aspecto de terrorista musulmán de mierda, yo tengo pasaporte de la Alianza de las inCivilizaciones del ex-presidente y destructor de países ZaPatazos, el mismo que crió y engordó a las dos Bostas Góticas que vaciaron las arcas del estado solo comiendo carne-cochino y a las que hicieron una foto junto al Yes-You-Can o presidente del Imperio que se tuvo que borrar de las Internetes porque era terrorífica y espantosa sin lugar a ninguna o incluso alguna duda. Estuve viendo a los chiquillos jugar al tenis unos veinte minutos y en paralelo controlaba la posición del Rubio y hablábamos por teléfono. Cuando acabó la clase la Unidad Pequeña número 1 se vino conmigo y pedaleamos en nuestras respectivas bicicletas a su casa. Íbamos a ir a buscar a su hermana cuando veo que el Rubio está a ochocientos treinta y dos metros de la casa así que lo llamo y lo desvío para que recoja a su más reciente creación y yo me vuelvo a la cocina a preparar los entrantes, las bebidas y demás. Unos minutos más tarde llegaban el padre y su hija y cuando ella me vio empezó a gritar Ola, Ola, Ola y a husmear el aire para detectar la comida que traje. Cuando vio los lacitos de hojaldre yo creo que se corrió por lo menos tres veces de puro gusto. Su hermana se centró en el jamón serrano ibérico. Nos sentamos en el porche a disfrutar de unas cervecitas frescas mientras esperábamos la llegada de la Primera Esposa y la Unidad Pequeña número 2. Los chiquillos corrían en el jardín y jugaban tirándose por la tirolina y quemando energía subiendo y bajando a la casa que tienen sobre un árbol y por el tobogán. Cuando se completó el grupo y éramos como una familia, acabamos de preparar la cena y a mí me toco junto a la Unidad Pequeña número 3 ya que ella quería comer conmigo. Después me obligó a ver su nuevo dormitorio y de milagro no me tocó a mí leerle el cuento cuando llegó la hora de acostarse. No sé como lo hacen los padres pero yo acabo agotado cada vez que los visito. Una vez conseguimos poner a cada chiquillo en su zona de recarga, les hice jurar que no van a tener más, que chingue fuera de la cuevita por si acaso ya que en esa familia la semilla es muy potente y parece más bien hierba mala porque agarra hasta en donde no debe. Pasamos la velada hablando, bebiendo y zapeando por programas absurdos que dan en la tele y que usamos de ruido de fondo. Los chiquillos antes de dormirse me hicieron jurar y prometer por lo menos sagrado que la próxima vez me quedo a dormir en la casa, pero no creo que sea posible ya que mi agenda de las próximas semanas está más petada que la puerta de una oficina del paro en España.

Cerca de las once me alcanzaron a la estación, tomé el tren de vuelta a Utrecht y alrededor de las once y media entraba en mi casa agotado. Me fui directo a lavarme los dientes y de allí a la cama.


4 respuestas a “Tremendo meneo cristiano”

  1. Día ajetreado, y un poco estresante; pero día muy bien empleado, en cosas que valen la pena.

  2. Qué horror, hay que ver todas las actividades que tienen los niños y qué jaleo para llevarlos y traerlos. Me canso sólo de leerlo. Tienes un buen entrenamiento, por si te da la locura de procrear.